Boicot a un famoso locutor de EE UU por oponerse a los anticonceptivos
Alguien tenía que marcar límites en la guerra contra los anticonceptivos que han emprendido los defensores de la vida en Estados Unidos como arma electoral y ese alguien ha sido el dinero. AOL fue ayer el octavo anunciante en abandonar el programa de radio con más audiencia del país, después de que su estrella Rush Limbaugh pusiese la semana pasada de puta para arriba a la estudiante de Georgetown Sandra Fluke por dar sus testimonio en el Congreso en favor de la cobertura médica de los anticonceptivos.
La joven de 30 años que acapara las noticias de la última semana es a la vez villana y héroe, según quien la mire. Para el presentador de radio Fluke es «una prostituta, una putilla», según dijo el miércoles pasado tras oír su testimonio. «¿O cómo si no se llama a una mujer que quiere que le paguemos por tener sexo?».
Lo que Fluke quiere es que los anticonceptivos estén incluidos de forma gratuita en la cobertura médica de todos los planes que ofrecen las empresas a sus trabajadores, como manda la reforma sanitaria de Barack Obama.
La oposición, sin embargo, desea que cada empresa pueda decidir si los anticonceptivos están incluidos acuerdo a sus principios morales. Y junto a los anticonceptivos han añadido esa prerrogativa a todos los cuidados prenatales y ginecológicos, de modo que ya no los decidirían el médico y la paciente sino los jefes de ésta. Por ahora la medida ha sido derrotada en el Senado, pero la ultradercha sigue tomándola como una cuestión de libertad religiosa.
«Cuelga tus vídeos sexuales»
Limbaugh no cesó en sus ataques personales contra Fluke al terminar el debate en el Senado. Por el contrario, el viernes subió la intensidad de sus invectivas al decir que «ya que todos vamos a pagar por tus anticonceptivos y en consecuencia para que tengas sexo, queremos que cuelgues los vídeos en Internet para que podamos verlos».
No era posible ofender al 50.6% de la población de los Estados Unidos sin afrontar las consecuencias. La estudiante de Derecho de la universidad católica de Georgetown es una activista que también ha luchado contra la violencia doméstica y esta vez lo hacía en nombre de sus colegas estudiantiles a las que les cuesta 3.000 dólares pagar por los anticonceptivos durante la carrera, «el equivalente al trabajo de todo un verano», explicó en su testimonio.
Pero en particular lo hacía en nombre de una amiga que a esas horas se sentaba en la consulta de un ginecólogo tras haber perdido un ovario por no haberse podido permitir los anticonceptivos con los que hubiera frenado la hiperactividad ovaria de la policistitis que sufría. Pese a haber sido recetado por su médico, el seguro insistía en que la chica quería los anticonceptivos para evitar un embarazo. «Mi amiga es gay, ya os podéis imaginar cuál era su prioridad», declaró Fluke en un panel organizado por la ex portavoz del Congreso Nancy Pelosi para dar voz a las mujeres que fueron excluidas del panel oficial, donde sólo hubo hombres.
La joven recibió el viernes una llamada personal del presidente Obama transmitiéndole su apoyo, pero la parte más importante vino de las miles de mujeres indignadas que inundaron con sus airados comentarios las páginas de las empresas que apoyan con sus anuncios el programa de Limbaugh.
En cuestión de horas, éstas empezaron a retirarle la participación por miedo a perder a sus clientes femeninas. Las compañías de colchones Sleep Train Mattress y Sleep Number Sara y la de préstamos Quicken Loans fueron las primeras en desmarcarse, pero la lista continúa, como también la guerra. Limbaugh se ha visto obligado a pedir disculpas por su «mala elección de palabras», pero no ha soltado a su presa.