Identitarismo sin identidad
Fue Miguel de Unamuno quien dijera aquello que “el Imperio Español había sido creado con almirantes vascos, soldados castellanos y marineros andaluces”. Entre estos dos grupos últimos también había moriscos, es decir, musulmanes españoles, tan españoles como los otros, que se batieron codo a codo con cristianos viejos en los campos de Flandes, de México, Perú o Filipinas.
Viene esto a cuento porque hoy día, el “identitarismo”, en una extraña vuelta de tuerca toma como propias ideas luteranas y calvinistas, ideas contra las que se desangraron españoles del siglo XVI y XVII en los campos de batalla. No es algo nuevo, fueron luteranos y calvinistas, los “padres peregrinos” del famoso Mayflower quienes primero engañaron y luego se dedicaron a exterminar indígenas de América del Norte. El racismo y la xenofobia tienen en estas corrientes cristianas una excusa doctrinal ideal. El Imperio Español nunca fue exterminador, sino integrador, porque era mucho más lo que tenía que ofrecer a los indígenas que éstos a los imperiales. Justamente lo contrario que la pobre España de hoy puede ofrecer a sus inmigrantes.
El Imperio Español, al igual que en el concepto de “ummah” islámica, reunía una inmensa amalgama de etnias, culturas, pueblos, incluso diferentes conceptos sociales y económicos. Durante el mandato de los Austrias no se hablaba de “España”, sino de las Españas, de acuerdo a tanta diversidad en los pueblos que componían el Imperio.
El “identitarismo postmoderno” se quita el morrión, el casco de conquistador español, y se enfunda la bufanda del equipo futbolero, el gorro frigio, la boina o incluso la banda rojigualda de Carmen Sevilla a los briosos compases del “Soldadito Español”. Por cierto, el “soldadito español” ya no es español, sino ecuatoriano.
En proféticas palabras, José Antonio Primo de Rivera sentenció que “España, en el siglo XXI, o será imperio o no será”-
El “identitarismo” rechaza la concepción “imperial” para abrazar algo extraño que repugna al sentir tradicional español, como es acogerse a una moda foránea, anglosajona, luterana y calvinista, que no es más que una forma “postmoderna” de racismo, xenofobia e islamofobia, todo ello suficientemente rebozado de complejo de inferioridad excluyente. Agitémoslo todo, y el resultado ya sabemos cual es.
Si algún grupo político o social en España puede ser tildado de antitradicional e incluso de “antiespañol”, este no es el colectivo musulmán, éste no es otro que el “identitario”.
El “identitarismo” empieza por no se consecuente con sus abuelos ideológicos, esto es, los fascismos en sus diferentes ropajes. El “identitario” viene a ser algo así como el nieto paranoico e hiperactivo del abuelo falangista.
Mientras que sus “abuelos ideológicos”, llámanse José Antonio Primo de Rivera, Francisco Franco, e incluso Blas Piñar eran rabiosamente arabófilos e incluso islamófilos (recordemos las estrechas y todavía no estudiadas relaciones del general Franco con el mundo árabo – islámico), los “nietos” les han salido por los cerros de Úbeda (más bien de Flandes) y se apuntan a una moda anglosajona y por tanto, anti – española, porque sabido es que todo lo anglo-sajón es, por definición, anti-hispano.
Los españoles viven en un total desconcierto. La crisis moral, económica, social y ética es tal, que hay que echar mano a fenómenos extranjeros, extraños al verdadero sentir hispano, con la intención de asirse a algo que les impida caer en ese pozo sin fondo en el que está cayendo de forma continua España.
El ”identitarismo” ignora, aunque sus “abuelos” se lo recordara continuamente, que “una nación no es una lengua, ni una raza, ni un territorio, sino una gran unidad de destino en lo universal”. Este mismo concepto nos lo podemos encontrar en el Sagrado Corán: “Oh, vosotros que creéis, os hemos creado a partir de un varón y una hembra, y os hemos creado en diferentes pueblos y naciones para os conozcáis los unos a los otros.” (12 – 13).
