Caras de odio, energúmenos profiriendo insultos, adolescentes violentos en plena resaca, algún trasnochado con ganas de liberar su sensación de fracaso y frustración vital, permanentemente acompañados de sus consabidos perros y sus desagradables flautas. Ésta ha sido la indeseable compañía que un partido democrático como el nuestro tiene que aguantar cada vez que hacemos un acto público.

Nunca me cansaré de encomiar la labor de los Mossos d’Esquadra y de las diferentes policías locales que permanentemente han defendido nuestras reuniones y han mantenido a raya a estos energúmenos indeseables. Unos energúmenos que no han conseguido frenar el aumento de Plataforma per Catalunya a pesar de que esta era s objetivo: convertir su odio en miedo ajeno. Un miedo que nunca toleraremos los hombres y las mujeres de Plataforma per Catalunya a estos herederos de la intolerancia comunista, admiradores de los crímenes de los gulags y las deportaciones de enemigos políticos a campos de concentración, animadores del tiro en la nuca y el terrorismo criminal, a estos impresentables que sueñan con apoderarse de las calles y tapar la boca a las nuevas alternativas políticas como la nuestra, con su violencia ilegal, la amenaza pública y el vandalismo como única arma dialéctica.

Durante años, demasiados años, esta lacra social ha sido alentada y protegida por la izquierda española y catalana. Estos niñatos mimados del Tripartito se han convertido hoy en una policía política del sistema, dispuesta a señalar a todo el que –como lo hace Plataforma per Catalunya – se sitúa fuera del consenso establecido, se atreve a decir lo que nadie dice, y es capaz de proponer soluciones reales y efectivas donde los partidos convencionales no hacen más que poner parches y disparates. La derecha liberal de CiU y PP sin mimarlos, los ha consentido, de hecho –todo hay que decirlo – a ambos les vino muy bien la actuación de estos grupos antisistema, que permitían dar a los actos de Plataforma per Catalunya una imagen conflictiva, mientras que ellos aprovechaban cobardemente para hablar de “extremismos” y presentarse como opciones “razonables”. Esta táctica es tan repugnante como el nivel de corrupción que asfixia a esas dos formaciones políticas en declive.

Ahora, el Gobierno del PP está elaborando un proyecto de ley para mitigar la capacidad de convocatoria de estas pandillas de vagos y maleantes. Desde Plataforma per Catalunya expresamos nuestro apoyo a esta iniciativa, pero la consideramos insuficiente. Hay que aplicar mano dura rotunda y determinante ante esta violencia de ultraizquierda que esta misma semana se ha cobrado una nueva víctima mortal en Madrid.

Es necesario aplicar todo el peso de la ley y la contundencia de las fuerzas de seguridad del Estado para abortar un incipiente terrorismo de extrema izquierda que puede convertirse en un grave problema para la convivencia y la paz en nuestro país. Ahora aún es posible hacerlo y los responsables deben actuar con celeridad. El próximo día 22 de abril, Plataforma per Catalunya celebra su Diada, a ella asistirán cientos de familias identitarias en un clima de convivencia, hermandad y celebración.
Ya son varias las amenazas de muerte aparecidas en las webs de extrema izquierda contra mí y contra los asistentes a nuestro acto. No sólo es inadmisible que estos violentos puedan manifestarse cerca de donde vamos a celebrar nuestra Diada, sino que es necesario que la policía identifique a los miembros de esas web, los ponga a disposición judicial, cancele sus sitios de internet y proceda a la disolución de sus asociaciones. Es una cuestión de justicia, de orden público, de democracia y de higiene política.

*Presidente de Plataforma per Catalunya (PxC) y concejal en Vic.