Los ‘cordobeses’
Si muchos opinaron sobre un asunto que me tuvo como protagonista, no podía faltar mi testimonio sobre el debate de Córdoba Internacional TV al que acudí como invitado. De entrada y nobleza obliga, el trato recibido antes y después del programa fue impecable y exquisito. Lo cual valida mi teoría de que se puede respetar y hasta sentir un cierto aprecio por los musulmanes en tanto su obediencia a la moral natural prevalezca sobre la otra. Una cosa es el trato epidérmico y otra la sustancia. Y la sustancia siempre es más importante que el confeti televisivo.
Uno de los síntomas que indica el declive de una sociedad es cuando ahonda en lo superficial y pasa de largo sobre lo profundo. Por este motivo y por mucho que los debatientes trataran de convencerme de lo contrario, la realidad sigue siendo la que es. Ni miles de debates televisivos servirían para camuflar un hecho para mí incontrovertible: todos los países islámicos son un verdadero asco. Son un asco sus calles, la estética de sus ciudades, sus atavíos, su organización social, su sistema de vida, sus valores cívicos, sus normas, su fatalismo… No puedo aceptar que, sin más argumentos que la prodigalidad en la actividad procreadora subvencionada, terminen heredando el fruto de dos mil años de civilización occidental y el esfuerzo de cientos de generaciones sobre las que gravitó lo mejor y más fecundo de la creación humana.
Creo firmemente en la superioridad de mi civilización sobre la de ellos. Dentro de unos días se conmemora el aniversario de la epopeya de las Navas de Tolosa. Si los vencedores de aquella batalla no hubieran sido cristianos, sino sarracenos, mi país habría sido otra cosa, quizás Marruecos, Afganistan o Túnez, pero nunca lo que fuimos y lo que a pesar de todo aún seguimos siendo.
Defiendo y defenderé siempre que el mundo occidental no debe abdicar de los valores que le han hecho progresar, y aunque seamos pocos los que resistamos hasta el final, seguiré defendiendo la civilización que se pretende hacer añicos. Tenemos supuestos muy difíciles de rebatir. Ponga usted a 80 millones de alemanes en Egipto o a 100 millones de anglosajones en Nigeria. Como único equipaje, su ética del trabajo y su sentido del orden, de la justicia y del esfuerzo. Ahora saque usted a los 80 millones de egipcios y trasládelos a Alemania. Y ponga a los 150 millones de nigerianos rumbo a las islas británicas. Al cabo de unos pocos años; qué digo años, al cabo de unos meses, Alemania sería un país apestoso y en las islas británicas anidaría el hambre y las batallas tribales, mientras que Egipto y Nigeria engrosarían la lista de las veinte primeras economías mundiales. Por consiguiente, ¿qué nos aporta el islam si allí donde existe sólo hay desolación, pobreza, suciedad, desigualdades, corrupción, desprecio a la dignidad humana, esterilidad científica, desorden, anarquía…
La televisión a la que fui invitado está subvencionada por Arabia Saudí. Es necesario explicar que en Arabia Saudí predomina el wahabismo, la corriente islámica fundada por Mohamed Ibn Abdel-Wahab. Abdel-Wahab codificó la religión en jurisprudencia y aumentó considerablemente el número de prohibiciones que pesan en la vida diaria sobre un creyente musulmán. El wahabismo ha servido para que la religión islámica sea entienda hoy por millones de fieles como un mero conjunto de preceptos rigurosos y que se acepten como verdades incontestables aspectos que contradicen abiertamente la ciencia desarrollada en los últimos 500 años (en algunas ‘madrasas’ se insiste en que la tierra es plana y algunos wahabíes prohiben la fotografía). De otro lado, el wahabismo desprecia absolutamente a la mujer, y es partidario de una separación estricta entre los sexos.
Pero el aspecto más peligrosos de la interpretación wahabista de la religión es el referente a la Yihad. El wahabismo no ha considerado nunca suficiente el extender la religión por la predicación hablada o escrita, sino que ha visto en la espada el mejor medio para la propagación de la fe, y la emplean contra todo aquel que entienden que es enemigo de su visión de la religión (incluidos los musulmanes que entienden “tibios” o desviados del verdadero Islam). Los wahabistas basan su posición en una interpretación inmovilista del Corán. Así, cuando Mahoma dijo: “sois la mejor comunidad de la humanidad; buscáis el bien y prevenís el mal, ellos entienden que su interpretación de la religión es la única verdadera y deben hacer la guerra santa a todo aquel que difiera de esa opinión.
