Spanair y los nacionalistas catalanes: Donde dije digo…
V.B.- El colapso de Spanair ha dejado al descubierto el fracaso de la gravosa operación con la que el nacionalismo catalán -de la mano del tripartito, primero, y de CiU, después- quería convertir el Aeropuerto de Barcelona en un hub internacional a toda costa y, así, competir con Barajas, siguiendo los postulados marcados por supuestos gurús de las infraestructuras como Ramon Tremosa o Germà Bel, y aderezado con las alabanzas de la prensa afín.
Ahora, casi todo el mundo se echa las manos a la cabeza por los cerca de 140 millones de euros del bolsillo de los contribuyentes que -de momento- se han perdido por el desagüe de la charca nacionalista, todo ello sin contar los más de 350 millones de deuda que arrastraba la aerolínea. Pero hace tres años, cuando la compañía escandinava SAS se quitaba el muerto de encima, pocos eran los que se atrevían a criticar la operación.
Una operación ‘necesaria’
El director de La Vanguardia, José Antich, el 31 de enero de 2009, calificaba la maniobra como “una aventura empresarial difícil pero necesaria y esperanzadora para asegurarse nuevas rutas en el aeropuerto de El Prat y volver a aspirar a conseguir ser un hub”.
Ni un reproche al previsible desembolso de fondos públicos. El único pero que la cabecera de referencia del grupo Godó apuntó fue el “apoyo limitado del tejido social catalán”, cuya “respuesta no ha sido la esperada inicialmente”, añadió Antich, que lo zanjó con un “bien está lo que bien acaba”.
Este sábado, un día después de bajar la persiana de la aerolínea, La Vanguardia editorializaba de otra forma: “¿Hasta cuándo tenía que aportarse dinero de los contribuyentes para sostener Spanair en el actual contexto de recortes que afectan incluso a la sanidad?”.
Gaspart: la operación no costará “ni un solo euro” a las instituciones
El presidente de Turismo de Barcelona y uno de los artífices de la adquisición, Joan Gaspart, tampoco podía ocultar su euforia por aquellas fechas. En una entrevista realizada el 4 de febrero de 2009 en el programa 59 segons de TVE de Cataluña, Gaspart -que también quiso compartir con el líder de ERC en el Ayuntamiento de Barcelona, Jordi Portabella, “los méritos” de la compra de Spanair, atribuyéndole la idea original- calificó la operación de “positiva” y aseguró que se trataba de “un negocio”.
“Esta es una operación empresarial y el que diga lo contrario no se ajusta a la realidad”, aseguró entonces Gaspart, quien a lo largo de casi media hora de memorable entrevista reiteró en media docena de ocasiones que las instituciones públicas no arriesbagan nada, “ni un euro”. “No hay capital público en la operación”, insistió.
Los periodistas que en aquel programa interpelaron al ex presidente del F.C. Barcelona interpretaron a la perfección el papel de palmeros del establishment nacionalista, como es habitual. Solo Juan Carlos Girauta (en línea con algún que otro columnista) se atrevió a preguntar cuál era el “riesgo” de la operación y a poner en duda “el interés público” de la misma, lo que le valió los ataques y las burlas de sus compañeros de mesa.
En cambio, Joan Tàpia (El Periódico) cargó contra los que criticaban la “implicación” de las instituciones públicas. Pilar Rahola señaló que se trataba de “una muy buena noticia en términos económicos” que “necesitábamos casi como agua de mayo”, y reprochó a “la burguesía” catalana no haber brindado mayor apoyo. Màrius Carol (La Vanguardia) lo calificó como “una oportunidad” que no se debía dejar escapar.
Las declaraciones más esperpénticas, vistas con el tiempo, fueron las de Toni Bolaño, ex director de Comunicación de Montilla, que preguntó a Gaspart: “Qué tiene que decirle a toda la gente que está criticando, sobre todo desde fuera de Cataluña, esta operación diciendo que esto se está comprando con dinero público”. Y Magda Oranich calificó la compra de Spanair como “la mejor noticia económica que hemos tenido en los últimos tiempos”. “Yo sí veo clarísimo el interés público de la operación. Las instituciones tienen que intervenir ayudando y creo que tendrían que ayudar más [en este caso]“, sentenció la tertuliana.
Tres años después, nadie defiende las aportaciones públicas
Sorprendentemente, tres años después, las tornas han cambiado. Si entonces gustaba la decisión de la Generalidad (intervenir en la compra de Spanair), ahora también gusta la decisión de la Generalidad (dejar caer la compañía). Durante un debate celebrado este lunes en RAC1, Màrius Carol ya no lo veía tan claro como entonces. “Esto ha sido una aventura. Sobre este proyecto yo tenía dudas razonables. Para hacer una compañía aérea, ¿ha de ser el Gobierno [autonómico] el que se dedique a hacerla? Esto es muy extraño”, ha señalado ahora.
Bolaño, por su parte, ha justificado las aportaciones de dinero público a Spanair señalando que Iberia también las ha recibido de forma indirecta, y ha cargado contra “la mal llamada sociedad civil” por no haber financiado la operación en vez de las instituciones. Rahola ha reconocido que “desde el primer momento esto no se ha hecho bien”, y también ha señalado que lo acontecido “es el fracaso de las 200 ó 300 familias de la burguesía catalana”, que no apostaron por Spanair. “Es la crónica de un fracaso colectivo. Lo único que se hizo fue verter dinero de todos en una compañía que estaba claro que no iba demasiado bien”, ha sentenciado.
Los gurús ya no defienden la inversión pública
Si volvemos a los expertos de referencia de los partidos nacionalistas, nos encontramos con la bendición de Germà Bel a la compra de la aerolínea por parte de la Generalidad. ‘Qué despiste el de las voces que se han precipitado al cuestionar la entrada de capital público en Spanair, en una operación que, de hecho, lo reduce [respecto al porcentaje que mantenían los gobiernos escandinavos]. Hay que celebrar el acuerdo para mantener una gestión profesionalizada y ajena al proceso político, como debe ser’, señalaba el profesor universitario y ex congresista del PSC en un artículo firmado en La Vanguardia el 4 de febrero de 2009.
Este lunes, en una entrevista en TV3, culpabilizaba del hundimiento de Spanair a la crisis económica y a la entrada de la competencia de Ryanair en el Aeropuerto de Barcelona. Ni un gramo de autocrítica. Eso sí, ha aceptado un matiz: tal vez debería haberse cerrado la aerolínea “un poco antes”.
Por su parte, en 2009, Ramon Tremosa también avalaba la entrada de capital público en la compra y en la gestión de Spanair. Ni Aena, ni ningún intelocutor de la Comunidad de Madrid tiene “autoridad moral” para criticar la intervención de la Generalidad y del Ayuntamiento en la operación, declaró durante una conferencia en la UPF, y calificó la operación de “una gran noticia”. Tres años después, el especialista en infraestructuras mantiene el silencio tras la ruinosa inversión y, a través de un mensaje en Twitter, se ha limitado a culpar al PP de la quiebra de la aerolínea.
Las autonomías son una ruina
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