Sergio Castro.- Dados los acontecimientos de las últimas fechas, me viene a la mente una de las anécdotas que mejor definían el carácter de Winston Churchill. Siendo ya un veterano en política, una secretaria novel intentó adularlo diciéndole que era para ella un orgullo estar sentada junto a él y en contra de sus enemigos del banco rojo. Circunspecto, Churchill le respondi: “Señorita, con el tiempo se dará usted cuenta de que sus enemigos no son los del banco rojo sino los que se sientan junto a usted”. Es, muy probablemente, lo que rondará por la cabeza a Mariano Rajoy en los últimos días.

Todo esto viene a raíz del ‘caso Bárcenas’ y los famosos papeles destapados por el diario El País. Y es que, sin poner en duda el hecho de que el PP, al igual que todos los partidos españoles, cobren comisiones de empresas a cambio de favores puntuales (lo que por ejemplo en EEUU es la manera de financiar la política), da la impresión de que a medida que pasan los días el interés de todos los medios de comunicación no es tanto destapar esa supuesta financiación ilegal de un partido político como poner el foco sobre la figura de Mariano Rajoy.

Ni un tonto se puede creer que en las hojas de libreta que supuestamente contienen la’contabilidad B’ del Partido Popular figure un dinero del que se sabe su ilegal procedencia, con nombre y apellidos de sus beneficiarios y que, además, llegado el caso, no tendrán validez alguna ante la Ley ya que no existe ningún documento firmado por los incausados que certifique la recepción de esas sumas. Otro de los aspectos más llamativos es que en las anotaciones contables, por llamarlas de algún modo, no figuren las dos máximas figuras del PP madrileño, Esperanza Aguirre y Ruíz Gallardón, ni tampoco el anterior presidente del PP Jose María Aznar, pero sí se trate de inculpar a toda costa a Mariano Rajoy y a toda su cúpula directiva. Sinceramente, todo huele a una burda manipulación de esas a las que ya nos tiene acostumbrados el diario El País.

Pero qué interés hay detrás de todo esto? Por qué se aprovecha el hallazgo de la cuenta de Bárcenas en Suiza para tratar de implicar a todo el PP y en especial a su líder en todo este asunto? Quién saca beneficio de esta situación?

La oportunidad les surge a los conspiradores en julio del año pasado, cuando Hervé Falciani, informático del HSBC en Ginebra y que había huído con datos de más de 160.000 evasores fiscales, fue detenido por las autoridades españolas en Barcelona.

Ante el temor de que Falciani hiciera pública su información, y dado que Suiza vive de recaudar el dinero evadido en impuestos en todas partes del mundo, el gobierno suizo solicitó su inmediata extradición, a lo que España se negó dado que el delito de revelación de secretos por el que se le acusa en el país helvético no está tipificado en el código penal español.

Desde entonces, Falciani colabora con la Hacienda española ofreciendo datos de evasores fiscales españoles en el país alpino. Y todo apunta a que el filtrador de la cuenta de Bárcenas en Suiza es el propio gobierno helvético, como medida de presión para liberar a Falciani. Es curioso que precisamente ayerla Fiscalía no autorizara nuevamente la extradición.

Es de sentido común que Bárcenas mezclara anotaciones reales del partido con registros contables de dinero negro en favor de la cúpula del mismo, aplicando la teoría de que una verdad entre mil mentiras hace verdad al conjunto. Era la forma de cubrirse las espaldas si era descubierto por cobrar esas comisiones, las cuales, como se vio obligado a reconocer El País ayer mismo, Bárcenas cobraba a título personal sin repercutírselas al Partido Popular. De ahí su enorme fortuna en Suiza de más 22 millones de euros.

A partir de aquí el plan es fácilmente trazable. Alguien del Partido Popular con acceso a Bárcenas, cuando no él mismo, filtra a la prensa estos datos y, aprovechando la coyuntura de que, si bien la corrupción es un mal endémico de la democracia, ahora, dada la situación económica actual de los ciudadanos, duele más, se orquesta una campaña de acoso y derribo contra el Presidente de Gobierno exigiendo su inmediata dimisión.

Es un secreto a voces que el Partido Popular es un polvorín desde hace mucho tiempo, con políticos de brega con ansias de poder moviendo la silla del presidente más débil, como siempre hemos denunciado aquí, que ha tenido el partido desde su fundación. Y también es sabido que Mariano Rajoy es un presidente poco amigo de pagar favores a medios de comunicación, muy en la línea de su antecesor Jose María Aznar, que todavía hoy no se explica cómo es posible que no se pueda gobernar sin tener un grupo de presión que te apoye.

Antes de las elecciones generales hubo medios de comunicación, como el Grupo Intereconomía, que jugaron todas sus bazas a la carta de Mariano Rajoy, esperando de él un pago por los servicios prestados al llegar a Moncloa que, como queda demostrado dada la crítica situación del grupo, nunca se produjo. Otros, como El Mundo, Libertad Digital o ABC, nunca escondieron su predilección por Esperanza Aguirre, mientras El País sigue empeñado en hacer líder del centro-derecha a Alberto Ruíz Gallardón, curiosamente los dos que no aparecen en las anotaciones de Bárcenas. Sorprendentemente, o no tanto, tanto El Mundo como El País como Intereconomía no han tardado ni un fin de semana en postular a sus tres candidatos en un supuesto Congreso Extraordinario del Partido Popular, Esperanza Aguirre, Ruíz Gallardón y Vidal Quadras.

Al Partido Popular y especialmente a Mariano Rajoy, se le pueden hacer muchas críticas por su gestión de gobierno, como bien hemos dicho siempre desde estas líneas. Desde la gestión del terrorismo, siguiendo la hoja de ruta de Zapatero, a la receta empleada para superarla grave crisis económica que atraviesa España o la gestión del nacionalismo, la acción de gobierno de Mariano Rajoy es indefendible. Pero eso no justifica la burda campaña de acoso a la que se está viendo sometido encima por sectores políticos a los que se les tenía que caer la cara de vergüenza por pedir cuentas a nadie por casos de corrupción.

Hablamos, como no, del PSOE, los subvencionados sindicatos y comunistas o los expoliadores nacionalistas. Pero que Rajoy no busque en desiertos muy remotos, como dijo un ex-presidente. Como dijo Churchill, el enemigo se sienta a nuestro lado. Quizás Esperanza Aguirre, política que siempre cae de pie y que supo apartarse a tiempo dimitiendo hace tres meses, pueda aportarle algo de luz.

*Sergio Castro es analista político y colaborador de AD