VÍA SIN SALIDA
Falk van Gaver y Jacques de Guillebon.- En la Antigüedad algunos defendían la pederastia (*ver enlace Wikipedia sobre el significado de la pederastia en la Antigua Grecia) , y lo hacían por misoginia: el amor por los jóvenes viriliza, el amor por las mujeres desviriliza. El guerrero debe encontrar su reposo y templar su ardor en el cuerpo franco y musculoso de un efebo y no ablandar sus sentidos en la cama de una mujer llena de caricias y de artificios. Así consideraban los antiguos griegos la homosexualidad.
Vale decir que vieran la homosexualidad contemporánea, los homosexuales de la Antigüedad no sentirían más que desprecio por los disfraces y afeminamientos actuales y defenderían sin lugar a dudas la viril estatura del pater familias… A menos que, como se burla entre otros Plutarco en su Erotikos, la alta moralidad con la cual arropaban sus costumbres amatorias no fuera más que el virtuoso disfraz de su secreta lubricidad de aficionados a los jóvenes y de enculadores de adolescentes…
El amor es la aceptación del otro. Amar a alguien es dejarlo ser, dejarlo desplegar su ser, su persona, su personalidad, su diferencia. La homosexualidad es un falso amor, es el rechazo del otro, de su personalidad, de su diferencia. Es, en nombre de la diferencia, un rechazo de la diferencia. Es un narcisismo radical, un ombliguismo sin fondo. No es más que una búsqueda de lo mismo y de sí mismo, y participa plenamente de esa cultura del narcisismo otrora analizada y denunciada por Christopher Lasch, es su sintoma más flagrante. No es más que el “Me quiero, tú tampoco…” de un Narciso “enamorado de un fantasma sin carne”, como dice Ovidio, caminando hacia la nada y la muerte.
Para Narciso, la homosexualidad no es más que ilusión y suicidio, trampa mortal, vía sin salida, foso, agujero negro del cual nada fecundo puede salir… Es la enfermedad de los pueblos cansados, de los siglos decadentes, de las sociedades que se acaban. La Roma de la caída del imperio, el Paris del final de los Borbones estaban asolados de homosexualidad. La homosexualidad es el signo anunciador de los desmoronamientos, de las conmociones, de los trastocamientos, de las catástrofes. Es el síntoma mismo de la decadencia, de la pérdida de sentido, de la anomia. Su ruidosa alegría es artificial y sin futuro, sus placeres gritones y escandalosos carecen de posteridad. Los homosexuales son los sacrificados de las épocas perdidas, se consumen ellos mismos en inmolaciones absurdas. Son los suicidados de las sociedades sin fe ni porvenir, los hijos monstruosos de las generaciones gozadoras, hedonistas e inconsecuentes, sus minotauros devoradores encerrados en los laberintos sin meta de los siglos insensatos. Siempre ha habido homosexuales, pero cuando estos se reproducen y dominan la escena, es que la cosa va mal…
La homosexualidad es la forma extrema de esta perversión del amor en el cual, a través del otro, no es más que a si mismo a quien se busca. De ahí el espantoso mimetismo que reina en el ambiente gay y la destrucción de la personalidad que es su corolario, y que sólo tiene equivalente en las grandes experiencias totalitarias y revolucionarias del siglo pasado y en los movimientos sectarios extremos. Podría ocurrir que la homosexualidad se convierta, en las sociedades lánguidas y exangües, de acuerdo a los piadosos deseos de las organizaciones gays, en una nueva forma de revolución totalitaria o en una epidemia sectaria.
Es la moda actual tener un amigo “homo”, como antaño lo fue el tener amigos judíos, negros o árabes… (Recordemos el éxito de la discriminación positiva en la industria cinematográfica y televisiva en la cual el público apodaba “negro de servicio” al protagonista de origen africano. Lo hemos reemplazado por la “loca de servicio”).
