Érase una vez un pueblo y un jefe
Existe la novela histórica. El argumento y los personajes de la novela histórica han sido tomados de la realidad, como fondo. El novelista pone en marcha su imaginación creadora; y así, la ficción y la realidad se mezclan. Yo no voy a escribir una novela histórica. En primer lugar, porque el tiempo escaso no me lo permite, y en segundo lugar, porque no me siento capaz de hacer algo que mejore lo que ya hay. Mi imaginación se siente agobiada y cohibida ante algunos de los monstruos españoles que han practicado este género literario.
Lo que sí haré en cambio será intentar narrar una fábula histórica. Cualquier parecido con la realidad no tiene por qué ser pura coincidencia.
Érase una vez un pueblo, que superada una lucha interna dolorosa, había recuperado la paz. Con trabajo asiduo y bajo la dirección de un jefe que custodiaba con autoridad la libertad, para que no deviniera libertinaje, ese pueblo vivía reconciliado y tranquilo, próspero y respetado, sano y fuerte.
Murió el jefe. El pueblo que había seguido angustiado su larga enfermedad, acudió a despedirle. Se formaron colas interminables, de día y de noche, con frio y con escarcha, para inclinarse ante su féretro, orar por su alma y decirle, con los ojos húmedos, el último adiós.
Al día siguiente, los que cortejaron al jefe irrepetible, los que gobernaron con él, los que le juraron lealtad, llamaron a sus enemigos, a los causantes de aquel enfrentamiento duro, que el jefe, con valor en la lucha, y con paciencia luego, había superado.
Los falsos amigos del jefe y sus adversarios, reunidos en la tienda del consenso, acordaron volver a las andadas. El consenso impuso que el azul se vistiese de rosado y que el rojo se disfrazase, por el momento, de clarete, y que unos y otros, juntos o alternándose, ocuparan el poder.
Para la vuelta a las andadas era preciso embaucar al pueblo. Al principio no fue fácil explicar a ese pueblo que los planes de esos hombres no eran otros que cambiar el amor por el odio, la prosperidad por la pobreza, el orden por la inseguridad, lo autóctono por lo de fuera, el prestigio por el desprecio, la vida por la muerte…
Para hacer más fácil la metamorfosis, el “consenso” recordó la fórmula de los hombres blancos que llegaban a la costa, atracaban en la bahía y se acercaban al poblado feliz con bisutería, baratijas y quincalla. Con ademanes y sonriendo, esos hombres del “consenso” ofrecían de todo, con promesas de un paraíso inacabable, pidiendo, en trueque, el tesoro del pueblo, forjado con sudor a través de la historia y la experiencia.
La mesa directiva del consenso -rosados y claretes- adoptó la fórmula por unanimidad. Se acercarían al pueblo, le ofrecerían la quincalla de todas las libertades que, afanoso en su quehacer diario y en el respeto a unos principios morales, ese pueblo sano desconocía. La ignorancia y el oscurantismo a que les sometió el jefe que acababa de morir -gritarían incansables- le había vendado los ojos.
Cientos de charlatanes recorrieron el poblado, entraron en las casas, predicaron las excelencias de su mercancía, el extraordinario espectáculo de la sociedad nueva que surgiría, con su voto, inmediatamente después de la reforma. Sólo una papeleta con el ‘Sí’ -¡qué poca cosa!- y se abrirían las puertas del mundo desconocido y alegre de la Democracia y la libertad.
Y las gentes del pueblo, sugestionadas, alucinadas, anestesiadas, drogadas por el brillo de la palabrería fácil, por la sonrisa de los profesionales de la seducción, cambiaron el tesoro por las baratijas.
A cambio del derecho a la vida, entregaron la propia. Delincuentes sin escrúpulos y terroristas sin alma les arrebataron las suyas, sin piedad, rematándoles y huyendo; y especialistas en el aborto asesinaron impunes las vidas en gestación.
A cambio del derecho al trabajo, se quedaron sin él y tuvieron que mendigar el sustento.
A cambio del derecho al honor y a la libertad de expresión, quedaron injuriados, calumniados, difamados, sin ninguna posibilidad práctica de defensa.
A cambio del derecho a la educación, se vieron forzados a enviar a sus hijos a una escuela única, laica y mediocre, laboratorio de todos las ingenierías sociales puestas en práctica.
A cambio del derecho a la intimidad, se vieron rodeados de espías, de confidentes, de chivatos, de oídos atentos y a la escucha de sus conversaciones por teléfono.
A cambio del derecho de reunión, se vieron atados, heridos por manifestantes con odio, por grupos amotinados que rompían cristales, volcaban vehículos e incendiaban y destruían a su antojo.
A cambio de la igualdad ante la ley, se encontraron divididos, diseminados: en lugares preferentes, con todos los privilegios, los rosados y los claretes, con buenos sueldos, amnistías fiscales, prebendas de todo tipo; y aplastados por el desempleo, los impuestos y la injusticia, los demás.
A cambio del derecho a la libertad sindical, se estableció el monopolio de los sindicatos de izquierda, intocables, y se cerró la boca de los no izquierdistas, destituyendo a sus apoderados elegidos por votación.
A cambio del derecho de ser internacionalmente respetado, se recibió ofensa tras ofensa del exterior; se vertían los residuos atómicos en la proximidad de sus costas; se asaltaban sus fronteras, se volcaban sus camiones, se humillaba a sus obreros y se apresaban sus barcos.
A cambio del derecho a autogobernarse, surgió la insolidaridad y el odio.
A cambio de la libertad de los empresarios, se contrataron a millones de asalariados extranjeros, que relegaron al hambre a los naturales y convirtieron el poblado en vivero de criminales, violadores, integristas y parásitos portadores de toda clase de pandemias.
