Que no se equivoque nadie, la polémica que intentan levantar algunos personajillos y rateros de poca monta ya caducos bajo la falsa y absurda bandera independentista catalana, sobre las declaraciones realizadas por el coronel Francisco Alamán Castro, no son más que una excusa para volver a arañar alguna línea en las páginas mediáticas, ya que cada vez les cuesta más mantenerse en el escaparate de la actualidad al haber caído en el olvido y haberse quedado al descubierto frente al propio pueblo catalán, que, tras concederles su momento, pudo ver cómo éstos mangantes se llenaban los bolsillos propios y los de sus amigos en nombre de la independencia de su pueblo, de la misma manera que hacen los más bajos dictadores de países tercermundistas africanos.

En definitiva, habría que preguntarse qué meritos tienen unos y compararlos con las supuestas ofensas y amenazas de aquel, al que
señalan como el agresor del pueblo catalán, quien lo único que ha dicho es que es un servidor del Estado y que cumplirá la ley en su
artículo octavo de la Constitución para proteger al pueblo, incluido el catalán de todos estos herederos de movimientos asesinos y terroristas, cuyo único mérito es que se convencieron hace tiempo que en lugar de pegarle tiros en las rodillas a los profesores
universitarios, podían robar desde el despacho y el coche oficial sin mancharse las manos de sangre.

Lo cierto que de los amigos Tarda y compañía, lo único que se puede decir es que formaron parte de una corriente que ha hundido al pueblo catalán, que le ha dejado en la auténtica miseria, que le ha convertido en un pueblo arruinado, donde ya no se pueden mantener abiertos los hospitales, donde se despide a los trabajadores, donde se bajan los sueldos, donde se recortan los servicios, se desahucia a la gente. Y todo ello, mientras alguno de éstos “gualtrapas” viajaban como dictadores del tercer mundo en los suculentos y caros coches oficiales, con chofer y todo, comían en los mejores restaurantes a cuenta de los que ahora ya no tienen ni trabajo, los mismos que repartían el dinero de los impuestos expoliado a los de siempre, a los mileuristas, a los que madrugan, a los que si pagaron sus impuestos.

Del coronel Francisco Alamán Castro, lo único que se puede decir es que su trayectoria profesional, lo único que le ha dado ha sido la Gran Cruz de Caballero de la Orden de San Hermenegildo a la Constancia Militar, así como las diversas Cruces al mérito militar de primera clase con distintivo blanco, es decir, varias condecoraciones –por así llamarlo- por defender incluso con su vida si fuera necesario a su pueblo, a España, a los gallegos y a los andaluces, a los catalanes y a los vascos, ¿alguien da más?

Señor Tarda y compañía, ustedes, les guste o no siguen siendo españoles, nadie les obliga. Lamentablemente forman parte de esa
“casta casposa” y mugrienta que ha llevado al país a la ruina y los que sí somos demócratas insistimos en soportarles por no echarles al mar, precisamente porque nosotros, los constitucionalistas pensamos que en un Estado democrático tiene que haber de todo, incluso descerebrados, aportunistas y exterroristas. Nuestras armas son la Constitución y la Ley. Desde ésta columna le animo a que acuda al Parlamento Europeo, para que allí comprueben que en España, entre otras cosas, también tenemos payasos y bufones de feria que hacen su papel incluso en tiempos de crisis.