Arabia Saudí ha adoptado oficialmente el wahabismo en sus escuelas y en su vida social. El movimiento wahabí no habría sobrevivido sin el apoyo político y económico de Arabia Saudí. La mayoría de las organizaciones terroristas islámicas no existirían sin el sustento ideológico del wahabismo.
El wahabismo tiene entre ceja y ceja la recuperación de Al Andalus. Su ventaja sobre nosotros es que conocen perfectamente nuestras debilidades y cuentan con un sustento normativo que sirve a sus pretensiones. Cuando el musulmán converso de origen español reclama una mezquita en Cataluña o reivindica un marco legal que proteja la diversidad cultural, lo hace desde la legitimidad que le confiere su ciudadanía española. Eso lo saben los saudíes y por eso dedican ingentes cantidades económicas al reclutamiento de conversos, lo cual no es nada difícil visto el desnortamiento moral e intelectual que treinta años de ingeniería social ha provocado en la enfermiza masa lanar española.
Por desgracia, España no es la única. Hace unos meses, rodeado de estudiantes egipcios de tendencia islamista, Obama puso al islam como ejemplo de “tolerancia”. Obama sigue el mismo hilo argumental y derrotista de los dirigentes de la vieja Europa, felizmente pasados a fuego en algunos comicios electorales, pocos aún. Obama propaló asimismo una de esas mentiras que a base de repetirlas terminan convirtiéndose en leyenda. La pretendida liberalidad de los musulmanes que vivieron en Al Andalus es una de esas patrañas que no resistiría un análisis imparcial. Al Andalus fue un gigantesco mercado de esclavos, un capítulo negro de la historia española, cuyos excesos pagan aún hoy los andaluces en forma de atraso con respecto a cualquier región europea. Como la Grecia invadida por los otomanos; la antigua Cartago sometida por las huestes árabes o las sorprendentes civilizaciones babilónica y mesopotámica antes de ser islamizadas. No se enteran, o quizás sí, de que el Islam, tal y como hoy es percibido por millones de musulmanes residentes en Europa y Estados Unidos, sólo genera fanatismo, odio comunal, intolerancia y tendencias terroristas.
En su pretensión de conjugar el agua y el aceite, adobando el imposible guiso con la Alianza de Civilizaciones, perejil de todas las salsas, los políticos tradicionales europeos prefieren antes quedar bien con los islamistas que proteger a sus compatriotas. Enarbolando la bandera de su oposición al islam, políticos como Josep Anglada se están jugando el tipo en un desesperado intento de vertebrar el instinto de supervivencia de la civilización occidental.
Hace unos meses, una botarate holandesa, ministra de no me acuerdo qué, propuso destinar millones de euros para la reeducación de los fanáticos. No pueden ser tan ingenuos. No pueden ignorar hasta ese punto el peligro. Para mí que esos burócratas europeos cobran de Arabia para hacerles el trabajo sucio.
En primer lugar, el islam no es una religión inspiradora de un ideal de paz y de convivencia pacífica. El islam es un estado de sumisión mental en cuyo nombre se perpetran nueve de cada diez atentados de cuantos tienen lugar en el mundo. ¿Cómo calificar de “tolerantes” a los adoradores de un Dios que sólo predica carnicería y mortandad? ¿Quién es ese Dios de justicia que castiga una ceguedad que promueve él mismo? ¿Con qué derecho pretenden imponernos sus creencias en todos los países de Europa? Y si se atribuyen el derecho de atacarnos, ¿no tenemos nosotros el derecho de defendernos?
Es imposible establecer las bases de un acuerdo multicultural, tal y como pretenden Obama y los corrompidos políticos tradicionales europeos, cuando las mentes de la mayoría de los musulmanes que habitan el planeta se hunden en la oscuridad del martirio, los mitos tribales, las costumbres y los valores de la época medieval. El terrorismo, la barbarie y el derramamiento de sangre provocados por este fanatismo son el producto de sociedades estancadas y de sistemas corrompidos. No hay un solo país islámico en el mundo que quede exento de tales taras. Pero lo inquietante es que en ese universo de fanatismo y terror tampoco haya voces críticas, ni que se haya alzado una sola voz autorizada condenando los atentados terroristas en nombre de Alá y señalando a sus inductores y cómplices. Ustedes lo vieron. Les pregunté en el debate por qué no se condenan los atentados islamistas de Nigeria y salió la del velo hablando de mejillones. Pues qué tranquilo se queda uno.
