Una mujer iraní que perdió la vista hace siete años por el ataque de un pretendiente despechado renuncia a la ley de Talión en el último minuto
El perdón, finalmente, venció ayer al deseo de venganza, y la misericordia se impuso a la ley de Talión. O a la de Ghesas, su equivalente islámico, que estipula la aplicación al agresor del mismo daño que infligió a su víctima.
La joven iraní Ameneh Bahrami, de 32 años, quedó desfigurada y ciega hace siete cuando un pretendiente despechado le arrojó ácido a la cara. Ayer, todo estaba preparado en el Hospital Forense de Teherán para hacer cumplir la sentencia, conforme a la ley de Ghesas recogida en la legislación islámica iraní. Ameneh debía aplicar diez gotas de ácido en cada ojo de su agresor, Mayid Movahedi, de 29 años, para consumar el castigo y hacer que su rostro destrozado fuera el último que viera. Y, sin embargo, minutos antes, la joven le perdonó.
«El perdón es más importante que la Ghesas y yo quiero actuar correctamente», declaró. «He luchado durante siete años por este veredicto, para demostrar que una persona que lanza ácido debería ser castigada según la ley islámica, pero hoy le he perdonado porque estaba en mi derecho. Dios habla de la ley de Ghesas en el Corán, pero también recomienda que se perdone».
La víctima admitió también que pensó en los intereses de Irán al tomar esta decisión, «porque todos los países estaban pendientes de este caso». Bahrami será indemnizada por las heridas sufridas, aunque no recibirá los dos millones de euros que había solicitado, sino unos 150.000, para cubrir gastos médicos.
El suceso se remonta a 2004, cuando Movahedi, furioso por las reiteradas negativas de su compañera de clase a casarse con él, le arrojó ácido sulfúrico al rostro. En 2008, un tribunal condenó al agresor a recibir diez gotas de la misma sustancia en cada ojo, en aplicación de la ley de Ghesas. Según la versión islámica del ‘ojo por ojo’, el castigo que se impone al culpable debe ser equivalente al crimen que cometió, aunque teniendo en cuenta siempre que un musulmán tiene más valor que un infiel y que un hombre vale más que una mujer.
El pasado 23 de mayo el fiscal general de Irán y portavoz del Poder Judicial, Gholam Husein Mohseni Ejei, informó de que la pena contra Movahedi era firme e inapelable. La pena debería ser aplicada por la propia Ameneh.
El condenado reconoció ser el autor de la agresión, aunque aseguró haberla desfigurado por amor: «Cuando le pedí la mano y me dijo que iba a casarse con otro, pensé en arrojarle ácido a la cara para que su novio la dejara», alegó.
Hace dos años, Ameneh se trasladó a Barcelona, donde fue sometida a diferentes intervenciones quirúrgicas en los ojos y el rostro, pero los doctores sólo lograron que recobrara parte de la visión en un ojo. La mujer iraní se mostraba entonces inflexible a la hora de expresar clemencia, pese a las presiones de organizaciones humanitarias como Amnistía Internacional para que no se ejecutara la cruel sentencia: «Quiero que sepa lo que estoy sufriendo y también quiero que sirva de ejemplo para que otras chicas no sufran el mismo martirio», declaró.
Finalmente, ayer Ameneh perdonó ‘in extremis’ a su agresor. Ahora, Movahedi tendrá que volver a la cárcel para cumplir una condena de prisión indeterminada.