Artículo de Azaña sobre los cambios de nombres de las calles (1935)
“Una de las primeras cosas que hace en nuestro país cualquier movimiento político es cambiar el nombre de las calles. Inocente manía, que parece responder a la ilusión de borrar el pasado hasta en sus vestigios más anodinos y apoderarse del presente y del mañana. En el fondo, es una muestra del subjetivismo español, que se traduce en indiferencia, desamor o desprecio hacia el carácter impersonal de las cosas. Madrid administrado casi siempre por forasteros y analfabetos, ha dado sobre el particular ejemplos de muy mal gusto, y no ahora, sino desde hace mucho tiempo. Sobre todo cuando le sobrevienen a un concejal ataques agudos de cursilería, y encuentra poco distinguido, impropio de una gran ciudad, que ciertas calles se llamen del Lobo, o La Gorguera, o El Soldado, o ¡Válgame Dios!, etcétera, etcétera.
En mi triste Alcalá he visto convertirse la calle de las Flores en calle de Navarro y Ledesma; la de Libreros en general Allende Salazar; la de Roma, nada menos, en general Fernández Silvestre… (Consúltese el Anuario Militar). Conviene perfectamente a la inconsciente sorna e impensada ironía de los alcalinos, el que al advenir de la República diesen el nombre de Plaza de la Libertad a la antigua glorieta de San Bernardo, tan gustada por mí, y que es una plazuela cerrada en tres de sus caras por la cárcel, un convento y el archivo. Ahora con motivo de la guerra y la revolución, se han visto ocurrencias divertidas, dentro del afán de rebautizar las calles. La de Alcalá-Zamora, antes de Alfonso XII, en Madrid, se llama «de la Reforma Agraria».
En Valencia ha aparecido una «Plaza de los Derechos del Niño». Y en la antigua de la Lealtad, después de Antonio Maura, también de Madrid, se llama «calle de las Milicias de Retaguardia de las Juventudes Socialistas Unificadas».
En Madrid tenían calles propias la Santísima Trinidad, el Divino Pastor, el Amor de Dios etcétera, sin contar las que derivaban su nombre de la vecindad de alguna iglesia o convento; pero este motivo, puramente local es cosa distinta. La manía es común a todas las banderías políticas. Si los rebeldes tomasen Madrid, veríamos probablemente a la calle del Barquillo, la del Arenal o la de Carretas cambiar su nombre típico por el de algún general cargado de laureles. En el siglo pasado, los progresistas impusieron a la calle de Alcalá el nombre del general Espartero. Después nos hemos contentado con mantener en esa calle la imagen broncínea del caudillo liberal. Si los italianos acaban por triunfar, quizás se la lleven a Roma, como trofeo, para juntarla al león de Judá, que sacaron de Adís Abeba”.
Manuel Azaña (Presidente de la Segunda República)
Pasó en Coruña con el cambio de nombre de la calle del Socorro (junto al mar del Orzán), que cambió en el año 1937 por Juan Canalejo, y pasó en la II República con el cambio de la calle de San José por José Nakens.
Ese articulo no es de 1935, sino posterior, escrito durante la guerra. En el mismo se habla de guerra y revolución, algo que no ocurrió sino desde 1936, no antes. Las milicias de retaguardia del psoe, son algo de la guerra civil, no de la república.Para colmo, cita a los italianos, ya en suelo español, enviados por Mussolini, lo que se produjo en 1936. Revisen bien la cronología. A ciencia cierta no data de 1935, sino de 1936 en adelante.
Azaña fue un canalla y un asesino. No le niego la razón en este caso, pero esta clase de políticos, tanto antes como ahora, se erigen como referentes morales una vez terminado su gobierno, cuando pudieron y debieron haber actuado responsablemente. Actualmente, y por no alargar la lista, los expresidentes nacionales de este régimen vieron venir la crisis o critican que el actual haga lo mismo que aquellos hicieron entonces. Lamentablemente, el actual también dará las lecciones que él no aplicó al que le suceda. Bien untado por la empresa energética correspondiente y, si fuera necesario, desde su residencia suiza.
Estoy de acuerdo.
Como Artur Mas logre la Independencia de Cataluña, y el gobierno español no lo pueda evitar, el Más es capaz de cambiar el nombre de Plaza de España en Barcelona por “Los Héroes Más y Jonqueras”.
No me extrañaría- Incluso nombres “peores”.
Azaña que NO era ningun santo, resulta ser una especie de “filosofo e intelectual de altisimo nivel” comparado con los analfabetas lideres de la izquierda actual española ( Monedero, Iglesias, Colau, Pedro Sanchez, etc.).
Estoy de acuerdo, Azaña no era ningún santo, pero sabía lo que se decía, conocia a los españoles y no carecía de sentido común, aunque fuera socialista.