B.D.- Recientemente se ha celebrado la elección de Miss Finlandia 2012. La ceremonia ha tenido lugar en el castillo de Vanajanlinna en la ciudad de Hämeenlinann, en el sur del país.

La ganadora de esta edición del concurso ha sido la candidata marroquí-finlandesa Sara Chafak. Esta estudiante de marketing internacional de 21 años, hija de padre marroquí y madre finlandesa, ha sido coronada Miss Finlandia 2012 y representará al país nórdico en la edición nº 61 de de Miss Universo.

Esta noticia no es tan frívola o intrascendente como parece, ya que ilustra de alguna manera un cierto estado mental bastante extendido en Europa: una tendencia xenófila que impregna todos los ámbitos, una moda favorable a todo lo que contiene un componente extranjero, la sistemática preferencia a todo lo que viene de fuera del universo europeo, la fascinación sin reservas hacia lo exótico, el homenaje acrítico a lo que está “enriquecido” con la marca de lo foráneo, en definitiva, la discriminación positiva que parece ser de rigor hacia lo extranjero en esta Europa que no encuentra ya en sí misma las referencias fuertes de su personalidad y el orgullo de su unicidad irrepetible.

Esto es una pura especulación, pero presiento que la ganadora de este certamen ha contado a su favor con el “plus” de su mesticidad, de su componente extranjero (además no europeo). A todas luces, la chica es guapa, e incluso más atractiva que algunas (pocas) de sus compañeras, pero también es cierto que su belleza se queda muy por detrás de varias (la mayoría, a mi gusto) de las demás participantes. Todo esto es un criterio personal, claro está. Y sin embargo, sin dejarse llevar por ningún tipo de prejuicios ajenos al simple criterio de la belleza, el premio no lo podemos considerar merecido, pues en este ramillete de jóvenes finlandesas, de las otras 11 aspirantes, por lo menos 8 de ellas superan en belleza y elegancia a la ganadora. No es merecido, no por la falta de mérito de la ganadora, sino porque otras superaban con creces los requisitos para llevarse el premio. Las tres damas de honor son mucho más hermosas y elegantes que la ganadora, y por lo tanto cualquiera de ellas pudiera considerar haber sido tratadas injustamente sin ser tachadas de envidiosas o malas perdedoras.

Esto en cuanto a la belleza, la elegancia y la feminidad. Porque hay otra cuestión que también pudiéramos tomar en cuenta, y es el tipo étnico de las candidatas. La ganadora tiene un tipo mediterráneo bastante marcado que contrasta con el tipo nórdico de las demás, incluso de las morenas. Pero como el tipo (o los tipos) mediterrános pueden competir sin ninguna desventaja con los demás tipos europeos, incluido el nórdico, no es esta faceta de la cuestión que retiene principalmente mi atención. La acertada elección de las tres damas de honor (o de las dos damas de honor y otra agraciada por algún premio de consolación tipo Miss Simpatía) nos dice claramente que el criterio que mide la belleza en este concurso es el correcto: los jueces calibran bien la belleza. Sin embargo ha ganado una candidata que no se ajusta a ese criterio, que se aparta visiblemente de ese canon que de manera pareja ha sido aplicado a las demás premiadas. Qué significa esto? Yo creo que lo siguiente: pienso que la decisión de coronar a la marroquí-finlandesa es una decisión de corte “político” e “ideológico”, no necesariamente impuesto de antemano o dictado por interese oscuros, sino fruto de ese estado mental de preferencia hacia lo que tiene, en poco o en mucho, un componente extranjero. Una vez cumplido con esto, una vez hecho el homenaje debido a lo exótico, lo foráneo, lo mestizo, el papanatismo xenólfilo se da por satisfecho y se puede seguir con la marcha normal de las cosas. Se ha cumplido con lo que se espera de un jurado que no puede ir en contra de la moda imperante: el homenaje inexcusable a la diversidad.

Pienso que además su apellido Chafak (de su padre marroquí) ha jugado igualmente en su favor, pues ese apellido vuelve aun más visible su origen extranjero y potencia su exotismo, y por lo tanto acrecentaba sus posibilidades de triunfo. Si fuese hija de un finlandés y una marroquí, entonces su apellido materno no aparecería y su mesticidad hubiese quedado algo opacada y su nombre confundido entre otros apellidos finlandeses. Sus posibilidades hubieran sido menores en este caso.

Una Miss Finlandia con algo de sangre no europea permite a una sociedad sin duda ya tocada por el virus de la multicultura y la diversidad, de presumir de abierta, tolerante y sobre todo diversa. O sea decente y digna. Los finlandeses se han puesto una medalla: a eso se limita toda esta ceremonia. Narcisismo, deseo de enaltecerse y ser admirado. Europa está enferma de papanatismo y egolatría.

Estas son las imágenes. Juzguen ustedes. (Ver video)