La rebelión del cerdo
BD.- En vista de que pronto el cerdo y sus suculentos derivados serán unas viandas casi imposibles de adquirir normalmente cuando la policía de buenos hábitos alimenticios, en colaboración con las autoridades islámicas de los barrios, impidan el comercio a la vista de ciertos alimentos “malsanos” e “impuros”, aconsejo a quienes se quieran hacer ricos, acaparar chorizos, jamones (aunque sean del Dia o de Mercadona), salchichones varios, bratwurts y hasta cilindros de chopped, para la reventa en el mercado negro que surgirá necesariamente cuando estos manjares se vuelvan escasos y su consumo un delito.
Inviertan lo que sea en estas decentes y cristianas vituallas, que la gente se peleará por comprarlas a precios de escándalo. Pero estos avispados especuladores (entre los que me cuento) deberán preveer unos escondites en casa para despistar a la policía: tabiques huecos, muebles con doble fondo, techos falsos, cajas herméticas entrerradas en el jardín, etc.
No creo hacerme ilusiones vanas ni exageradas al imaginarme que un “pata negra” de bellota extremeña podrá alcanzar un precio equivalente a su peso en oro, y un lechón será el summun sólo al alcance de una minoría muy adinerada.
Surgirán fortunas de la mañana a la noche. Algunos llegarán a cambiar su televisor de plasma por un kilo de sobrasada o tres chorizos de Cantimpalo. Otros/as se prostituirán por un lomo embuchado y los más tirados hasta por una bandeja de jamón de York de la marca Hacendado. Se creará una nueva aristocracia: los que puedan costearse esos productos de cochino y los que tendrán que conformarse con sardinas en escabeche y lentejas sin guarnición. Habrá robos y asaltos. Crecerá el odio y el resentimiento. La gente se peleará por unas cortezas de tocino. En casos extremos se darán suicidios, incluso homicidios. Muchos enloquecerán. Otros se subirán a las grúas y amenazarán con tirarse al vacío si no le dan aunque sea un fuet de Casa Taradellas.
Surgirán formas de resistencia y solidaridad: unas ONGs de nuevo cuño distribuirán clandestinamente bocadillos de mortadela en lugares previamente concertados por Internet. La represión será dura. Todo individuo sorprendido por las fuerzas del orden en la vía pública con una cantidad de carne de cerdo en cualquiera de sus preparaciones superior al consumo autorizado de una persona/día será llevado ante el juez y juzgado en un juicio rápido para evitar la alarma social y dar un escarminento a los recalcitrantes. El curriculum de estos criminales saldrán en la prensa. Los reincidentes serán deportados e internados en un gran campo de reeducación en el desierto de los Monegros donde se les alimentará con una dieta a base de verduras y sémola para educarles el paladar.
Hay más. Como decía más arriba, la escasez de manjares de puerco destruirá los fundamentos de la sociedad: ya no habrá familia, reinará la sospecha entre hermanos y la envidia entre padres e hijos. Sordos rencores y sonoras manifestaciones de odio enturbiarán sin remedio las relaciones humanas. Todo el mundo tendrá los nervios de punta. Para mostrar su rebeldía los jóvenes más transgresores y con voluntad de seducir a las chicas se pasearán con camisetas que habrán cambiado la figura del Ché por la de los tres cerditos o la de Porky Pig.
Algunos con capacidades para la empresa criarán un cochinillo lechal en la bañera de casa hasta que alcance el peso ideal para una buena parrillada. Los telediarios nos informarán con detalle de las redadas policiales contra esos nuevos delincuentes. Nos acostumbraremos a ver las imágenes de los botines policiales, unas mesas con el material decomisado bajo el escudo del cuerpo: latas de paté Alcampo, embutidos, algún pernil, ristras de morcillas, longanizas de distintos calibres, un costillar de jabalí… Mientras tanto en las calles unas patrullas especiales harán controles aleatorios a los transeuntes y les obligarán a soplar en unos artilugios especialmente concebidos para detectar por las particulas microscópicas contenidas en el aliento de los controlados si estos han consumido carne de marrano en las 24 horas anteriores. Si el tocinómetro da más de 0,50mmg de aliento graso, el infractor será detenido y obligado a ingerir un mejunje para neutralizar los perniciosos efectos del prohibido alimento. Se les pondrá una pulsera electrónica para tenerlos localizados en todo momento. Los nombres y las fotos de los multireincidentes serán expuestos en carteles en la vía pública y en las oficinas de correos para escarnio de esos malvivientes.
