Una hermana y una de las madrastras de Osama Bin Laden murieron el viernes a las tres de la tarde al estrellarse su jet privado en el aeropuerto de Blackbushe (Hampshire), al suroeste de Londres. En el siniestro perdieron la vida las cuatro personas que viajaban en el pequeño avión, un Embraer Phenom 300, de fabricación brasileña, con capacidad para ocho ocupantes y que pertenecía a una compañía aérea de la propia familia Bin Laden. La embajada de Arabia Saudí en Londres ha emitido un comunicado para expresar su pesar y anuncia que ha iniciado los trámites para repatriar los cadáveres a su país cuanto antes.

Fue una auténtica fortuna que el accidente no resultase todavía más trágico y no hubiese víctimas en tierra, porque el avión impactó en una zona reservada a subastas de coches e incendió varios de los vehículos. «Fue como ver el impacto de un misil», declaró a la BBC un testigo, que señaló que la aeronave bajó a enorme velocidad. Como razones del siniestro se manejan varias hipótesis: que el piloto se pasase la pista de largo, que le fallasen los frenos o que estuviese intentando tomar altura otra vez al salirse de pista. El jet privado había salido de Milán a las 13.30 de la tarde, en vuelo directo a Blackbushe.

No es la primera vez que los Bin Laden son víctimas de un accidente de aviación. El fundador del clan, Mohamed, que nació en Yemen y se afincó en 1910 en Arabia Saudí, donde se hizo inmensamente rico con negocios de construcción, murió en un siniestro en 1967. El mayor de sus cincuenta hijos, Salem, falleció en otro, en Texas en 1988. Osama bin Landen fue abatido por las fuerzas especiales estadounidenses en 2011, en su casa de Abotabad, en Pakistán. Tras el brutal atentado del 11-S, el mayor de la historia, muchos de sus familiares, algunos de los cuales viven en Estados Unidos, se desmarcaron de él por completo.