Pongamos enseguida las cosas claras: nunca hemos tenido amigos judíos, negros, árabes u homosexuales (por retomar las categorías de personas que se dice que han sido o son discriminadas): tenemos amigos, y punto. Lo que no impide para nada que algunos de ellos sean judíos, árabes, negros, homosexuales o lo que sea. Pero son amigos ante todo, y no “amigos judíos”, “amigos árabes”, etc. Pero si nunca hemos perdido un amigo a causa de su negritud (según la expresión no peyorativa de Leopold Senghor), de su judaísmo, etc, en cambio hemos perdido algunos a causa de su homosexualidad. No es que sus prácticas sexuales nos dividen al punto de impedir la amistad, sino porque, vampirizados por la identidad colectiva gay, su personalidad se ha fundido en la masa, disuelto, desaparecido. Sin duda ha habido pocos movimientos sociales contemporáneos que practican un lavado tal de cerebro, una manipulación tal de los conceptos, un adoctrinamiento tal, una refundición tal de la personalidad, fuera aparte de algunos grupos islamistas.
Lo importante no es tanto el derrumbe de la amistad como la consecuente pérdida del amigo, la desaparición de la persona que se ha conocido, rápidamente lobotomizada, obsesionada, fanatizada, que sólo habla de su “sexualidad diferente” y de su “comunidad” y que no ve más que a través de su prisma. Es otro tanto como lo que le ocurre a algunas familias que “pierden” a alguno de sus miembros al hacerse musulmán fanático o adepto de una secta. La supuesta “comunidad homosexual” es en muchos de sus aspectos un fenómeno sectario. De él tiene todas las características, todas las taras, todos los vicios y carga con todos sus peligros (piénsese en esas redes de seropositivos que se transmiten voluntariamente el virus del Sida en una parodia sodomítica de “apadrinamiento” en la cual se dan por vía anal la enfermedad y la muerte como “regalo”, “don”o “gift”, según sus propias palabras”).
¡Pobres de aquellos homosexuales independientes que no se suben al carro de los todopoderosos lobbies gays y no abjuran de sus ideas o de su personalidad! ¡Pobre del homosexual discreto que no exhibe su vida privada a la luz pública y no reivindica nada, pues las brigadas del “coming out” lo someterán a chantaje o amenaza para que confiese públicamente su homosexualidad! ¡Pobre del maricón de derechas, del sarasa reaccionario que rechaza totalmente el casamiento gay, la adopción, la gay pride, las leyes contra la “homofobia” y todas esas reivindicaciones de mal gusto y demás gilipolleces y chorradas… ¡Serán tratados de traidores, de heréticos, de transfugas!
Hemos sobrepasado ampliamente los límites tolerables de la “homofobia”. Las leyes contra la homofobia, que son ideológicas y demagógicas, van en el sentido contemporáneo de los “derechos” particulares, al abandonar perniciosamente el sentido tradicional de la ley general y universal ante la cual todos los ciudadanos son iguales. En esta lógica también tendrá que haber leyes contra cualquier tipo de discriminación: negrofobia, arabofobia, judeofobia, islamofobia, cristianofobia, sinofobia, etc…
Además, como la homosexualidad no es un estado (como lo es ser negro, blanco, minusválido…) sino una práctica, ¿por qué no hacer una ley contra la vegetalofofia (fobia a los vegetales). ¿Vamos a obligar a los restaurantes a servir menús vegetarianos para combatir la vegetalofobia? Y en caso afirmativo, ¿quién garantizaría que la lucha contra la vegetalofobia no impidiera que los vegetarianos pudieran tener comidas libres de materia animal en todos los restaurantes? ¿Vamos a hacer leyes para proteger a los vegetalófobos y de paso leyes para impedir el odio a los carnívoros? ¿No son ya demasiadas leyes? ¿Hacia dónde nos dirigimos?