Surgirán en la escena social nuevas categorías sociales cuya característica más señalada será el tener o no tener acceso a la alimentación vetada. Aparecerá un nuevo tipo de mendicidad en las calles. Seres sin dignidad pero con mucho apetito pordiosearán en las plazas: “¡Un frankfurt por el amor de Cristo, que me desmayo!”, “¡Un rabo de cerdo, 10 centimetros de chistorra, lo que sea!”. “¡Estoy con el “mono”, dénme una rebanada de manteca, el Señor se lo pagará al ciento por uno!”
En cada ciudad o barrio de más de 20.000 habitantes se habilitará un centro de desintoxicación para aquellos que se acojan a un programa voluntario. Ahí se les proporcionará una loncha de jamón dulce ligth al día para que se vayan curando sin trautamismos ni recaídas. A los casos más graves se le ofrecerá pechuga de pavo sin sal en envases falsos con dibujos de animales de bellota en la tapa (efecto placebo). Junto con esa vigilada dieta tendrán sesiones de asistencia sicológica y de autocrítica para que pueden liberarse de sus malas inclinaciones. Ante un público de pacientes en distintas fases del tratamiento y bajo la supervisión de personal especializado, el intoxicado con voluntad de salir de ese pozo contará su calvario y su liberación a la asistencia. “Hola, soy José Luis”, “¡Hola José Luis!” (todos a coro).
Proseguirá: “Durante mucho tiempo he comido cerdo a manos llenas, sin medirme. No tenía conciencia del daño que me hacía a mí mismo. No escuchaba más que a mi gula. No tenía límites, era insaciable. Mi vida llegó a convertirse en un infierno. Le sacaba dinero a mis padres para comprar en el mercado negro todo cuanto podía para satisfacer mi vicio. Estaba desmadrado, no controlaba. Me estaba hundiendo. Una vez le levanté la mano a mi padre porque me recriminó mi actitud y me sacó un bocadillo de sobrasada que escondí debajo del colchón de mi cama. Recuerdo sus palabras como si fuera hoy: “Por Dios, estás matando a disgustos a tu madre. Mira, te compro una ración de kebab en el paquistaní de la esquina, es sólo pollo, nada de cerdo, comida sana y legal. ¡Por lo que más quieras, haz un esfuerzo! ¿Qué vas a hacer de tu vida?”. En respuesta tuve unas palabras que me salieron del alma y que resuenan todavía en mis oídos. “A la mierda el kebab y la madre que lo parió!”.
Mi madre llorando y mi padre descompuesto, viendo ambos que no tenía remedio y que me encaminaba a mi perdición, me echaron de casa. Mientras me alejaba a trompicones por la calle oscura y desierta oí, por encima de los sollozos de mi madre, la voz de mi hermanita que me llamaba y ví, con el alma compungida, su infantil figura en la ventana de su cuarto con su osito de peluche en las manos diciéndome entre hipidos: “Te quiero José, no te vayas, quédate!”. Se me partió el corazón y unas arcadas sabrosísimas con alto contenido de tropezones de sobrasada me devolvió a la vida. Comprendí que tenía que hacer algo para salir de ese vía sin salida. Caí de rodillas, y apretando los puños pegué un berrido de dolor y rebelión: había llegado al fondo. A partir de ahí sólo me quedaba una opción: remontar a la superficie, aun al doloroso precio de renunciar a las salchichas de Viena. Y aquí estoy. Quiero recuperar a los míos. Llevo tres meses de total abstinencia. Mi cuerpo es ahora un templo que no pienso profanar”. En ese momento la supervisora intervendrá y pedirá un aplauso para José al público al borde las lágrimas y algunos con una crisis de ansiedad.
