La familia Zapatero vivirá en un chalé de un millón de euros
Supervisor de nubes, acostado en una hamaca y mirando al cielo». Ese es el mejor destino que hay, según dejó escrito Ramón Gómez de la Serna. Y José Luis Rodríguez Zapatero lo hizo suyo en un emotivo acto en el Senado el pasado miércoles. Nadie duda de que la elección de esa cita sonaba a despedida, a pocos meses de que abandone el palacio de La Moncloa.
¿Pensaba el presidente del Gobierno cuando la pronunciaba en ese azulísimo cielo de altas nubes algodonadas que ilumina su querida tierra? ¿Tan deseoso está de contemplarlo desde la hamaca que colocará en el jardín del chalé que se construye a las afueras de León? El placer lo tiene garantizado. La futura residencia familiar, en el polígono Eras de Renueva, empieza a tomar forma en una esquina de la urbanización Cantón Blanco, una de las más exclusivas de León, rodeada de naturaleza y sosiego: desde ella pueden otearse la Cordillera Cantábrica y el monte San Isidro, pasear y pescar, como a él le gusta, por la exuberante ribera del Bernesga, o desconectar de los sinsabores de la política en ese campo de golf ubicado a pocos metros de su casa.
Zapatero será el único expresidente del Gobierno español que fije su residencia familiar fuera de la capital de España y de sus zonas de lujo aledañas. Así lo ha decido el matrimonio Rodríguez-Espinosa. Todos los leoneses saben de su amor por el terruño: aunque nació en Valladolid circunstancialmente, Zapatero ha vivido, estudiado y ejercido la docencia y la política en León, siempre acompañado de Sonsoles, a quien conoció en la Facultad de Derecho y con quien tiene dos hijas.
También lo saben sus vecinos de la calle Unicef, que así la llamaron después de que el Ayuntamiento decidiera prescindir de su nombre anterior para otorgar mayor rango a la vía pública. Antes figuraba en el callejero como Primera Travesía de la Carretera de Carbajal, un nombrecito largo donde los haya. ¿Por qué se hizo el cambio? La verdad es que entre los residentes corren varias versiones y chascarrillos. Unos cuentan que la rebautizaron después de hacerse efectiva la compra de la parcela a finales de 2008, otros que fue para evitar confusiones entre los conductores de las ambulancias del 112, que en lugar de entrar en la travesía seguían rectos por la carretera que conduce hasta la cercana localidad de Carbajal. Incluso Eliseo García Álvarez, uno de los primeros que llegó a la urbanización hace diez años, cuando aún no había ni aceras, precisa que la rúa ha cambiado repetidas veces de nombre y que, entre otros, también se llamó en su día Calle de las Víctimas del Terrorismo. En el Ayuntamiento no quieren hablar del tema.
Cámaras y alarmas
Después de merodear un buen rato por la calzada y comprobar que un coche policial vigila constantemente laderas, caminos colindantes y las anchas calles de la urbanización, a la que dan consistencia unas decenas de chalés y numerosas parcelas en venta, un policía de paisano sale por fin de la garita incrustada en la valla que protege todo el perímetro de la futura residencia. Reclama nuestra atención con buenos modales y espeta: «Deben identificarse, señores. Esto depende de Presidencia». Son sus únicas palabras, además del ‘no’ rotundo a dejarnos husmear en el interior. Terminantemente prohibido. Nos devuelve el DNI después de anotar los datos y empezamos a llamar puerta por puerta para conocer a los que serán, en menos de un año, los vecinos de José Luis Rodríguez Zapatero. No es fácil. Las puertas principales y de los garajes están blindadas con telefonillos, cámaras y alarmas. También comienzan a estar hartos de los periodistas y de los curiosos que acuden a conocer la ya famosa calle de la ‘Infancia’, como la denominan dos mujeres que pasan haciendo ‘footing’. La verdad es que no hay mucho, o más bien nada que ver: tan solo la valla metálica y la inmensa grúa azul que maniobra moviendo tierras. Las obras comenzaron en agosto, al poco de que el Ayuntamiento leonés concediera la licencia. Según el compromiso adquirido por la constructora Miguel Vega, las llaves se entregarán en el plazo de un año (desde el inicio de las obras). La firma guarda silencio sobre los planos y pormenores del proyecto. «Es información confidencial», afirma un portavoz, quien se limita a declarar que la cimentación está concluida, que ahora se levantan los muros del sótano y que intentarán acabar la construcción «algo antes de lo previsto».
Zapatero, bien aconsejado en la elección del terreno así como en la disposición de los espacios edificables, ha encargado un chalé de 416 metros cuadrados. Se rumorea que tendrá cinco habitaciones y dos plantas, aunque nadie quiere desvelar detalles de una vivienda objeto de seguridad nacional. La realidad, constatada por los propios vecinos, es que la parcela no es tan amplia como podríamos imaginar. Claro que ellos habitan en otras similares, poco asequibles al bolsillo de la mayoría: el precio del metro cuadrado ronda los 500 euros. Aquí viven dueños de inmobiliarias, constructores, asesores fiscales, abogados, médicos y otros profesionales liberales.