Esta lógica absurda de leyes particulares que defienden los derechos de categoría particulares de la población (¿pero acaso los homosexuales forman una categoría, un grupo, una población?. Que tienen en común la “loca de gimnasio” depilada hasta las cejas, el peluquero de un pueblo cualquiera, el versallesco modista o el exquisito escritor “antigua Francia”?) lleva a la categorización de la población en grupos, prácticas y etnias, y eso es fundamentalmente antirrepublicano y pernicioso.
A la generalización de los derechos privados se añade las tonterías de la “paridad” y de la “discriminación positiva”. Pronto habrá un “premio a la diferencia”. Como ocurre en algún ayuntamiento bien conocido (Paris), en el que está bien visto pertenecer a la misma “comunidad” que su alcalde (Bertrand Delanöe, homosexual reconocido), y como ocurría con los monstruos sagrados en la corte de los antiguos reyes del Congo. ¿Tendremos que desear que nuestros hijos nazcan deformes u homosexuales? Todo esto se ha vuelto absurdo. Las leyes generales que castigan la discriminación y el racismo bajo todas sus formas ya eran suficientes, y añadir leyes que protejan a categorías particulares de la población no es más que demagogia e ideología, clientelismo y corrupción de los principios de una sana república.
¿Y qué decir de las reivindicaciones de reconocimiento del “matrimonio homosexual” (¡insondable antimonia!) y de la “familia homoparental” (¡absurdo oximorón!)? He aquí que los homófilos no sólo exponen ante el público sus estériles amores, sino que además reclaman los mismos derechos conyugales y familiares que los heterosexuales. La ausencia de discriminación ya no les basta, también quieren imitar a los padres normales y a la familia natural, ¡la única verdadera la única real!
Si la sociedad debe absolutamente defender y favorecer la familia, célula fundamental y primer lugar de la generación y de la educación, por lo tanto absolutamente necesario a la regeneración de la sociedad y a la formación de sus ciudadano, ¿qué le aportan en cambio los amores homófilos? ¿Son estos útiles al bien común y conformes al interés general? Hubo un tiempo, el de la Reforma y de las Luces en el que se consideraba a las órdenes religiosas, sobre todo las contemplativas, como estériles e improductivas… ¿Qué decir entonces de la homosexualidad? ¿Por qué la ley, que sirve el bien común y el interés general, tendría que garantizar a la inútil homosexualidad los mismos derechos e instituciones que la fecunda heterosexualidad: matrimonio, familia, etc…?
Los verdaderos republicanos, los auténticos servidores de la res publica, del bien público, todos los ciudadanos consecuentes, todos los defensores del sentido común, tendrían que oponerse con firmeza al reconocimiento de esos “derechos” para los homosexuales. Que estos se contenten con vivir sus amores desviados en privado y se den por satisfechos de poder hacerlo (ya que eso no es precisamente lo que pueden hacer en muchos países, sobre todo los musulmanes) en lugar de exhibirse sin ningún pudor y de reclamar aquello a lo que no tienen derecho. De seguir la peligrosa lógica de la “discriminación positiva” (que es un verdadero “racismo en negativo”) pronto llegaremos a las cuotas mínimas de homosexuales en las empresas, las escuelas, los partidos políticos y los sindicatos.
A lo que asistimos, bajo la cobertura de reivindicaciones anodinas surgidas de buenos sentimientos (de los cuales el infierno está empedrado, no lo olvidemos), no es ni más ni menos que a la disolución de la democracia, a la destrucción de la sociedad, a la desaparición de bien común.
http://es.wikipedia.org/wiki/Pederastia_en_la_Antigua_Grecia
La pederastia griega (del griego ???????????), idealizada por los griegos desde la época arcaica, era una relación entre un joven adolescente (????????, er?menos, ‘amado’) y un hombre adulto que no pertenecía a su familia próxima (???????, erast?s, ‘amante’). Surgió como una tradición aristocrática educativa y de formación moral. Los griegos la consideraban por ello un elemento esencial de su cultura ya desde los tiempos de Homero. Es importante señalar que la diferencia de edad entre er?menos y erast?s es paralela a la que se daba entre los contrayentes del matrimonio en la antigua Grecia: un hombre en la treintena y una jovencita de entre quince y dieciocho años. También cabe remarcar que el erómeno era un adolescente ya entrado en la pubertad y no un niño, como se entiende en el concepto actual de pederastia.
