Telebasura islámica
José Jaume.- Con financiación de Arabia Saudí (de dónde sino), en Córdoba, junto a su antigua mezquita, hoy catedral, en el corazón de lo que los musulmanes que todavía sueñan con el califato universal denominan Al Andalus, está a punto de iniciar sus emisiones en España la televisión islámica, Córdoba Televisión. Una fundación saudí de ideología fundamentalista, como todas las que operan en este reino clerical-dictatorial, además de corrupto como pocos, pero gran amigo de Occidente (es la gran petromonarquía de Oriente Medio), pone en servicio dos canales, uno saudí y el otro iraní (para analizar la versión chií del islam), el propósito es que no falte de nada, que emitirán a través del satélite Hispasat.
El disparate de que le sea alquilado es colosal, como evidente resulta que los petrodólares todo lo pueden. Los canales son propiedad del jeque Abdulaziz al Fwazan, cuya fundación se denomina Mensaje del Islam. La programación consistirá en documentales y sermones religiosos. El fanatismo de la doctrina a impartir no ofrece dudas. Además, han sido contratados, talonario en ristre, profesionales de canales españoles, que no han podido negarse. Cómo, cuando la profesión está hecha unos zorros.
El jeque lleva años afanándose en la difusión del wahabismo, la corriente más ultra del islam suní, que es la oficial en Arabia Saudí, y con su dinero exportada a todo el orbe musulmán, con los resultados que pueden apreciarse en la eclosión islamista ultra facilitada por lo que en Occidente se denomina “primavera árabe”. Lo que predica el jeque Abdulaziz, lo que previsiblemente podrá verse y escucharse en sus canales en español, es que se ha de ejercer un “odio positivo” hacia los cristianos.
Desconozco qué clase de odio tiene connotaciones positivas, pero sí sé que el odio a los cristianos provoca que en Nigeria se asesine a católicos y se quemen sus iglesias; que en Egipto, los cristianos coptos estén discriminados y también sean asesinados; que en Irak, las minorías cristianas, protegidas durante la dictadura laica de Sadam, la que fue derrocada por el cristiano renacido Bush, con los entusiastas parabienes de los cristianos Blair y Aznar, estén marchándose apresuradamente del país, porque su vida se ha vuelto imposible. Este “odio positivo” es el que en Marruecos lleva a la cárcel a los cristianos evangelistas que se arriesgan a hacer proselitismo (evangelización), a que no se autorice levantar iglesias cristianas en Argelia o que esté tajantemente prohibido por ley hacerlo en Arabia Saudí, la patria del multimillonario jeque, quien halla argumentos en los textos sagrados islámicos para mantener la marginación de las mujeres, que precisamente en Arabia Saudí ni tan siquiera están autorizadas a ponerse al volante de un automóvil, so pena de ser azotadas que la policía religiosa.
El nacimiento de Córdoba Televisión ha coincidido en el tiempo con la petición hecha por los dirigentes de las organizaciones que agrupan a los cincuenta mil musulmanes que viven en Mallorca para que se les autorice la construcción de una gran mezquita, además de cementerios de acuerdo con las disposiciones islámicas. Esos dirigentes podrían haber acompañado su pliego de demandas con otras similares para los cristianos que viven en los países musulmanes. ¿Por qué no solicitan también que haya libertad de cultos en Arabia Saudí y que se permita levantar iglesias cristianas? ¿Qué razón les impide, a la par que solicitan poder edificar en Mallorca su gran mezquita, abogar por la prohibida constitucionalmente libertad de conciencia en Marruecos?
Hay algo que los musulmanes que viven en Occidente, en especial en la Unión Europea, es hora que entiendan: en las relaciones internacionales existe el denominado principio de reciprocidad. Lo que piden para ellos ha de ser otorgado a los otros donde ellos son mayoría. No parece que sea una práctica habitual en su mundo. No lo es, pero sí es posible, porque el derecho a la libertad de expresión en Europa sí es sagrado, que en España tengamos ya telebasura islámica, como si no fuera suficiente con la nuestra, incluida la que destila la ultracatólica Radio María, a la que el jeque puede pedir asesoramiento, en el improbable caso de necesitarlo, de cómo inocular “odio positivo” a mansalva.