Según informa Diario Sur, funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía de la Comisaría de Vélez Málaga (Málaga) detuvieron en una residencia para pensionistas a un anciano de 87 años por traficar cocaína y utilizar el geriátrico como centro de distribución.

Los agentes de la ley habían recibido un soplo sobre la distribución de estupefacientes en la residencia, por lo que montaron un operativo que incluía labores de vigilancia. Mediante estas descubrieron que el octogenario intercambiaba periódicamente paquetes con un motorista, que ha resultado detenido en la operación con 50 gramos de cocaína encima.

Al revisar la habitacion del anciano, se encontraron (¡sorpresa!) con una báscula de presición y diversas sustancias para “la manipulación de la droga, así como efectos para su preparación y su pesaje“. Al parecer, el residente en el geriátrico, un colombiano bastante querido por sus compañeros, tenía antecedentes. Había sido detenido seis veces anteriormente, todas ellas por delitos contra la salud pública. Y claro, todo cuadraba.

El abuelete Heisenberg fue apresado, luego puesto en libertad con cargos y se encuentra a la espera de ser citado por la autoridad judicial.

Otro anciano de la zona fue detenido por cultivar marihuana.

Parece que nuestros abuelos encuentran en esto de las sustancias ilegales una manera de sacarse un extra para sus pobres pensiones. El pasado mes de agosto, informaba el mismo periódico, la Unidad Sima de la Policía Local de Mijas (Málaga) intervenía, tras otro chivatazo, veintinueve plantas de marihuana en un diseminado cercano al núcleo poblacional de La Cala de Mijas. El dueño del cotarro, de 87 años, admitió ser el cultivador, así como su esposa, un hijo, la nuera y un nieto. Suena a negocio familiar y “tranquis, mío el marrón, yo me lo como“, dado que, debido a su avanzada edad, el infractor no fue ingresado en prisión.