Mientras tanto, en las calles y plazas de las ciudades, bajo grandes carteles en colores vistosos con lemas y fotos explícitas contra la comida basura y a favor de la “Nueva Cultura de la Alimentación” proseguirá el intenso tráfico ilegal de carne insana. El crimen que generará esta delictiva actividad pondrá a la sociedad al borde del colapso. La crisis será de tal envergadura y calado que surgirán voces en el seno del mismo gobierno para sugerir una posible legislación para autorizar (dentro de un orden y con todas las precauciones necesarias para evitar la alarma social) la venta y consumo “responsable” y bajo estricto control estatal de algunas cantidades menores de la vianda prohibida: lonchas de bacón, salsichón a la pimienta, etc… Estas pequeñas cantidades serían comercializadas en envases donde se advirtiría a los posibles consumidores de los efectos perniciosos y aun letales de tal consumo: “El puerco mata”, “La carne de marrano tiene mucho colesterol” (esta última palabra en rojo y en mayúsculas), “Coma una morcilla y derecho al hospital”, “El tocino acorta la vida” “¿Por qué no prueba un yogur con bifidus activos…?”
Se organizará la resistencia.
Para que las personas no sucumban al lavado de cerebro del gobierno y a la acción represiva de sus diferentes agencias, algunos grupos de resistentes se reunirán en días señalados en lugares apartados y secretos y se intercambiarán distintos alimentos porcinos entre los presentes. Cada uno aportará lo que tenga y lo compartirá en una comunión gastronómica y digestiva que fortalacerá el espíritu de comunidad. Se intercambiarán rodajas de chorizo de Cantimpalo por tacos de chopped pork o rodajas de mordala con aceitunas Carrefour, y asi por el estilo. En fechas señaladas y en ocasiones especiales habrá unas comilonas de “peus de porc amb alioli” que llegarán al extremo de la naúsea y el vómito.
En medio de estos excesos reinará la fraternidad y el amor, pues el cerdo es vida y alegría: una potente droga que produce euforia y pérdida del sentido. Los asistentes a estos nuevos aquelarres llegarán de uno en uno o en parejas después de dar muchos rodeos para despistar a los espías y darán el santo y seña al vigilante: “España vino y tocino”, “El jamón es la hostia, santigua glorias y penas”, “El queso de jabalí quita el hipo”, “Del mar el mero y de la tierra el bellotero”, y cosas de este tipo.
En cuanto al vino, hay mucho que hablar, pero como decía Rudyard Kipling: “Esa es otra historia”.
Pues yo en los comedores sociales ..ponia todos los dias ricas viandas del cerdo …deliciosas…y el que no le guste …se ahorraria miles de comidas que otros necesitan…..
pensad bien en lo que os digo, esta muy bien todo esto pero no os distraigais, con estas cosas, escuchad, nuestros politicos el dia que se enteren que nos podemos comer la mierda, a los pobres nos coseran el culo, lo habeis cogido?
Buenísimo, jajaja. Ya dije yo que el autor tenía dotes de escritor.
Voy a tener que recomenzar….los moros al otro lado del estrecho…vale???
SI TODOS SOIS CERDOS, Y VIVIES EN UNA CERDERIA
Tus, primos hermanos o ya no reconoces a la familia, mira bien la foto veras como los reconoces, mora camuflada bajo nombre de Ana, reniega asta sus orígenes, coge la patera de vuelta, y no de dice ( vivies) (se dice vivís) analfabeta/o
Pero te gusta vivir en el país délos cerdos, si tu tanbien lo comes retrasada/o, si la grasa de cerdo esta en multitud de ingredientes alimentarios, no comos mierda por que no te la dan,
PD; recuérdate de mirar la foto de nuevo son tus familiares,
A mi, me gusta mas el olor de un cerdo mil veces mas, que el tuyo por que el agua la ves muy poco, leprosa sarracena,
¿Nos atacas a los blancos por defendernos de la invasión inmigrante? De acuerdo, tú lo has querido:
Como antiblanca, ¿cuándo les dirás a los anti-inmigracionistas japoneses «SI TODOS SOIS CERDOS, Y VIVIES EN UNA CERDERIA»?
