IP/Remitido.- No me conoce, nunca nos hemos visto personalmente las caras. Sin embargo, últimamente su nombre aparece bastante en los periódicos debido a su pasada visita a la capilla del campus de Somosaguas. Mediante una protesta que se analizará en un juicio, usted exigía la laicidad en las instituciones públicas, señalando que los espacios universitarios se deberían utilizar para cuestiones académicas, y no ligados a ninguna confesión religiosa.

Como usted, estudio en la universidad pública. En mi Escuela también hay una capilla católica en la que se celebra cada mañana una misa para los alumnos que quieran ir antes de clase. Sin embargo, la capilla no es el único servicio que la Escuela ofrece a los alumnos: tenemos una asociación cultural que tiene un club de ajedrez y de Go (y organiza torneos de Roll, de Mus y de Magic), tenemos un club deportivo, un club de montaña, varias ONGs, una asociación de robótica… sin olvidarnos de la delegación de alumnos y la biblioteca.

Habiendo sido estudiante, recordará que en la universidad existe también una educación “transversal”, en la que se trata de mejorar la formación humana de los alumnos durante su proceso de formación académica. La universidad ha sido siempre un lugar de encuentro entre culturas, religiones y líneas de pensamiento, un lugar en el que se eliminan los prejuicios y la ignorancia. Éste encuentro es la razón por la que existen asociaciones e instituciones en la universidad pública orientadas a la participación y formación de los alumnos.

Cuando se quedan sin el apoyo del alumnado, estos servicios mueren por sí mismos. Sin embargo, por la capilla de mi universidad pasan diariamente más personas que por delegación de alumnos en una semana. La existencia de una capilla se debe a que los alumnos la solicitan. No se trata de una cuestión de laicidad o religión, se trata de un servicio a los alumnos solicitado por los mismos estudiantes. Cuando haya un número suficiente de alumnos que lo soliciten, habrá una asociación de ateos que se reunirá todos los jueves a debatir la no-existencia de Dios, una asociación feminista que debatirá el papel de la mujer en las ingenierías e incluso una habitación en la que los alumnos podrán adorar al fuego si así lo desean. Pero lo que NO podemos permitir es que usted decida que la voluntad de los alumnos no es importante, que sus ideas estén por encima del resto y su odio sea el rasero para decidir cuáles son las actividades que se pueden realizar en una universidad.

Usted está a favor de la tolerancia, pero se ve que tolera todo y a todo el mundo mientras estén de acuerdo con sus opiniones. Tal vez en su visita a la capilla de Somosaguas le convenía olvidarse de la frase de Voltaire que tanto le gusta a su partido: “no estoy de acuerdo con lo que dices pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.

Espero sinceramente que reconsidere su opinión sobre el tema y que la próxima vez que la palabra tolerancia le llene la boca se acuerde de su visita a la capilla de Somosaguas.