Carta abierta a Julio Ariza
Enrique de Diego.- Días después de que me despidieras, en un encuentro fortuito, me dijiste que teníamos que hablar porque “habíamos sido amigos”. Quizás nunca se produzca esa conversación y algunos de mis interrogantes nunca se desvelarán, aunque todo te está sucediendo como era previsible y como te indiqué.
Muchas veces tengo la sensación de que tienes una misión, que se te han dado los medios para cumplirla y que no la has llevado a cabo, que la has traicionado. Quiero reconocerte lo positivo, ahora que la traición muestra que te has convertido en el enemigo a batir por esa casta a la que quisiste pertenecer. Durante años fue grato trabajar en Intereconomía. Creaste muchos puestos de trabajo, y aunque en buena medida se trató de una huida hacia delante, diste oportunidades y estabilidad y horizonte a mucha gente. Y durante mucho tiempo mantuviste una línea ética de defensa práctica de la libertad de expresión y se trabajó con confianza, en un ambiente que era casi fraternal. También acogiste ideas y discursos que estaban y están proscritos y yo mismo no hubiera tenido sentido en ningún sitio distinto a Intereconomía, por eso traté de preservar ese resto de libertad sin el que ni tan siquiera somos hombres. Quiero reconocerte también que devolviste a la agenda política y al debate social el derecho a la vida que ya todos habían abandonado.
Durante tiempo consideré que habías sido capaz de llegar muy lejos dentro del sistema, como una especie de infiltrado, sin entregarse a la corrupción moral que impone, al relativismo degradante. Quiero pensar que hubo un momento en que traspasaste una línea roja, y que lo hiciste bajo la idea de que podías conseguir fines buenos con medios malos, y te entregaste al PP y empezaste a imponer silencios y dobles raseros. La visualización de ese desfonde fue la llegada de Antonio Jiménez, Carlos Dávila y Pilar García de la Granja que lo emponzoñaron todo. Esa gente no tiene valores profesionales, sólo son lacayos de los políticos y su llegada fue de seguro el fruto de pacto oscuro, tácito o explícito. Nunca ibas a ser aceptado por la casta y era notorio que serías traicionado, porque mantienes un resto de principios que ellos no tienen y no aceptan a nadie que mantenga principio alguno.
Por ejemplo, no ibas a ceder en el derecho a la vida, aunque silenciaras que el aborto se subvenciona en las autonomías del PP, y donde más se practica es en Madrid y Valencia. Y ellos no quieren a nadie que les recuerde ningún principio moral que inquiete su conciencia. Te avisé que el sistema había quebrado, que vivía en la mentira y en la estafa, y que era preciso que retornaras y apostaras con más fuerza por la gente real, por la gente indefensa, por las clases medias, por la sociedad civil, como diría Mario Conde. No me hiciste caso. Por ese tiempo ya habías apostado por la mediocridad y la adulación y estabas rodeado no de amigos sino de serviles, no de periodistas sino de peperos al dictado del argumentario.
Nunca te he deseado ningún mal, ni a ti ni a nadie de tu familia y rezo para que los tuyos estén siempre bien. No sé si ya es demasiado tarde, si tienes capacidad de maniobra para salir del atolladero en el que te metiste y te fueron metiendo, creyendo que saldrían a tu rescate después de los servicios prestados. Nunca te han considerado uno de ellos. No podías serlo, porque has mantenido algunos reductos de dignidad, que ellos, la casta, hace tiempo demolieron.
Leal es el que habla claro, no el que mediante la lisonja hace perder el sentido de la realidad. Tengo la convicción de que, contra mí, has hecho o han hecho daño, a tus órdenes, a terceras personas. Estoy en paz y tranquilo. Seguro. Orgulloso de no haber sido más ni menos que un periodista que defiende la libertad y la búsqueda de la verdad. Y esas condiciones fueron posibles, se dieron durante años en Intereconomía.
Dios te ampare en este tiempo de dura prueba y el Espíritu Santo te ilumine para que aciertes por el bien de los demás, de los que están a tu cargo, que lo están pasando muy mal.
Estoy en plena sintonía con la carta abierta de Enrique de Diego; mi decepción con Intereconomía es total. Que la COPE le ponga “palos en las ruedas” no me sorprende, pero eso no justifica su deriva (Lo último que me quedaba por ver fue la “película” contra, sí, contra Benedicto XVI, doblada, para más inri, por
INTERECONOMIA SE HUNDE GEMMA GALDÓN: “LA BANDERA DE ESPAÑA ME PONE LOS PELOS DE PUNTA” GEMMA GALDÓN trabaja en el programa “queremos opinar” que se emitió en INTERECONOMIA el 30 de enero de 2013. Y ES MI DESEO QUE LA DESPIDAN, si es posible a través de twitter, molesta más. Es la responsable del despido de un taxista, Antonio Bustamante, por el hecho de llevar una bandera española en su taxi cuando iba a recogerla. Para saber más: http://www.periodistadigital.com/periodismo/tv/2012/10/19/intereconomia-mete-cornada-metropolitan-tv-canal-catala-antonio-bustamante-gemma-galdon-carlos-fuentes.shtml Antonio Bustamante- (…) Yo solo he puesto una banderita y me he quedado sin trabajo. (…) Yo trabajaba para Canal Catalá… Leer más »
Me ha gustado esta redacción del Sr. de Diego. También que reza por él y se expresa en extraordinario mensaje del Espíritu Santo. Sin embargo, en otro articulo pone a parir al cardenal Rouco. Pero bueno, no soy quien para entrometerme en la relación Ariza-de Diego. Les deseo a los dos un acuerdo de PAZ por el bien de sus personas y porque ambos periodistas pueden unirse de nuevo por el bien que todos queremos para España. Seguro que el Sr. de Diego conoce mejor que yo al Sr. Ariza pero conste que para mí es ejemplar el Presidente del… Leer más »
La visualización de ese desfonde fue la llegada de Antonio Jiménez, Carlos Dávila y Pilar García de la Granja que lo emponzoñaron todo.
Apostó por la mediocridad y la adulación, con serviles al dictado del PP masónico
Nunca te han considerado uno de ellos. No podías serlo, porque has mantenido algunos reductos de dignidad, que ellos, la casta judía, hace tiempo demolieron.
Fdo Drs Morín & Guillotin
Evangelio de San Mateo 27, 25:
Y respondió el pueblo judío: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos