Enrique de Diego.- Hay una España relativista, corrupta y corruptora, podrida y depredadora, que fenece y desaparece. Hay otra España patriótica, luchadora, digna y verdadera, que se abre paso con fuerza. Ésta, la España nueva y juvenil de corazón frente a la España caquética y agónica es la España de La Ratonera. En una subida constante de seguimiento, respaldo, en una comunión de razones y sentimientos, La Ratonera ha superado ya las doscientas mil visitas y eso es sólo el inicio de un camino exitoso de servicio de un equipo liderado por Armando Robles.

El éxito de La Ratonera se basa en su estricta e imprescindible necesidad. La Ratonera no es una bocanada de aire fresco, es un vendaval para limpiar este aire irrespirable de una casta formada por gente sin moral y sin convicciones, sin otro principio que sus intereses a costa del sufrimiento de los españoles. La Ratonera vale tanto, vale más que todo el resto de medios de comunicación, porque esos medios están vendidos, son un circo al servicio de sus depravados amos, no son otra cosa que medios de incomunicación y, en buena medida, de prostitución. Su objetivo es el engaño. La Ratonera es el ámbito de libertad por excelencia, en donde no hay censura para la verdad, para el bien, para los valores morales absolutos, para la regeneración, para reflejar la realidad.

Ese equipo, que con tanto acierto, sin concesión ni autocensura, sin complejos, sin concesiones a los anatemas estúpidos de la infinita estupidez de lo políticamente correcto, empieza por los espectadores.

Han sido ellos –habéis sido vosotros- los que habéis hecho grande a La Ratonera con vuestro apoyo y dándola a conocer, de modo que el crecimiento es constante, porque la habéis hecho vuestra, porque os habéis sentido reflejados, porque habéis apreciado esa necesidad como banderín de enganche de algo grande y regenerador, que crece y crece.

El mérito mayor es de Armando Robles, que nos ha dado a todos voz, sin autocensuras, contra tirios y troyanos, contra la inmundicia que parece estar a punto de anegar a nuestra querida España y de hacer sucumbir a toda una civilización –la occidental, la única digna del hombre- que se tambalea sin resortes morales. Las mejores cabezas de España se han concitado en La Ratonera. Personas íntegras, sin componendas, como el profesor Guillermo Rocafort, un gran escritor y un hombre libre que ha encontrado en La Ratonera el agua limpia para moverse con la soltura de su pensamiento lúcido. Gerard Bellalta, un auténtico héroe social, que defiende la unidad de España, con ejemplar coraje, en el lugar de peligro, en vanguardia.

Elogiable la coherencia rigurosa del catedrático Roberto Centeno, que nos ilustra sobre la realidad económica, sobre el fracaso de una casta, que despeja las mentiras oficiales con acumulación de datos y con claridad. No puedo olvidar al catedrático Javier Paredes, toda una referencia en la historiografía con una mente cristiana de primer nivel. No es cuestión de hacer una guía de todos los colaboradores de Armando Robles, porque habría olvidos inolvidables. Aquí se ha dado voz a un patriota perseguido como el futbolista Salva Ballesta o a las madres perseguidas por la Generalitat catalana. Aquí ha tenido un ámbito acogedor y amable toda una referencia ética nacional como el secretario general de Manos Limpias, Miguel Bernard, azote de la corrupción.

La Ratonera es el cambio, el cambio auténtico, se está incubando en La Ratonera algo grande y ya es imparable. Gracias, Armando por el bien que haces. Me atrevo a hablar en nombre de todos los espectadores cuando te digo que el apoyo será cada vez mayor, que somos un equipo en el que todos nos vamos fortaleciendo en nuestro honor y en nuestro amor a España, a la España nueva, la España de La Ratonera.