El diputado separatista Alfred Bosch muestra una estelada en el Congreso.

A. Robles.- Que nadie interprete estas líneas como una llamada a nada que no esté conforme con el ordenamiento legal y la exigencia de preservar el destino histórico de España. España yace casi inerte en las manos lacerantes de un puñado de traidores. Nunca como hasta ahora había corrido tanto peligro la conservación de nuestra unidad territorial, de la que las generaciones actuales de españoles somos sus únicos depositarios.

La democracia española carece del vigor suficiente y de la legitimación moral necesaria para resistir y hacer frente a los zarpazos desestabilizadores de los nacionalistas. Hay que acabar con la impunidad de los sediciosos y arrojar fuera de la legalidad a los partidos y organizaciones sociales que confunden la nación española con una selva. Los políticos tradicionales han fracasado en la pretensión constitucional de mantener España unida. Por cada día que pase dejando nuestro destino nacional en tales manos, el resquebrajamiento será mayor.

Tras los rufianes nacionalistas catalanes aparece la siniestra firma de quienes desde siempre anhelaron el fin de esta vieja nación. Ya nos lo advirtió el anterior jefe del Estado en su testamento postrero: “No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta. Velad también vosotros y para ello deponed frente a los supremos intereses de la patria y del pueblo español toda mira personal. No cejéis en alcanzar la justicia social y la cultura para todos los hombres de España y haced de ello vuestro primordial objetivo. Mantened la unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de sus regiones como fuente de la fortaleza de la unidad de la patria”.

Si nos enfrentamos a una mafia con implicaciones políticas que desconocemos, tenemos derecho a saberlo. Si estamos ante unos traidores, deben ser capturados. Y si estamos ante unos políticos nacionalistas que han roto las normas del juego, debe considerarse la privación de la legalidad en Cataluña. La ley no puede amparar nunca actuaciones contrarias al acuerdo social.

Mientras el proceso para la aniquilación de España sigue su marcha, con el beneplácito y la sonrisa de los más altos representantes del Estado, las humillaciones a los españoles, los crimenes en las calles, las provocaciones de Marruecos, el estado ruinoso de la economía, el cierre de las empresas, el despilfarro autonómico, el aumento del paro, la inutilidad del Gobierno, el desprestigio del Rey y la corrupción institucional constituyen el alarmante comienzo de todas las jornadas.

Lo que se pretende, con una información desleal, es cubrir este drama, distraer la atención del pueblo y convertir a los españoles que no se dejan engañar ni manipular en una obsesión alienante de la realidad difícil en que estamos inmersos.

Mientras se coquetea a tumba abierta con la sedición, mientras se discute el sexo del derecho a la autodeterminación, mientras se confunde futuro con arqueología, novedad con polilla y diálogo con duelo de artillería, los españoles de norte a sur que queremos seguir siéndolo exigimos una respuesta clara y contundente. Insistimos, cada día que pase en este estado de cosas estarán matando un poco más la libertad de todos.