UN MORMÓN AL ASALTO DE LA CASA BLANCA
LM.- Mitt Romney, el hombre que mañana puede convertirse en el primer presidente mormón de EEUU, fue misionero en el París de Mayo del 68. Allí aprendió a luchar contra el escepticismo, a ser tenaz y pragmático, y descubrió que, frente al insulto o la crítica, es mejor sonreír que responder. Cualquiera que haya visto alguno de los tres debates que lo enfrentaron a Barack Obama -pero, sobre todo, el primero, el de Denver- habrá reparado en el semblante casi beatífico con que el candidato republicano miraba al aspirante a la reelección. Es el gesto de quien, más que carácter o ideario, posee capacidad de adaptación al medio, una virtud de la que Romney ha dado sobradas muestras en sus 65 años de vida.
La campaña del exgobernador de Massachusetts ha sido esa sonrisa. Su programa, más allá de unas cuantas propuestas que no ha entrado a detallar, ha quedado reducido al famoso plan de cinco puntos: crear 12 millones de empleos, alcanzar la independencia energética en ocho años, impulsar el comercio exterior, reducir los impuestos y el gasto estatal -exceptuando el de Defensa- y revocar el “Obamacare”, la reforma sanitaria de su rival demócrata. Con ese plan, su sonrisa, un paro cercano al 8% y la atonía de Obama en el primer debate, Romney ha llegado a la víspera de las elecciones en situación de empate técnico en las encuestas.
Nadie lo hubiera dicho hace seis meses, pero el exgobernador puede ganar. Tiene a su favor tres cosas: las asignaturas pendientes de Obama -la reforma migratoria integral, por ejemplo-, un programa demócrata que carece de proyectos legislativos estrella y el hecho incuestionable de que el país está dividido. Después de cuatro años de crisis económica con una recuperación aún renqueante y un desempleo intolerable para los estándares de EE UU, y dos de durísimo enfrentamiento entre la Casa Blanca y el Congreso -en cuya Cámara baja mandan los republicanos gracias a la eclosión del Tea Party-, los estadounidenses podrían decidir que les conviene un cambio.
Ya que no hay una guerra en marcha, como en 2004, no les da miedo cambiar de comandante en jefe, y los 12 millones de empleos que promete Romney, además de la experiencia que aporta como exitoso hombre de negocios, podrían tentarles. El exgobernador ha hecho valer ese legado desde la dura brega de las primarias (las segundas de su carrera: en las de 2008 perdió frente a John McCain), pero en la recta final de su pugna con Obama ha culminado la jugada virando estrepitosamente al centro con el ánimo de convencer a indecisos e independientes.
El volantazo del exgobernador tiene sus riesgos, y no es el menor de ellos que el electorado no sepa a qué Romney votar: si al de las primarias, que competía en conservadurismo con Rick Santorum para ganarse el favor de los “teaparties”, o este de las últimas semanas, más acorde con el hombre que gobernó Massachusetts entre 2003 y 2007 e hizo aprobar una reforma sanitaria similar al (ahora) denostado “Obamacare”.
Romney es consciente de que el país está dividido, pero en su afán de hacerse con los votos de ese magro porcentaje de norteamericanos que se debaten entre él y Obama, puede decepcionar a muchos republicanos y perder las elecciones. En la recta final de la campaña, el exgobernador se ha bajado de varios trenes. Él es un candidato pro vida, pero ya no piensa legislar para restringir el derecho al aborto y reconoce que todas las mujeres “deberían tener acceso” a los anticonceptivos. Dice ahora que “nunca bajará los impuestos a los que más ganan”, pese a haber asegurado lo contrario para defenderse de un ataque de Santorum. Además, en el último cara a cara con Obama, validó con críticas sólo de matiz la política exterior de su oponente.
¿Qué hay de verdad en todo ello? ¿Cuánto hay de ropaje y palabra, pero no de pensamiento? Probablemente mucho, porque Romney ha ido adaptando su discurso para no desentonar, para decir lo que en cada momento tocaba decir, procurando no salirse del tiesto ni cometer errores de bulto. Primero, para conseguir que su propio partido lo aceptara como candidato. Fue su primer ejercicio de transformismo, y pasó de ser visto como un moderado a tener la consideración de aspirante a radical. En esa condición se mantuvo hasta la convención republicana de agosto, en la que fue oficialmente nominado. Pero en octubre, en los debates, experimentó nuevas transformaciones e hizo todo lo que pudo para no presentarse como un extremista. Y, a juzgar por la posición que ocupa en los sondeos, parece que lo ha logrado.
Sin embargo, las contorsiones ideológicas del exgobernador no han podido evitar que algunos hechos de su pasado -y algunas opiniones políticamente incorrectas- desfiguraran el “look” de campaña que preside su condescendiente sonrisa. En las primarias dijo aquello de “me gusta despedir”, y sus rivales (Santorum, Gingrich, Perry) se le echaron encima. Pero aún fue peor cuando se supo que en 2008 había titulado un artículo que publicó en “The New York Times” con el ya célebre “Dejad que Detroit quiebre”. Una sentencia nada apropiada para quien, además de nacer en la Ciudad del Motor, es hijo de George W. Romney, gobernador de Michigan entre 1963 y 1969 y antes presidente de American Motors Corporation.
