Cuentan que el pasado junio, cuando se preparaba la toma de posesión de la nueva corporación municipal de Estepona, el recién elegido equipo de gobierno del PP encabezado por el alcalde, el notario José María García Urbano, se encontró con un problema imprevisto de última hora. No había vara de mando para el acto protocolario de visualización del cambio de regidor. El propio García Urbano dio fe de que no se encontraba en el patrimonio municipal. Deprisa y corriendo tuvieron que alquilar una y, posteriormente, adquirir un bastón, con el consiguiente coste -aunque sea poco- para las maltrechas arcas de la ciudad costasoleña. ¿Y dónde está la vara? Todos los indicios apuntan, y además es vox populi en el municipio, a que el antiguo alcalde, el socialista David Valadez, se la llevó consigo.

Viene a cuento esta anécdota al hilo de la noticia de la semana de que los anteriores diputados y cargos de PSOE e IU en la Diputación no habían devuelto los teléfonos móviles y los iPad que eran propiedad de la institución. Un asunto que ha añadido más leña al fuego de cruce de acusaciones que socialistas y populares están manteniendo en los últimos días en la institución supramunicipal (que lejos quedaron aquellas palabras de buenas intenciones de colaboración expresadas por unos y otros en la toma de posesión de hace tres meses).

A este respecto, el anterior presidente, el socialista Salvador Pendón, se apresuró a entregar su iPad. Y ya no se sabe si es peor que no lo hiciera en su día o la explicación que ha dado: «Nadie se había puesto en contacto conmigo para requerir la devolución». ¿Alguien le requirió que dejara la mesa de trabajo en su despacho? Nadie. Y no se la llevó. ¿Por qué el iPad sí si pertenecía, como la mesa, al patrimonio provincial? Gestos como este explican que los políticos, como revelan los sondeos, sean vistos por la ciudadanía más como un problema que como una solución.