El término deriva de la combinación de dos vocablos griegos: ????- (raíz de ????, ??????, ‘niño’ o ‘muchacho’) y ??????? (erast?s, ‘amante’; cf. erotismo). En un sentido más amplio, la palabra se refiere al amor erótico entre adolescentes y hombres adultos. Los griegos consideraban normal que un hombre se sintiese atraído por la belleza de un joven, tanto o más que por la de una mujer. Sólo había controversia sobre la forma en que debía expresarse este deseo.
“Las leyes contra la homofobia, que son ideológicas y demagógicas, van en el sentido contemporáneo de los “derechos” particulares, al abandonar perniciosamente el sentido tradicional de la ley general y universal ante la cual todos los ciudadanos son iguales.” ud lo a dicho, los gays se han separado, creado un mundo paralelo porque durante dos mil años jamas se los trato como iguales, de que sirven tales leyes a un gay hasta los 60 si uno es “descubierto” sera tratado como un fuera de la ley? la rebelión gay es lógica , porque esas leyes universales que ud menciona jamas… Leer más »
mi resumen
homosexualidad=decadencia=desaparecer de la historia
La idea de la práctica homosexual como derivación del narcisismo es plausible -en los sujetos normalmente constituídos biológicamente, se entiende-. Y el narcisismo es una expresión de egoísmo, o sea de la incapacidad de amar en general. Por otro lado, la anormal incidencia de prácticas homosexuales en los recintos o instituciones cerradas donde conviven forzosamente miembros del mismo sexo, como cárceles, etc. demuestra que el ser humano es potencialmente bisexual. La misma denominación de los interesados para describir su orientación lo corrobora: “opción” sexual lo llaman. O sea, algo elegido voluntariamente entre otras alternativas posibles. Por consiguiente, si la homosexualidad… Leer más »
Los dos últimos párrafos son un despróposito. Erastes y Erómenos eran los vocablos griegos para designar al maestro iniciador y al joven iniciado que aspiraba a convertirse en hombre, “amante y amado” traducido literalmente, sí, pero no con la connotación sexual que se le dá en la actualidad a los vocablos Amante-Amado, sino enmarcados dentro de la correlación Maestro-Alumno, porque en la mentalidad de la Antigüedad se distinguía claramente entre el amor carnal y el amor platónico, y estas relaciones estaban fundamentadas en el segundo, considerado más elevado, más desinteresado, disociado de lo carnal, y más capaz de inculcar virtud… Leer más »
Los autores de este artículo no tienen ninguna responsabilidad en la inclusión del enlace de la Wikipedia. He traducido el artículo y me pareció oportuno señalar que al hablar, en la primera frase de pederastia, era conveniente saber el sentido que tenía entonces en la antigua Grecia, ya que actualmente se entiende que la pederastia es la relación sexual entre un adulto y un menor de cualquier edad, cosa que no era así en la época señalada. De todas maneras, queda claro que los autores darían por buena esa puntualización que introduzco como material anexo ya que hablan textualmente del… Leer más »
He vuelto a leer, esta vez con más atención, los dos párrafos del enlace de Wikipedia. En principio no he visto nada que contradiga frontalmente lo que señalas, ya que en Wikipedia se afirma que la pederastia surge como una tradición aristocrática educativa y de formación moral, que es lo que tú dices al hablar de maestro iniciador y alumno iniciado. Se añade que: “En un sentido más amplio, la palabra se refiere al amor erótico entre adolescentes y hombres adultos”. Se reconoce que este no era el sentido original de esa relación. Pero una lectura detenida me lleva a… Leer más »
“Se añade que: “En un sentido más amplio, la palabra se refiere al amor erótico entre adolescentes y hombres adultos” Ese “sentido mas amplio entendido como amor erótico” se encuentra exclusivamente en la cabeza del autor homosexualista que ha escrito dicho artículo, puesto que lo de “erótico” lo pretende relacionar en todo momento con actos carnales. “La Hélade fue un tiempo más tolerante y propicio para la práctica homosexual” Comprenderás que existe un salto insalvable entre presentar la Hélade como una época mas tolerable, cosa cierta, y presentarla como una época en la que la homosexualidad-pederastia no solo estaba totalmente… Leer más »
“Comprenderás que existe un salto insalvable entre presentar la Hélade como una época mas tolerable, cosa cierta, y presentarla como una época en la que la homosexualidad-pederastia no solo estaba totalmente normalizada, institucionalizada y bien vista, sino que era practicada de forma masiva.”