El pueblo mordió la manzana, se dejó engañar por el príncipe de la mentira -seréis como dioses”- al morder y masticar la fruta sonrosada y alucinante del liberalismo.
Y nos hemos quedado desnudos.
¿Pero quién nos invitó a comer la manzana?
Porque la propuesta del marxismo nos habría asustado. Era preciso poner en juego voces que fueran amigas. Y la mesa del consenso escogió las voces tentadoras: las voces azules que se tornaron rosadas, las voces amigas, conocidas, a las que era lógico prestar oído.
Y la reforma se convirtió en ruptura; y la Constitución en desastre; y las autonomías en separatismo; y las ciudades en antros africanos; y las familias, en cosa del pasado.
Moraleja: Supongo que ese pueblo al que va dirigido esta fábula no apoyará el conjunto de los males enumerados. ¿Seguirá entonces votando a quienes le han servido de fácil instrumento? ¿Escucharán de nuevo sus palabras engañosas? O, por el contrario, ¿se dará cuenta de que el mal, aunque sea menor, no puede engendrar nunca el bien y que el voto útil -por no ser ni consecuente ni honesto- que sacó adelante la Reforma y la Constitución, y que fue mayoría en las elecciones precedentes, nos ha traído el mal mayor que tanto nos acongoja?
Excelente argumento, para una novela historica amigo Robles. Ese hombre, abrió minas, construyó centrales eléctricas, construyó pantanos. Obras utiles. no construyó como otros, aeropuertos sin aviones, trenes deficitarios, que ahora se encuentran estacionados en angares, autovias sin entrada ni salida. Permitió al españolito de a pie desplazarse en su 600 libre de peaje. Si amigos si. Ese hombre existió y dijo textualmente: “Que no se rompa España” Los mismos que lloraron su muerte, rasgaron España en 16 retales y se enriquecieron con el esfuerzo y sudor de un pueblo que muy pronto morrirá aquejado de enfermedades por carecer del capital… Leer más »
Muy bueno.
Quisiera aprovechar para decir que Franco ha sido uno de los mejores líderes que hemos tenido jamás en España, digan lo que digan, y que sus dos únicos errores como estadista fueron:
1: no ayudar a Alemania en su lucha contra el cáncer capitalista. Si bien consiguió mantener a España fuera de la II GM, no haber mandado a los invencibles soldados españoles para ayudar a Alemania en su lucha contra los culpables de nuestras actuales desgracias, constituye algo muy grave.
2: poner al Borbón de sucesor. Sin comentarios.
¡¡¡ MUY BUENO !!!!!!
Y lo ricas que se han hecho algunas minorías con este cuento de la democracia…empresarios contentos con la facilidad para despedir y contratar, políticos paletos millonarios, funcionarios enchufados, subvencionados verticales…
MUY BUEN ARTICULO, Y MUY CLARITO NI EL QUE SE FUE NI EL QUE VINO NO SE CON CUAL SE PUEDEN QUEDAN LAMENTABLE ESTOS PERSONAJES……..PERO LO PEOR ES QUE HAY QUIEN LOS VOTA.
Todo tiempo pasado fue mejor , claramente dicho se vivio mejor con Franco y el Franquismo que con la prostituida pseudo democracia mercantilista y vendida a el mejor postor extranjero internacional. Los gobiernos desde que murio el Generalisimo no han hecho mas que destruir poco a poco la nacion que el les habia dejado en custodia. Imponiendo a los Borbones en primer lugar hasta terminar en el espectaculo GROTESCO Y REPUGNANTE DEL YERNISIMO IÑAKI URDANGARIN. Estoy mas que seguro que los ciudadanos se merecen un mejor destino , no el que les estan imponiendo donde una panda de golfos ,… Leer más »
No será en la inmigración… lo del ejemplo digo..
HAY MI AMIGO TODO VENIA BIEN HASTA QUE HABLASTE DE AMERICA, CREO QUE SOS UN POCO HUECO DE CEREBRO GALLEGO, NO SOLO HAY ESTALLIDOS SOCIALES EN AMERICA EN TODO EL MUNDO MI QUERIDO NO TE CREAS MAS DE LO POCO QUE ERES…MUY BUEN COMENTARIO HASTA AMERICA DESPUES LA CAGASTE TE SALIO EL RACISTA.
Cuando una fábula se convierte en realidad, es que hemos perdido el norte en unos mundos relativos de los que no somos capaces de escapar. Hemos relativizado todas las dimensiones del hombre, desde la racional a la moral y de la política a la espiritual. Nuevos líderes han querido asentar bases en España para la eternidad, los llamamos partidos políticos pero no dejan de ser élites de poder totalmente desvinculadas a cualquier idealismo de siglos pasados o del presente. Son los “buitres de ciudad” vestidos con chaqueta y corbata pero con un gran olfato , su hambre es tal que… Leer más »
Un comentario excelente.
BUSQUEN LA FABULA LOS PATITOS Y GALLINAS . CUANDO LA LEAN 50 VECES , VOLVERÁN A LEERLA. SALUDOS . ES ACOJONATE .
Pone los pelos de punta leer la reciente historia de España descrita con tanta claridad. Lo que se recoge en el artículo es ni más ni menos lo que ha sucedido en España durante estos nefastos últimos 36 años. Ni Losantos ni César Vidal son “santos” (y valga la redundancia) de mi devoción, pero ayer estuve escuchando un programa en el que los dos hablaban de la España de Franco en la que de forma clara dijeron que en esa época se vivió bien ya que había cultura del trabajo, de la responsabilidad, de la seriedad, el esfuerzo, del patriotismo,… Leer más »
Gracias…