El ‘Manifiesto de los Cien’ rinde tributo a los militares que hace treinta años ya nos alertaron sobre los envenenados frutos de la democracia liberal
Santiago Pelayo.- Para entender la grave y profunda crisis de la España actual basta con analizar el vaciamiento, la desnaturalización e incluso la corrupción de las instituciones básicas que vertebran una nación. Monarquía, Iglesia, Cortes, Justicia, Ejércitos, Policía, Ayuntamientos, Sindicatos, Familia etc. se nos presentan, hoy, como aparatosas carcasas carentes de sustancia y aquejadas de patente descomposición, en algunos casos.
Este proceso desintegrador y destructivo de nuestra Patria tiene su origen inmediato en la llamada transición política de hace treinta años. No cabe duda de que lo hábilmente sembrado entonces y abonado sin interrupción hasta ahora, está proporcionando copiosos y envenenados frutos, llenando de satisfacción a los enemigos de España y de zozobra a los tontos útiles y a los conformistas y acomodaticios, que tanto abundan. Aunque ya son muchos los arrepentidos de lo hecho entonces, por activa o pasiva, pocos son los que se ponen manos a la obra para rectificar y remediar errores, si es que aún estamos a tiempo para ello.
El miércoles pasado, en el Centro Cultural de los Ejércitos de Madrid, se presentó el libro, editado por Akrón, “El Manifiesto de los Cien. Crónica de una crisis militar en la transición española”, cuyo autor es el coronel de Infantería Rogelio González Andradas, uno de los principales promotores y por supuesto firmante del escrito. El acto, que tuvo una destacada respuesta de público, destacando numerosos militares, estuvo presidido por el Presidente del Centro, general Juan Rodríguez Hernández. Tomaron además la palabra, después del general, el editor Juan Manuel Martínez Valdueza y el propio autor de la obra, que con escuetas y precisas frases dejaron meridianamente claras las causas, el origen y el significado del Manifiesto. Los tres fueron largamente aplaudidos. Aprovechando la contestación a algunas preguntas, el autor remarcó la plena conciencia de los firmantes de lo que hacían y el riesgo que asumían, incluyendo las injustas sanciones y discriminaciones que después sufrirían.
Recomiendo la lectura de este libro sobre un acontecimiento casi olvidado, si no desconocido, por la mayoría de los españoles, y que tuvo y creo que aún puede tener bastante trascendencia, sobre todo en el seno de la milicia.
El escrito, dirigido a la opinión pública y difundido en primera plana por todos los medios de comunicación el 6 de diciembre de 1981, estaba rubricado con la firma y el DNI de un centenar de oficiales y suboficiales del Ejército. Se trataba de una respuesta civilizada y amparada en la libertad de expresión -aunque a pecho descubierto- a una tenaz y agresiva campaña mediática y política desatada contra los Ejércitos (desprecios, insultos, provocación, humillaciones). Los uniformes, la música y la historia militar se habían convertido en el telón de fondo de toda clase de maldades y crímenes, base suficiente para justificar cualquier acción, legal o no, contra el ámbito castrense. Fue el principio del desmantelamiento jurídico de las Fuerzas Armadas y de la exoneración de los asesinos de la ETA.
La publicación del Manifiesto fue un auténtico aldabonazo que asustó, de veras, a los políticos y a la jerarquía castrense. No se podían creer que unos jóvenes se hubieran atrevido a tanto, desafiando a las autoridades civiles y militares y utilizando cauces no habituales, pero perfectamente legítimos y legales, de acuerdo con las nuevas Ordenanzas de carácter “aperturista”. La misma madrugada de la publicación y, tras reuniones de emergencia del Gobierno y la Junta de Jefes de Estado Mayor, se tomaron drásticas medidas disciplinarias y se cursaron urgentes advertencias y amenazas a las unidades para evitar la proliferación de adhesiones que se estaba produciendo de forma espontánea.
Los firmantes, y quienes les apoyaron, cumplieron con su deber jugándose mucho sin obtener mas satisfacción que la de sus propias conciencias. Tomaron una iniciativa, que correspondía a los de mayor graduación, cuando vieron que los sentimientos y los estados de opinión de la mayoría, eran sistemáticamente ignorados. Pero su gesto gallardo no fue en ningún momento, hasta la fecha, apreciado por los principales destinatarios: el Mando Militar.
No es de extrañar, por tanto, que treinta años después, los Ejércitos hayan sido laminados material y moralmente. Por supuesto que quedan magníficos soldados, pero por desgracia empleados como mano de obra barata y disciplinada en misiones de escasa y difusa naturaleza militar. Y mientras tanto se ha renunciado a demasiadas esencias de la inigualable vocación de soldado español, como lamentablemente queda reflejado en el actual Museo del Ejército.
La regeneración de España, además de otras muchas acciones, pasa necesariamente por el fortalecimiento de sus Ejércitos. El Manifiesto de los Cien puede constituir una buena referencia para quienes en la actualidad, dentro o fuera de las Fuerzas Armadas sigan creyendo en España como Patria común e indivisible.
Se habla ahora de Argentina pero no de Marruecos que peligra a nuestras islas canarias. Muribundo Franco no existió gallardía porque el Sáhara sería Independiente y aliado fraternal de España. También se habla de una posible Marcha Verde hacia Ceuta y Melilla. La desmilitarización de las Guarniciones de Ceuta y Melilla en época de FGlez. puede restablecer con crisis y sin crisis. El “moro” en España y fuera de España siempre es un peligro por su islamismo pero peligra España porque nuestros nietos se casarán con moros/as y la Bandera de España será cambiada por la de Marruecos. Más Legión… Leer más »
Me temo que la cobarde actuación en el Sahara (salir pitando, dejando tirados a los saharauis), pues fue un trueque a tres bandas (EEUU, Marruecos y España): España entregaba el Sahara a Marruecos a cambio de recibir “apoyo” y reconocimiento para el nuevo régimen en España
El servicio militar habría que reestablecerlo, y habría que pasar a ser, como fuimos en el pasado, un estado católico, o como lo fue Alemania, uno racialista.
En cualquier caso, retirada de la nacionalidad a los extranjeros que la adquirieron entre 1999 y 2012, y expulsión de los inmigrantes ilegales, delincuentes y/o desempleados.
Creo que habría que volver al Servicio Militar Obligatorio, un pueblo si quiere ser libre tiene que saber defenderse, y un pueblo sin formación militar es un pueblo vencido de antemano.
Arriba España!
Hay que comprar ese libro ya!
Se ha hablado mucho de que el ejército se tiene que acercar a la sociedad. Considero que debe ser lo contrario ya que en el ejército están los auténticos valores que hacen grande una nación, como son el honor, el sacrificio, la lealtad y el amor a la Patria.
Mucho debiéramos aprender de los militares ya que en ellos descansan los auténticos valores.