España perdió su identidad cultural hace ya mucho tiempo. El colofón, el punto final fue el Concilio Vaticano II, no nos cansaremos de repetir tal hecho. La Iglesia Católica se rindió hace ya tiempo, y hoy duerme el sueño eterno de los olvidados, de los cansados y de los derrotados.
Del mismo modo, lo primero que pierde el “identitarismo” es su identidad.
La España del siglo XXI ya no tiene fuerza para ser “imperio” y camina hacia su fragmentación a pasos agigantados.
La llamada por algunos “aventura islámica” se está convirtiendo en algo más que una simple aventura, es toda una llamada a la resurrección de unos valores que estaban muertos, o por lo menos, dormidos.
Viejos valores olvidados vuelven con el Islam: el ideal tradicional, una concepción mística y espiritual de la vida, de la moral, de la ética, incluso de las relaciones económicas y sociales. Quien crea que el Islam y sus valores son sólo los odiados inmigrantes magrebíes y sus mezquitas – garajes, tiene una pobre y falsa visión del Islam. El cristianismo occidental, proveniente de Oriente al igual que el Islam, empezó refugiándose en las catacumbas romanas, y apenas tres siglos más tarde se convirtió en la religión oficial. El Islam hispano se refugia en locales – cocheras o sótanos marginales. Casi mil seiscientos años después de la caída del Imperio Romano, la historia revive en un eterno retorno nietzcheano: una sociedad que naufraga, y una nueva religión que crece rápida y alegremente.
El debate no está entre retomar o reflotar (ahora que se cumple el centenario del hundimiento del Titanic) una “identidad perdida”, que precisamente no haya en el identitarismo su mejor valedor, sino que está entre una sociedad carente de valores morales y éticos, carente de “identidad”, o bien girar la vista al Islam y sus valores eternos como alternativa perfectamente conjugable con lo hispano.
Los musulmanes debemos ser los primeros que ofrezcamos la mano abierta en señal de amistad, no el puño cerrado en señal de guerra u odio. Como alguien más sabio que yo me dijera recientemente, “alguien tiene que hacer de sartén, capaz de conciliar el agua y el fuego”.
La tradición profética islámica nos anima a que quien cede primero es mejor musulmán, y por lo tanto, mejor persona.
Y cediendo, ganamos.
Alerta digital lo que tendria que hacer es investigar a este elemento de yusuf por que se iba a sorprender de lo lindo. No creo que una vez que sepa quien es, le dejen escribir una coma mas. Todo es una mentira lo que dice este señor. Igual que su vida. Ni es vasco, ni es musulman, ni ……………. Nota del moderador: Pásenos usted todo lo que tenga del señor Orozabal; perdón Oroza, y le aseguro que seguiremos el hilo hasta descubrir todo lo que haya que descubrir. Si en algo nos caracterizamos es por nuestra lucha sin cuartel contra… Leer más »
Hola AD,espero que si hay que esclarecer algo sobre este personaje de Oroza lo hagan,mientras tanto no me considero persona de sentarme ha negociar ni ha hablar nada con terroristas sin que entreguen sus armas
Nota del moderador: Váyase a la mierda, tarado. Es usted un trozo infecto de basura sin honor, sin dignidad y sin vergüenza. No le queremos volver a ver por aquí, maricón.
Muy bellas palabras las que usted me dedica.Gracias
Nota del moderador: Váyase a la mierda, gilipollas. Su presencia aquí nos repugna.
Características generales del psicópataLos psicópatas no pueden empatizar ni sentir remordimiento, por eso interactúan con las demás personas como si fuesen cualquier otro objeto, las utilizan para conseguir sus objetivos, la satisfacción de sus propios intereses. La falta de remordimientos radica en la cosificación que hace el psicópata del otro, es decir que el quitarle al otro los atributos de persona para valorarlo como cosa es uno de los pilares de la estructura psicopática. Los psicópatas tienden a crear códigos propios de comportamiento, por lo cual sólo sienten culpa al infringir sus propios reglamentos y no los códigos comunes. Sin… Leer más »
Salam alicum, muy bueno el artículo , mashaAllah. Yo soy español y musulmán!!
Wa aleycum salam wa rahmatulah wa barakatuh
Baraka Allah ufik, hermano Mustafá, un abrazo a los hermanos de Navarra.