Completamente de acuerdo.
En cuanto a Alejandro Magno, si su homosexualidad o bisexualidad es un mito, y pareces estar bien informado, otros personajes de ese calibre (jefes militares, guerreros…) si lo fueron. Aunque el ejemplo fuera erróneo, lo que quería decir es que entre este tipo de personajes viriles no faltaron esas prácticas.
Pués no me equivoqué..,cuando dije que los “españolitos mesetarios” venían de por “Grecia”…claaaro,los “echaron” de por allí…,por ser demasiado “maricones y mamones” para el gusto refinado de Demóstenes y compañia…,BAAAAAAAAAAAH chicos hay que salir de esta mierda llamada “Españistán” antes que seamos como ellos…porque ya se sabe que la “mierda se pega”.Visca Catalunya “mamones”
A ti, si que queda una carrera larga de chupa pollas pero moras, no te que da nada májate quizás te den un diploma made in Arabia del mejor marica de la historia, eso si ya no estas haciendo practicas, descerebrado vas a tener que roer España asta el fin de tus dias.
Pues no se chaval, en todas las cadenas de televisión es donde salen los maricones dandose por el culo en las playas y discotecas, por toda cataluya…
Sale la peñita dandose por culo, en la playa tal, o la playa cual… salen lamiendose el ano en la discoteca tal o la discoteca cual…
Y los demás catalanes disfrutando del espectaculo de dos o tres o cuatro tios dandose por culo, y aplaudiendo al que más caña le da a los otros…riendose y creyendose muy modernillos.
Que seguramente es lo que te pasa a ti, claro
A Ver Nefandario, ahí maricones son todos, tu el primero o el segundo, y si no emasculado eneuco, Carmen de Mairena es de ahí, Eduarod Gamir y tantos otros, pero ¿no vas a la manifa separata de mierda? a que irás luego, Cacaluña te lo agradece y comete una con cebolla para que se te repita, que te invito yo, que como eres tan tacaño, no te comes ni la tuya, para ahorrar.
Osea ¿que para ser un hombre de verdad hay que mamar pollas? jajajaja. Estos anglosajones no saben como dar salida a sus depravaciones.
Como he dicho cien veces, el tema de la alta homosexualidad en al antigua Grecia es un mito creado por catedráticos decimonónicos ingleses proselitistas(ellos también eran homosexuales). “Casualmente”, el origen del mito de la homosexualidad griega y el “aprendizaje por pedofilia” se remonta a este hombre, Walter Pater, un profesor de Oxford conocido por su homosexualidad y por sus líos con alumnos, como por ejemplo William M. Hardinge o el famoso poeta Oscar Wilde. Esta camarilla de victorianos decadentes es la responsable de haber acomodado la historia griega a sus fantasías personales (es de esperar que, para un profesor que… Leer más »