Francisco Alamán.- Mi respetado Almirante: Siento mucho tener que escribirte esta carta, no me quedaría con la conciencia tranquila si no lo hiciera. Además tengo la esperanza de que tus razones me convenzan.

Recordarás que con fecha 5-12-12 escribí un ruego a tu ministro, creyendo que aún estaba en pie la antigualla, aunque fuese moralmente, de “llegar hasta Nos en representación de su agravio”.

Había sufrido un fuerte agravio, porque alguna autoridad no me había permitido participar en la de celebración de mi Patrona en el regimiento de Infantería, Milán nº 3, de Oviedo. Nunca me sentí tan humillado.

Dándose la coincidencia que en ese regimiento, antiguo Milán, había jurado bandera en 1956 y posiblemente sería el militar de más antigüedad en el regimiento que asistiría al acto.

Le explicaba al ministro, que en la cosa de moral militar y usos de la profesión, deja bastante que desear, que, esa orden, no me cabía en la cabeza que ningún militar profesional, la hubiese dado.

Pude haber ido, un concejal de Noreña, pueblo cercano al cuartel, me ofreció invitaciones que le sobraban. Nunca debí hacerlo, pasé aun más vergüenza que cuando hablé con el azorado brigada.

Y pedía al ministro una explicación que necesitaba y, que él, estaba obligado a darme. En tiempos, no demasiado pasados, los ministros lo hacían, cierto que eran militares, a lo mejor menos demócratas, pero inmensamente mejor educados.

Pienso que fue lo correcto. Y la próxima vez, que seguro habrá, dada la muy poca atención que merece el tema en ese ministerio, haré lo mismo

Tú me aseguraste que se iba a llevar a cabo una investigación para aclarar el asunto. No se si la investigación se hizo o tú me toreaste, si se hubiese hecho, era la obligación del ministro y tuya, darme noticia de ella y las medidas tomadas, tengo derecho a saber quien es el responsable de mi humillación. Os recuerdo que yo no soy un exmilitar, como dice el portavoz de tu ministerio a la prensa, soy un militar retirado, hasta que cambiéis las leyes, llevo más tiempo en la milicia que todos los que estáis en el ministerio. También decía que yo retirado era un ciudadano más. ¿Se considera en ese ministro qué los militares en activo o reserva no son ciudadanos?

Tú me dijiste, y lo dices a menudo a todo el que te quiera oír o leer, así me aseguran mis compañeros: “Le reitero la respuesta que personalmente le di al Coronel Alamán de mi ‘convencimiento de que quienes conforman hoy el Ejército de Tierra guardan su comportamiento ético y moral tan sólido como en el pasado’, especialmente cuando ese comportamiento es el de quienes dedicaron y dedican todo su esfuerzo personal, de forma continuada y exclusiva, al servicio de la Patria”.

Te explico como eso de tu convencimiento no es cierto, al menos no lo parece.

1º. Esto no lo había visto nunca y si no lo veo ahora; no lo creería.

Es evidente que en ese ministerio no se respeta a los viejos coroneles como antes, por mucho que tú lo asegures. De eso doy fe personalmente.

Antes en el Ejército de Tierra y Aire y en la Armada, más aun, me cuentan mis muchos amigos marinos de guerra, se les trataba con la mayor delicadeza, supongo que tú lo habrás vivido y cuando te retirases así quisieras que te tratasen.

A mí me gustaba más como nosotros tratábamos a los retirados.

2º Esto tampoco lo había visto nunca y si no lo veo ahora; no lo creería.

Te adjunto una fotografía en la que una comandante de aviación, me cuentan excelente piloto de guerra, le lleva el abrigo y bolso a la ex ministra de Defensa, cosa que antes hacía un ordenanza y que casi seguro que al ordenanza le daría vergüenza. Hoy se lo lleva un comandante. Parece que no va nada avergonzado. Sin duda hará carrera. Esperemos que tampoco se le haya ordenado que lleve el cochecito del nene.

3º Esto tampoco no lo había visto nunca y si no lo veo ahora; no lo creería.

El capitán general de Cataluña, o como ahora se llamé, asunto que no me interesa, fue a la toma de posesión del Presidente de la Generalidad de Cataluña. La fotografía del Jefe del Estado estaba tapada por un sudario negro; la bandera nacional que la Constitución, pobre Constitución, ordena que presida los actos oficiales no estaba ni se la esperaba.

El desafío a España, a la Constitución me importa un pito, era abierto y patente, el ambiente en todo momento era de ofensa y desafió a España.

Como fin de fiesta, la más alta autoridad militar en Cataluña, era insultada e increpada por los separatistas a su salida de la toma de posesión del presidente de la Generalidad, Arturo Mas, sin que este hiciera el más mínimo gesto de reproche, ni presentase la mínima disculpa.

Pues ahí aguantó. No me digas sirviendo a la Patria, me moriría de risa, si antes no me hubiese muerto de asco. Servir a un ministro no siempre es servir a la Patria.

No se podía haber marchado, en un mínimo gesto del sentido del deber.

Pero en la próxima, que aun será peor, en ello están, asistirá nuestro disciplinado capitán general, como un solo hombre.

Que pensarán nuestros soldado en esas misiones guerreras de paz, de las cúpulas de mando de nuestro Ejército.

Al fin y al cabo ellos se juegan la vida y los otros un ascenso.

Te juro que me gustaba más cuando el Ejército era de otra manera.

En anterior ocasión le preguntaba al ministro y ahora te lo pregunto a ti. ¿En qué va a quedar convertido nuestro Ejército, señor almirante?

Tengo una curiosidad que me gustaría me aclarases, ¿los militares de ese ministerio creen que LA INTEGRIDAD DE LA PATRIA ES UNA OPCIÓN POLÍTICA, como puede ser subir los impuestos no?

Te cuento lo que escribía el valiente capitán jurídico de la Marina de Guerra Trillo, posteriormente tan lamentable ministro como el tuyo: ABC de 6-1-82, contaba a los españoles: “Las restricciones que las Reales Ordenanzas, con dudosa ortodoxia constitucional, imponen a la libertad de expresión de los militares”. Advertía a los políticos: “la disciplina no puede ser utilizada… para situar a los militares en una “campana de cristal” desde la que se limiten a ver, pero no a oír ni ser oídos”. Amenazaba: “No se debe forzar al militar a que tenga que “romper la campana de cristal para ser oído”. Daba la solución: “Si se quiere hacer un Ejército de “ciudadanos de uniforme” -conforme al paradigma de los Estados más democráticos- habrá que comenzar por hacer de los militares profesionales auténticos ciudadanos, iguales en derechos a sus compatriotas”.

Impecable escrito del que él, ni tu ministro, han hecho puñetero caso.

Vosotros debéis fidelidad absoluta a vuestro ministro, pero más importante que serle fiel es decirle cuál es la moral y usos de la milicia, infinitamente más necesario que el armamento para que, ésta, sirva a la Patria hasta morir si preciso fuera. El ministro, en cuestiones de nuestra moral y usos, navega en aguas desconocidas, que a menudo han detestado toda su vida. Es un vendedor de armas, lo más contrario a un militar que puede haber. Nosotros las usamos en defensa de la Patria, él solo para ganar dinero.

Es vuestra obligación instruirle y procurar llevarle por el buen rumbo. La disciplina que le debéis, no es solo el decirle a todo que sí, sino exponerle lo que os parece bien o mal y por supuesto obedecer siempre y lealmente su decisión. En el supuesto de que su decisión sea legal, que sin duda lo será

Rogándote me perdones las molestias que te pueda haber causado, quedo siempre a tus órdenes. No lo dudes.