Rodríguez Zapatero compró la parcela a Juan Ignacio Ovejero Guisasola, presidente de Laboratorios Ovejero y de Comercial Veterinaria Ovejero, entre otras empresas, por unos 350.000 euros. Y el coste final podría acercarse «fácilmente al millón», calcula José Manuel Antúnez, propietario de la inmobiliaria Húmedo, que tiene a la venta varios solares, dos de ellos contiguos al del presidente del Gobierno. A punto estuvo de colocar una de esas parcelas a Zapatero, pero «al final se echaron para atrás». Por la anexa, de 394 metros cuadrados, pide 236.000 euros, de ahí para arriba. También está en venta un chalé cercano, que supera el millón de euros. Antúnez desmiente que la urbanización se haya revalorizado por la futura presencia de Zapatero. El precio de los solares se mantiene, aunque, dada la situación del mercado, admite que se han hecho correcciones a la baja en el de los chalés.
Como vecino que será también del presidente, elogia «el entorno tranquilo de la zona, las abundantes zonas verdes, los paseos por la ribera del río, la animación y la buena combinación de comunicaciones», ya que al centro de León se tardan siete minutos en coche y un cuarto de hora en autobús urbano, el 11, que pasa cada veinte minutos, con parada ante la misma casa de la familia Rodríguez-Espinosa.
«Le silbábamos en clase»
Ni que decir tiene que los vecinos, en su gran mayoría, están encantados. La presencia del matrimonio que ha ocupado ocho años La Moncloa dará caché a la zona y, sobre todo, mayor seguridad. La vigilancia será gratuita. José Manuel Díez Díez, de 44 años y asesor de empresas, vive justo enfrente desde hace once años, cuando solo había un camino. «Es un privilegio tener de vecino a alguien que sabe mucho más que tú». Un halago que tiene su aquel. Tanto él como su esposa, la abogada Cristina Gutiérrez, de 43 años, han sido alumnos de Zapatero, cuando en primero y segundo de carrera les dio Derecho Constitucional en la Universidad de León. Guardan buen recuerdo. «Era correcto, explicaba muy bien, pero, sobre todo, era guapísimo y muy tímido», bromea Cristina, que busca la complicidad de su marido con una amplia sonrisa. Entonces en clase eran 800 alumnos. Imposible sujetar a tal ejército de principiantes: «Todos los chicos le silbaban cuando entraba y las chicas nos reíamos mucho».
Cristina procurará ser una buena anfitriona. Para eso contará con la ayuda de Paz, su madre, que acaba de dejar al nieto en casa. «Si los padres trabajan los dos, hay que ayudar, pero empieza el cole y he venido a despedirme y, por supuesto, a cobrar la paga», dice con cierta socarroneria. Y el pequeño de los dos hijos de la pareja, Alejandro, está ilusionado con que el presidente también tenga un perro y puedan pasear juntos. Todo es posible. Hasta que otra vecina, Ana Fernández Cuesta, administrativa y esposa de un asesor fiscal, tema que la urbanización se convierta en objetivo terrorista. Por motivos laborales, ellos se marchan a Asturias. Pide por la casa 570.000 euros, «lo justo», y la quieren vender ya.
El recién jubilado Eliseo García, profesor de Formación Profesional hasta el pasado 31 de agosto, habla de otros inconvenientes: como tener que esperar un buen rato para entrar en casa por culpa de los inhibidores, unos aparatos que bloquean las comunicaciones para evitar la activación de bombas a distancia. Claro que también le bloquean el mando. Pero, en general, está satisfecho con la llegada de Zapatero: «Y agradezco a la Policía que esté todo el día por aquí. Cuando vine a vivir jamás pasaba. Entonces solo había fincas de cereales, caminos polvorientos y una vieja refinería de aceites».
María José Martínez, vecina y esposa del dueño de la inmobiliaria que tiene dos parcelas a la venta en la urbanización, se lo toma con mucha flema. «Estábamos a gusto sin él y estaremos a gusto con él. No somos selectivos», remata haciendo un guiño a otros compañeros. Son las dos de la tarde y hay cambio de turno en la garita. Llega un policía en moto. Le preguntamos que cuántos agentes vigilan la casa. «Los que manden», responde en un tono áspero, mientras tratamos de imaginar las plácidas siestas de hamaca que le esperan a Zapatero.
… No está mal, si lo ha ganado trabajando… ¿Éste ha trabajado alguna vez?
Encima de que roba miles de millones para el y sus docenas de ministros con una docena de cargos cada uno, tiene mercenarios a su servicio para matar a todo aquel que le mire mal… tocate los huevos
No hay justicia en este país.