Hay quien dice que, de seguir vivo (murió en 1995), George no estaría demasiado orgulloso de algunas de las posturas de Mitt. El padre de Romney también intentó ser candidato a la Casa Blanca, pero perdió las primarias de 1968 ante Richard Nixon, aunque luego fue su secretario de Vivienda y Urbanismo entre 1969 y 1973. Renunció ese último año, descontento con los políticos que no afrontan “los verdaderos retos” del país por miedo a perder votos.
Romney hijo también tiene miedo de perder votos, pero sólo los de los indecisos; el resto, como demostró el impagable “vídeo del 47%”, ya hace tiempo que los dio por perdidos. Son los votos, confesó el candidato -grabado con cámara oculta-, de quienes “dependen del Estado”, y él nunca los convencerá de que “tienen que asumir sus propias responsabilidades”.
Efectivamente, lo tiene difícil. Su fortuna personal, calculada en 250 millones de dólares, fue amasada en su mayor parte durante los años (1984-1999) en que estuvo al frente de la firma de capital riesgo Bain Capital, en la que mantiene un plan de pensiones dotado con entre 21 y 102 millones, según informaciones de la prensa estadounidense.
Con ese fondo, según el “Times”, ha invertido en holdings de paraísos fiscales como las Islas Caimán y Luxemburgo, y ha aligerado notablemente sus declaraciones de la renta. Resultado: en 2011 ganó 13,7 millones y pagó el 14,2% en impuestos; en 2010 ingresó más, 21,6 millones, y pagó menos: un 13,9%. Su carga impositiva es menor que la de una familia con unos ingresos anuales de 50.000 dólares.
Y luego están los denominados “súper PAC”, los grandes comités de acción política que, desde 2010, pueden captar cantidades ilimitadas de dinero de millonarios y empresas para dedicarlas a jalear o a denostar a un candidato. La conexión con algunos de los grandes donantes que proveen a Romney de fondos es su compañero de fórmula, Paul Ryan, quien, en sus trece años en el Congreso, ha hecho muchas buenas y provechosas relaciones y es, además de un recio prohombre del Tea Party, un rigorista fiscal y un detractor sin paliativos del aborto.
Obama tiene ocho “súper PAC” a su favor y cinco en contra. El tanteo de Romney va once contra siete, y entre los que lo respaldan figuran tres de los más importantes: Restore our Future, al que el magnate de los casinos de Las Vegas Sheldon Adelson -que antes había apoyado a Gingrich- ha aportado al menos 10 millones de dólares; Americans for Prosperity, con contribuciones de los hermanos Koch, negacionistas del cambio climático y propietarios de Koch Industries, la segunda mayor empresa privada de EE UU; y American Crossroads, cofundado por Karl Rove, el arquitecto de las dos campañas que depositaron a Bush hijo en la Casa Blanca.
Y delante de todo ello hay una sonrisa.
Gane quien gane Europa pierde. De todas maneras es mejor un Mormon que un Obama que reune todas las cualidades para ayudar a la humanidad, es judio, negro y musulman. Y además es el Gran Mutfi de Washington.
Cuantas gilipolleces tenemos que leer. No te das cuenta de las barbaridades que dices Karla?.
Si solo hablas gilipollas deberias irte a la patera con todos tus cachivaches…!!! karla
Los del centro, centro oeste, y sur de estados unidos son muy fachas y pobres. El estado más facha es de los republicanos es sin duda Alabama que ganan los republicanos 70% del voto popular. Los de Norte Este(Nueva Inglaterra- Massachusetts,Delaware,New Jersey,New York, Connecticut,Rhode Island)son más mas industralizados y siempre respetando la igualdad.
Casualmente, los estados del sur (Alabama, Luisiana, California, Florida, Nuevo México, Arizona… ) son los que tienen mayor porcentaje de negros y sedamericanos.
Luego, los del norte son los que tienen mayor porcentaje de blancos. En concreto, esos pequeñitos que hay al norte de la costa este (New Hampshire y alrededores), cerca de Canadá, tienen entre un 80% y un 95% de población blanca, cosa que era normal en todo el país hace 50 años. Ya no lo es, gracias a gente como tú.
Gane quien gane el imperio sera el ultimo prefiero que gane el blanco pa que no le echeis la culpa al negro de su fracaso
Rajoy Brey fue, al fin, devuelto a los corrales no sin antes asegurar que España contribuirá «activamente a que, cuando dentro de doce meses nos reunamos aquí de nuevo, la lista de problemas sea menor y podamos reconocer que tenemos unas Naciones Unidas más eficaces y eficientes que hace un año, que sigan siendo garantía de paz y seguridad internacional, centro de estímulo e impulso de los derechos humanos, y motor de un desarrollo sostenible para nuestro futuro y el de nuestros hijos. En ese esfuerzo, y, con la misma determinación de siempre, esta Asamblea General de las Naciones Unidas… Leer más »
Lo importante es que EEUU no decaiga y que a nivel internacional el Presidente sea firme. EEUU y Europa se necesitan en comercio. El mundo libre tiene la esperanza de que el republicano o el demócrata presidente nunca sea comunista.Todas las Banderas merecen el máximo respeto y fue ZP quien se la dió listo al no levantarse pero es que en España existe la Ley de Banderas y en las provincias vascongadas y catalanas no se respeta. Fijémonos en EEUU.
Una vez Obama, nunca más Obama.
“crear 12 millones de empleos” ==> Jajajajajajaja