EL CRIMEN DE EXCESO
B.D.- El 13 de julio de 1926, con ocasión de la inauguración de la gran mezquita de Paris, Charles Maurras (escritor y político nacionalista de derecha) escribía en “L´Action Française” estas líneas proféticas:
“Algunas calles de Paris se han engalanado con los muy bonitos ropajes de nuestros visitantes marroquíes. Los hay verdes, los hay de todos los tonos. Algunos de estos majestuosos hijos del desierto parecerían “vestidos de cándida probidad y de lino blanco” si sus rostros morenos y casi negros no harían pensar en el embadurnamiento infernal.
Que sus conciencias sean de color ropa o de color piel, sus trajes son de todas maneras envidiables; el más negligente de los hombres sería capaz de incurrir en gastos que se materializarían en estas magníficas cappa magma, en estos abrigos bordados de luna y de sol. Nuestra propia Guardia Republicana, tan bien encasquetada y vestida de gala, cede el paso, me parece, al esplendor de nuestros huéspedes orientales. Una vez reconocido todo este colorido, no es menos cierto que estamos cometiendo una gran tonteria. Esta mezquita en pleno centro de Paris no me sugiere nada bueno. A lo mejor no hay un despertar del islam, en cuyo caso todo lo que digo aquí no tiene sentido y todo lo que se hace es igualmente la más vana de las cosas. Pero si hay un despertar del islam, y creo que no es cosa dudosa, un trofeo de la fe coránica, sobre esta colina de Santa Genoveva (patrona de Paris) donde los mayores doctores de la cristiandad enseñaron contra el islam, representa más que una ofensa a nuestro pasado: es una amenaza para nuestro porvenir.
Podríamos conceder al islam, en su casa, todas las garantías y todos los respetos. Bonaparte podía descalzarse en la mezquita y el mariscal Lyautey emplear las más elocuentes figuras retóricas para afirmar la fraternidad de todos los creyentes: eran cosas lejanas, asuntos de Africa o de Asia. Pero en Francia, en la casa de los Protectores y los Vencedores, desde un simple punto de vista político, la construcción oficial de la mezquita y sobre todo su inauguración con gran pompa republicana, expresa algo que se parece a una penetración en nuestro país y a su toma de posesión por nuestros sujetos y nuestros protegidos. Estos la interpretarán, sin dudarlo un instante, como una oscura confesión de debilidad.
Aguien me decía ayer: “¿Quién coloniza ahora? ¿Quién es colonizado? ¿Ellos o nosotros?” Me parece ver desde aquí alguna sonrisa superior. Oígo y leo algunas declaraciones acerca de la igualdad de los cultos y las razas. Sería prudente no dejarlas propagarse desde aquí, por medio de megáfonos demasidos potentes. El conquistador demasiado atento a la fe del conquistado es un conquistador que nos suele durar mucho.
Acabamos de transgredir los justos límites de la tolerancia, del respeto y de la amistad. Acabamos de cometer el crimen de exceso. Quiera el cielo que no tengamos que pagar por ello dentro de muy poco y que las nobles razas a las cuales hemos aportado nuestro concurso tan valioso no se vean embriagadas por el sentimiento de nuestra debilidad”. Charles Maurras (1868-1952).
Epílogo: Hace apenas algo más de dos años el Parlamento francés se vió en la necesidad de legislar sobre el porte del burka en los espacios públicos. Y algunas “banlieues” se rigen ya por la sharia y responden a la autoridad de los “Grandes Hermanos” y otros consejos de “Barbas Blancas”. Hace menos de un mes, los musulmanes le han dado la victoria al socialista Hollande en las presidenciales: los dos millones de votos mahometanos son exactamente la diferencia que le ha valido la victoria sobre Sarkozy.
“Par discorde et négligence gauloise sera passage à Mahomet ouvert.” (Nostradamus)
(Por discordia y negligencia gala le sera abierto paso a Mahoma)
Un visionario, nunca mejor dicho.
Nostradamus, cada día son más claras sus profecías.