Te quiero, Ángela
Ángela Merkel vaticina que la UE necesitará cinco años o más de austeridad para superar la crisis y para ello le pide a sus socios-esclavos-dominios europeos que aguanten la respiración durante ese período de tiempo. Y sin hacer trampas, que el que se desmande ya tiene el castigo escrito. El imperio teutón posee alambre de espinos suficiente para rodear a los bárbaros del sur en sus miserables territorios, que no se extienda una plaga reivindicativa.
Los crematorios son de última generación, tecnología alemana, pirolíticos mecanismos de exterminación. Una conquista de manual. Devastados los estados insurgentes y domeñada su rebelde población, el paso del ganso se impone en la muy unida Europa. Y en el mientras tanto, prohibido respirar.Kafkiana la cosa. Viajamos todos en el subenempujenestrujenbajen que conduce la tía Angelita.
Sardinillas en lata, apelotonados al fondo, portugueses, italianos, griegos, irlandeses y españoles. Apartheid. Sentados y bien anchos, en la parte noble del autobús, el resto. El silencio impera, el revisor lleva el látigo. De repente, se oye un susurro, un lamento que proviene de la tropa aplastada… El pelota de turno se chiva. ¡Señora conductora, s’il vous plaît, mire usted que el ganado se salta las normas!… Peligro en Las Gaunas… Se detiene el vehículo. Ángela se incorpora. Achtung, Achtung, voy pa´llá. El italiano, voz baja y acojonado, le dice al infractor. Oye tú, español del demonio, que viene lanzada. Hoy va a ser el día de la bestia. ¿A quién se le ocurre respirar? Y éste contesta. ¿Qué quieres que te diga? Por estos lares no aguantamos más con el zapato alemán en la boca. Y va el prudente italiano y replica. Estamos de acuerdo, borrico, pero la conductora del bus tiene la leche muy agria. Así que ahora te callas, que ya está aquí el anticristo con faldas. Disimula, báilate una jota, que el griego ya le danza un sirtaki, a ver si le despistamos…Un gruñido desde el averno… ¿Quién ha sido?… ¿No he dicho yo que aquí no se respira?… ¿Queréis guerra?…Ahora, obedeceréis. A ver quién es el valiente que se atreve…Ángela se gira, se suelta, evade su cuerpo un efluvio salchichero, un ahí lo dejo que se puede cortar con un cuchillo, un aroma que promete perpetuarse durante cinco años o más. Los parias cogen aire antes de que llegue la densa niebla, porque saben que el primero que desfallezca se la come entera. Sálvese el que pueda. Y Ángela, esfínter relajado, retorna al volante, arranca de nuevo y, muerta de risa, continúa con la ruta. Señores viajeros, a la derecha Alemania. Señores viajeros, a la izquierda Alemania. Señores viajeros, enfrente Alemania. Todo es Alemania.
Adoro a esta mujer. Se me cuadran las pestañas al mirarle, se me encebolla la sangre cuando su prosapia luce en mi televisor, se me cuajan los fluidos cuando le escucho, mis ojos huyen de sus cuencas al leer sus palabras. Es un amor impuro, lo sé. Pero le quiero, no bebo, no como, no duermo y ahora ya ni respirar puedo. Locura de amor. Agustina. Sácate un pecho y ponte al mando de los cañones, que los hombres se rinden y el invasor entra en la ciudad. La tenemos clara.
Desafortunada comparación esa de los hornos crematorios, más que nada porque es algo de lo que no hay constatación científica seria que lo sostenga
Entonces, los de Auswitch eran hornos para pizzas, ¿no?…