Terrenos de Torre Mirona, donde se ubicará la mayor mezquita salafista de Europa.

Alerta Digital.- Parece muy claro que hoy, en nombre de la democracia, se violan los más fundamentales principios de derecho. Y que en nombre de la participación electoral se establecen consorcios y acuerdos que el pueblo no ha elegido. Uno de estos ejemplos, claros y rotundos, de la quiebra del sistema de participación electoral y elección ciudadana nos lo ofrece la localidad gerundense de Salt.

Un acuerdo extramuros de la opinión pública entre el alcalde de la ciudad, el presuntamente corrupto Jaume Torramadé y los dos concejales tránsfugas de la Plataforma per Catalunya (PxC), Carles Bonet y Joana Martínez, hará posible la materialización de una gigantesca operación urbanística, posiblemente con capital árabe de por medio, que convertirá a Salt en la ciudad que albergue el mayor centro islámico de Europa.

Aunque no nos sorprende ni mucho ni poco que el partido del 3 por ciento anteponga una vez más la obtención de beneficios al interés de Cataluña, sí que es causa de irritación que esta operación vaya a ser posible gracias a los votos de los electores plataformistas que votaron a Bonet y a Martínez para que hicieran justamente lo contrario de lo que ahora se pretende.

Se trata de una mezquita salafista de cuatro plantas, que se ubicará en los terrenos de Torre Mirona. El negocio traerá aparejados unos beneficios de varios millones de euros cuyos destinatarios AD no tardará en dar a conocer. A partir de aquí hagan ustedes sus propias cábalas y deducciones. Lo que sí les aseguramos es que la Fiscalía Anticorrupción no entrará a investigar el asunto. Ni el resto de fuerzas políticas a excepción claro está de la PxC. La casta es la casta. Y la omertà también. Ahí tienen lo que se puede esperar de un sistema cuya putrefacción se enseñorea del pueblo al que dice servir. ¡Porca miseria!

De la mala fe del alcalde convergente de Salt y de los intereses nada claros que subyacen del asunto de la mezquita salafista de Salt sirva esta certeza: Si los votos de los dos concejales tránsfugas de la PxC no le fueran absolutamente necesarios al alcalde de CiU para sacar adelante el proyecto salafista, nunca hubiera pasado por el trance de reunirse con Bonet y Martínez nada más hacerse públicas las desavenencias de ambos con la PxC a cuenta de un chusco culebrón interracial. Así que no se molesten más en entonar la palinodia de confundir adrede lo mejor para Cataluña con lo mejor para ellos mismos.

Si CiU cree tener una ‘deuda moral’ con el futuro cultural de una comunidad ligada desde siempre al humanismo cristiano y a las señas identitarias europeas, que al menos hagan algo por aparentarlo. CiU ganó las elecciones en Salt de forma holgada aunque insuficiente para gobernar en solitario. Los dos ediles tránsfugas están donde están gracias a las siglas de la PxC, al aval de sus principales lideres y al discurso identitario. Bonet insistió una y otra vez en la campaña que Cataluña estaba siendo cuarteada por la casta corrupta y por el ansia anexionista del islam. Sin ese refrendo político, sin ese discurso y sin el rechazo a la islamización de Cataluña en el dietario de su campaña, a estas horas él no podría enajenar los votos obtenidos por componendas que algún día conoceremos.

Si Carles Bonet y Joana Martínez eran contrarios a los mensajes antiinmigracionistas de la PxC, podían haberse presentado a las elecciones del 22-M con su propio programa y bajo el paraguas de otras siglas. No lo hicieron y asumieron el programa y el proyecto de la PxC, lo que les priva ahora del derecho moral a saltarse el guión en un asunto de importancia capital para el futuro de Salt y de Cataluña.

Si ahora Bonet y Martínez, tanto monta, pretenden escenificar un cierto distanciamiento con las tesis de la PxC como parte del peaje exigido por el alcalde de CiU, que entonces no se molesten si se les llama traidores en la más rotunda aceptación del término.

Pero no podemos ni debemos olvidar a otros protagonistas en esta execrable historia que pone al descubierto la miserable condición del nacionalismo catalán, al que hasta el propio Azaña consideró “mucho peor que Franco”. Desde el ‘caso Banca Catalana’ a los comisionistas del tres por ciento, de Javier de la Rosa a Torramadé, lo más granado del tancredismo político de Cataluña se han dado cita en CiU. El último gran escándalo vino de la mano de Millet, un ciudadano catalanista de larga trayectoria familiar y personal de “servicios al país”, amparado en su prestigio personal –iba a ser condecorado con la medalla de oro de la Ciudad Condal–, que detrajo millones de las obras de ampliación y reforma del Palau, viajó con su familia a destinos exóticos a cuenta de los fondos de la institución, especuló fraudulentamente con terrenos propios vendidos a la Fundación que presidía y, al parecer, pagó en dinero negro a numerosas entidades culturales, manejando con descaro hasta dos millones de euros en billetes de 500, además de haber incurrido en el peor de los nepotismos. Millet es el reflejo de una cultura amoral y corrupta que se ha incrustado en el ADN del nacionalismo catalán con la mascarada de la defensa de unos supuestos derechos históricos.

Y es que en Cataluña, como en otros lugares de España, todo parece decidido por los que agitan los principios sin necesidad alguna de demostrar la sinceridad de su adhesión de lo que se pretende defender. Como si los principios estuviesen para ser manipulados y no para ser defendidos con uñas y dientes.

Movilización en Salt

La respuesta de la PxC no se ha hecho esperar. La dirección del partido pretende convertir las calles de Salt en una gigantesca movilización contra quienes no tienen reparo alguno en mercadear con el futuro de Cataluña con tal de obtener beneficios cortoplacistas. Se pretende que sea la mayor concentración celebrada nunca en la provincia de Gerona. Será el sábado 27 de agosto, a las 18 horas, en el paseo Girona, ante el cuartel de la Policía Local de Salt. A la concentración contra la macromezquita salafista ya han confirmado su presencia el líder del partido Josep Anglada, quien estará acompañado por su secretario general, Robert Hernando, y por los dos vicepresidentes, Simó y Armengol. “Queremos que sea una demostración de fuerza en casa de nuestros enemigos: los islamistas y los políticos catalanes corruptos”, señaló a nuestra redación un alto cargo plataformista.

Quién sabe si, pese a todos los donjulianes que nutren la casta parasitaria de Cataluña, esta nueva batalla de Guadalete está aún por ganar. El día 27, Don Rodrigo somos todos. Con permiso de ‘Don Opas’ Torramadé y de su corte de traidores.