Como antiblanca, ¿cuándo les dirás a los anti-inmigracionistas israelíes «SI TODOS SOIS CERDOS, Y VIVIES EN UNA CERDERIA»?
Como antiblanca, ¿cuándo les dirás a los anti-inmigracionistas chinos «SI TODOS SOIS CERDOS, Y VIVIES EN UNA CERDERIA»?
Antirracista es una palabra en clave para antiblanco.
Pues, haber con que hago yo el caldo gallego, si no puedo ponerle carne de cerdo ya que es el principal ingrediente carne de cerdo salada, pero los de la foto creo que ya los e visto manifestándose en la calle, increpando a un anciano español si mal no recuerdo,
por cierto, el coran dice que no se puede comer carne de cerdo, pero dice que se puede comer CARNE HUMANA DE LOS “INFIELES” ….ALUCINAD:
http://www.youtube.com/watch?v=MMaKI5y85LE
Esto prueba la bondad y la tolerancia del islam: nos consideran mejor que los cerdos.
Aunque la realidad sea tan triste, menos mal que el humor NO falta !!
jajajajjaajaaja
De lo que se trata es de imponernos sus costumbres y su forma de vida. En la Edad Media se consideraba un buen cristiano a un buen comedor de cerdo, ya que los judíos y los musulmanes se abstenían de consumir la carne de este animal. Pues bien, a mí que nadie me prive del jamón, los embutidos ibéricos, la morcilla, la chistorra, las chuletas, el lomo adobado, el morro, la oreja, los pies de cerdo o el secreto ibérico. Los musulmanes son muy libres de no saborear estas delicias (ellos se lo pierden), pero que no hagan como el… Leer más »
¡Ojo al aprche! Los moros que van con su Mercedes a Cáritas a buscar comida no tardarán en prohibir a los voluntarios comer productos derivados del cerdo. Los voluntarios deberán de alimentarse de pollo, cordero y filete de camello adobado. Hace años una empresa minera contractaró a un colectivo de Musulmanes, y los instaló en unos barracones con cocina propia. El cocinero era de origen portugués y en una enorme olla cocía careta, patas y otras partes del cerdo y añadia unas bolas de grasa para darle constáncia al caldo. Después lo colaba en el caldo metia las legumbres y… Leer más »
¡Pucha que me he reído con este reporteo, pero chicos, ni imaginar, hoy en algunos países comer pan ya está siendo una delicatese “cómo de caro está”, no sería nada inimaginable pensar que tanto por las políticas comerciales y las influencias musulmanas comer algunas cosas llegara a ser de algunos! Je,je,je,je,e…pero me he reído con esta historia…Dios quiera nunca ocurra…
¡Y con lo rico que es el Arrollado de Cerdo, con todos los aderezos que se le quiera poner, ummm mi abuelo los hacía para chuparse los dedos, y para qué decir de los asados que nos dábamos en su casa en el campo…! Je,je,je,je…Europa, Europa…dónde estás quedando….!
Cada hogar español, debería de tener como mascota a un cerdo.
VOSOTROS MISMOS SOIS LAS MASCOTAS.
Es increíble al punto que hemos llegado y a lo que hemos dado lugar… ya hasta nos dicen lo que debemos comer.
una cosa es que lo digan,y otra que lo hagamos,ja,ja,ja
El arma antimoros del futuro será… el hueso de una pata de jamón.
Si, en vez de una pata de conejo como amuleto, yo me colgare una de cerdo al menos se que no se me acercaran, ciertos indeseables,