Hace unas semanas, un diario británico publicó una esclarecedora encuesta: la mayoría de los musulmanes residentes en el Reino Unido quieren imponer la sharía en el país. En Alemania, de existir datos demoscópicos sobre la cuestión, los resultados serían igual de desalentadores. Los musulmanes que viven en los países escandinavos ya no simulan que su objetivo no es la integración, sino la imposición de estados islámicos reglados por leyes y costumbres islámicas. Pero de qué van a vivir cuando eliminen al hombre europeo. ¿Quiénes les pagarán los servicios sociales, los gastos médicos, los vales de comida, los colegios para sus hijos?
En países tan cercanos como Marruecos, quienes propugnan una sociedad democrática y liberal son una minoría entre la población, ampliamente solidaria con los movimientos terroristas islamistas y, frecuentemente, violentamente antioccidental.
Esa “religión de tolerancia” ha sido siempre un foco de discordias y no dejó nunca de esparcir la desolación en todos los pueblos en que ha estado. Hace años, un lidercillo islámico de Melilla lanzó contra mí uno de esos peligrosos anatemas orientados a que algún fanático se lo tome al pie de la letra. El motivo fue una reflexión pública en el curso de unas conferencias sobre convivencia religiosa. Dije entonces lo que mantengo hoy. Atribuyo al profeta del “tolerante” islam la virtud de su carácter artero y atrevido, como prueba el que, para lograr su fin, excitara con bastante destreza las pasiones del pueblo que quería gobernar. Habló con nombres simples y crédulos y les inventó prodigios. Elevó la vanidad de los árabes despreciando las ciencias; excitó su codicia con la esperanza del pillaje; no tenía nada que dar en la tierra y creó ríos de miel y complacientes huríes en el cielo, haciendo desear la muerte como un bien supremo; ordenó a sus fieles que fuesen a un desierto a rogar a un Dios que se encuentra en todas partes; amenazó con el infierno a los cobardes; prometió el paraíso a los valientes; fortalece a los débiles con la opinión del fatalismo. Otros de los tolerantes preceptos del islamismo ordenan a los musulmanes lavar sus manos con agua (y no abstenerse de sangre), ayunar de día (y devorar de noche), dar limosna de sus bienes (y robar los ajenos) y confiarlo todo a la determinación de Alá (base del determinismo islámico y del subdesarrollo científico de sus países).
Claro que lo peor es lo que hay al otro lado del espejo. Somos una civilización con miedo, lo cual hace aún más negativos los efectos de ese totalitarismo, porque, además del daño directo a sus víctimas, sus efectos deterioran la totalidad del tejido social. Lo que dicen a diario los políticos occidentales respecto a la “tolerancia” de los musulmanes no lo diría nadie que conociera de verdad la mentalidad islámica. ¿Ignoran estos traidores que los gestos de buena voluntad y las lisonjas son interpretados siempre por los mahometanos como muestras de temor y debilidad hacia ellos? No pueden ser tan ignorantes. No pueden ser tan inocentes. No pueden ser tan pardillos. No pueden ser tan cabrones. Forzosamente lo que dicen tiene que responder a un siniestro guión para acabar con la civilización occidental y el Cristianismo. Algunos ya trabajan abiertamente para los países del Golfo.
La Iglesia no es menos culpable. La Iglesia ha perdido la fe en su misión trascendente y también el sentido común. Ha olvidado que las parroquias se llenaban de fieles cuando los curas bramaban desde los púlpitos contra los enemigos de nuestra fe mientras que ahora balan sin cesar y se regocijan de su fracaso como si este drama no fuera con ellos.
Entre los valores civilizados y la religión normal por una parte, y el islam por la otra, no puede faltar el compromiso, la verdad debe ser dicha; es una lucha por la libertad o la opresión. Eso lo empiezan a entender muchos europeos y el propio Wilders explicó en campaña que una alianza con el islam sería tan descabellado como si un pastor pusiera a los lobos a proteger al rebaño.
