Alberto Granados Garmendia.- “Busco gente para la recolección de naranja por la zona de Valencia”. “Busco gente que no sea española”. (VER VIDEO).

Anuncios como estos abundan cada vez más entre las ofertas de empleo para trabajar en la recogida de la naranja en la zona de Levante sin que las organizaciones que tanto claman contra el racismo y la xenofobia se hayan rasgado las vestiduras.

Los realizadores de un programa emitido en Televisión basado en el dumping laboral, han podido comprobar in situ la discriminación racista antiespañola que padecen muchos parados autóctonos a la hora de acceder a un puesto de trabajo.

Las reveladoras escenas que podemos ver en la grabación pueden resultar inquietantes a ojos de los neófitos en la materia, pero esto es algo que muchos trabajadores españoles, jóvenes y no tan jóvenes, vienen padeciendo durante la última década.

La patronal ha sido una de las principales instigadoras del descontrol migratorio para tener a su disposicion una basta mano de obra barata que, al carecer de cultura obrera, se vende por cuatro duros al cacique de turno, hundiendo los logros sociales y laborales de los españoles mediante esta nueva forma de “esquirolismo”.

ONGs y partidos de todo el espectro político (especialmente los autodenominados de “izquierdas”), han colaborado en esta trama dando cobertura moral a este proceso suicida: “que si pobrecitos, solo vienen a progresar”, “que si no se le pueden poner puertas al campo”, “que si todos tenemos derecho a una vida mejor”, “no existen las fronteras”, “ningún ser humano es ilegal”, etc.

Inmigracionistas y las asociaciones subvencionadas solo hablan de “motivos humanitarios”; liberales y alto empresariado solo ven devengos y dinero, pero ambos se han estado dando la mano por detrás con la misma finalidad: promover la inmigración masiva sin tener en cuenta las nefastas consecuencias sociales, laborales, culturales, y demográficas, que repercuten de forma nefasta en la población local.

Es falso que los inmigrantes vinieran a hacer los trabajos que los españoles rechazaban, sólo que aceptaban los sueldos que los españoles no podían aceptar de ninguna manera. Mientras un español medio tenía unos gastos que cubrir, los gastos del inmigrante eran muy inferiores. Así, si vivían 15 en un piso alquilado, pongamos por caso, el alquiler les salía a 50 euros mensuales a cada uno, mas ayudas. El español, en cambio, tenía que hacer frente a hipotecas de 700 euros, lo que le impedía aceptar el primer trabajo basura que le ofrecieran. Y la patronal encantada durante los ultimos diez años al poder pagar 600 euros a un inmigrante en vez de los 1.200 euros que tendría que abonar a un trabajador español.

Con la crisis en su punto álgido, España no debería seguir recibiendo tantos inmigrantes, y si el Estado asistencial que tenemos no les otorgara tantas prebendas, algunos de los que hay decidirían irse con la música a otra parte. Pero esto, que sería lo lógico, no es así, porque aquí hemos decidido hundir el barco sin soltar lastre, con todos los polizones a bordo, y encima, manteniendo este artificio a costa de los sudores y lágrimas de quienes realmente levantaron este pais: nuestros padres y abuelos, nuestros pensionistas.

¿Se puede saber qué pretenden ahogando así al pueblo? ¿Buscan que estalle una revolución? ¿Quieren otra guerra civil? ¿Quieren que para poder vivir la gente tenga que robar y saquear? Porque una cosa está más que clara: cuando falta el pan, y uno ve que otros de fuera se llevan lo que podría corresponder a su familia, hace lo que sea para sobrevivir ¿Buscan esto los inútiles que tienen la responsabilidad de evitarlo?