La perspectiva más noble que un musulmán ve jamás es el camino que le conduce a Occidente. La perspectiva más noble que Alerta Digital tiene es hacerles frente. No hay punto intermedio cuando hablamos de la ideología islámica. O sobrevive nuestra civilización o terminarán pasando a sangre y fuego a quienes no piensen ni vivan como ellos. Los políticos liberales europeos están demasiado comprometidos con sus amnésicas propuestas y sus cheques qataríes al portador para vertebrar la defensa de nuestra cultura, nuestros valores y nuestras creencias. Ni siquiera han sido capaces de comprometer a los musulmanes que viven en Europa en la defensa de los valores y las leyes que tanto se nos exige a los europeos.
Canción dedicada a nuestros héroes de la batalla de Las Navas de Tolosa, 16 de Julio de 1212.
http://www.youtube.com/watch?v=DkIJgGtOBZs
Felicidades una vez más por tan brillante articulo. VIVA ESPAÑA !!!
Hola estimado Armando..llevo tiempo fuera, alejado de la jauría de dementes que nos gobiernan y otros linces-zorras- de culo, estomago, meneo, y chicha y demás gases de letrinas … Sin duda sigo comprometido con vuestras casa.A.D. y en cuanto menester pueda algo diré- si es que alguna vez dije algo- Ya sabe tú el infierno supone tener pensamiento propio y a la vez querer quete entiendan..Dicho esto en cuanto al esplendido articulo.El otro día vi, con la vista bueno mejor dicho con las tripas,como unos hdp enfermos mentales y sanguinarios sarracenos daba muerte de un tiro, con dos balas el… Leer más »
Interesantísimo artículo, gracias por su testimonio.
Al valor del artículo, que es mucho, se añade el valor personal aun mayor de su autor, quien en medio del balante rebaño de una prensa que come en el pesebre del sistema que enzalza y sostiene, habla, casi en solitario de lo que importa y en los términos que ningún cobarde acatamiento a la correción política es capaz de silenciar. ¿Cuantos hombres de prensa ponen su voz en la defensa de nuestra cultura, nuestra civilización, nuestra patria? Un puñado, no más. Los demás hablan del sexo de los ángeles, no saben, no contestan. Y si acaso hablan de los… Leer más »
Don Armando ,doy a Dios gracias porque Ud hace que muchos no nos sintamos tan solos ante algo tan absolutamente siniestro como el islàm !. No hay otra alternativa que la lucha.La intelectual para hacer llegar el “mensaje” a todos los que aùn no se han enterado,pero tambien la resistencia moral y en caso necesario la fìsica.Es cierto que la situaciòn es para sentir una gran sensación de abandono.Polìticos y eclesiàsticos nos dan la espalda pero no nos dán mas explicaciòn que el consabido sonetillo del “ser humanitario”.Descaradamente se oyen a politicos decir que el islàm forma parte de Europa..Hay… Leer más »
sr Armando cada dia cada istante le admiro mas, algunos lectores tienen como idolos a Neruda,agatha christie,ken follen,cervantes,Miguel delibes pero yo como lector o aficionado a la lectura soy fan de: Armando Robles.
creo que en algun momento te lo dije pero si no te lo repito ahora: Eres un Mito.
Viene como anillo al dedo un antiguo dicho: “Tienes mas razón que un santo”, Armando.
El artículo como siempre fenomenal, la pena es que seamos los ciudadanos de a pie los que defendamos esta patria llamada España, todo esto quienes lo tendrían que defender son los políticos, en vez de mirar sólo por su bolsillo.
Los politicos han dejado bien claro (solo los muuuyyyy tontos no se han dado cuenta aun) que miran unica y exclusivamente sus bolsillos.
Nos toca al pueblo llano, a los que nos damos cuenta de que va la vaina (por cierto, cada vez mas gente) defender nuestra patria y nuestra cultura, tal como viene siendo normal a lo largo de nuestra historia.
Valiente y recio artículo de A. Robles, haciendo una vez más honor a su apellido. Sin embargo pienso que no es preciso para amar y defender a la patria invocar su superioridad sobre las demás. Yo no amaba a mi madre porque fuera la mujer más guapa del mundo… Repeler la agresión o invasión de lo propio es un instinto elemental, por no decir la base de toda pervivencia. Exigir a nuestros representantes que defiendan a quienes representan y que sirvan a los intereses de quienes les pagan para ello es de puro sentido común y de lógica universal. Consentir… Leer más »