Cartas al Rey
Después de los Reyes Magos, los otros son los más solicitados. Felicitaciones de cumpleaños, nacimientos y aniversarios de boda; y peticiones de toda clase, desde un título nobiliario a un indulto o un puesto de trabajo. Cada día llegan al Palacio de la Zarzuela, en el 28080 de Madrid, una carretilla de cartas. Y no es una manera de hablar. Un devoto de la monarquía que no olvida el santo del rey; una mujer desesperada porque su hermano lleva 44 años en la cárcel sin un solo delito de sangre; una familia impotente ante la negativa de las autoridades a construir una escalinata en la piscina para que se bañe su hijo discapacitado; un grupo de afectados por la estafa filatélica que ya no sabe a qué puerta llamar; unas monjas de clausura que, previsoras ellas, tuvieron el detalle de enviar un par de patucos a la infanta Elena cuando se casó…
Estos son solo un puñado de ejemplos entre decenas de miles. «En Navidad se han llegado a recibir 50.000 felicitaciones, y en el santo del rey -es el 24 de junio, pero empiezan a llegar «desde mediados de mes»- unas 5.000, más que en su cumpleaños», calcula un antiguo empleado de la Casa Real (17 años empleado en el departamento de Protocolo).
Don Juan Carlos es el que más misivas recibe. Y después, la reina. A él le llega de todo, desde la petición de presidir un congreso a la entrega de un premio. «A ella le remiten las cuestiones de tipo social: prologar libros sobre protocolo o temática social -adjuntan el borrador del libro- o amadrinar la ceremonia de colocación de una nueva bandera en un acuartelamiento militar… «Para esto siempre se pide una mujer, la reina, la princesa de Asturias o una infanta».
Los sobres llegan a la Oficina de Registro y Archivos y aquí se hace la primera criba. A la secretaría del rey, a la de la reina, a la de los príncipes… Y si no corresponde resolverlo a ellos, a las instituciones que tengan competencia. Todo cuanto entra en el ‘buzón’ de La Zarzuela, queda registrado y anotado, pero en la Casa Real guardan con celo los datos (dicen que más adelante, cuando renueven la página web, los harán públicos).
En todo caso, confirman sin dar cifras que son muchísimas las cartas que llegan. «Todas se contestan, ninguna cae en el olvido porque sea menos importante que otra». Algunas se responden firmadas ‘en nombre de…’ (el rey, la reina, los príncipes…) y unas pocas con la rúbrica original. «Es imposible que los reyes lean personalmente todas las cartas pero alguna sí la leen. En una ocasión escribió una señora pidiendo acudir a la recepción que don Juan Carlos daba con motivo de su onomástica. La mujer contaba en la carta que su marido había sido empleado de la Casa Real en tiempos de Alfonso XIII, que la recepción coincidía con sus bodas de oro y que les haría muchísima ilusión poder ir. El rey no solo respondió personalmente a la carta, sino que les invitó y ese día tuvieron ocasión de saludarse. La mujer se emocionó mucho».
Eso fue un detallazo. Que los monarcas parecen muy inaccesibles, pero no dejan de ser de carne y hueso como los demás. «A todos los trabajadores que participan en la grabación del discurso de Navidad les regala una copia del discurso firmada», cuenta un portavoz de La Zarzuela.
Estos detalles son cosas que están en sus manos. Otras exceden su competencia. «Una mujer pidió ayuda para llevar a su hijo a Houston para una operación delicada y se reenvió la carta a las autoridades sanitarias . También llegaron muchas cartas para que no se sancionara el aborto, pero eso no es cuestión del rey, sino del Parlamento, esto no es una monarquía absoluta», advierten desde la Casa Real.
Lo cierto es que muchas veces el sobre que llega a Palacio ha recorrido antes un sinfín de despachos y ventanillas en balde. Es el caso de Francisco Plasencia, que llevaba un año llamando a muchas puertas: al ayuntamiento, al Gobierno Vasco, al Defensor del pueblo… A todos les pedía lo mismo: una rampa con escalinata para acceder a la piscina de un centro cívico de Vitoria que facilite el baño a personas con discapacidad, a ancianos, a embarazadas… No parece una petición inasumible y le cambiaría la vida a su hijo Ángel, de 29 años, que sufre una hemiplejia de la parte izquierda de su cuerpo que le afecta al cerebro. Ángel es feliz en el agua, el problema es que meterse en la piscina le cuesta Dios y ayuda. En marzo de 2008 su padre empezó las gestiones para pedir una rampa adaptada y después de un año sin respuesta le escribió a la reina. «Siempre me ha parecido la más cercana al pueblo para las cosas sociales», detalla desde su casa en la capital alavesa. Tres semanas más tarde recibía un sobre con sello real. «… Su Majestad ha quedado enterada del contenido de su carta, lamenta profundamente la situación…», recita casi de memoria.
La carta está firmada en nombre de la reina Sofía. «Me sentí amparado, ver que me había hecho caso me hizo confiar. Esperaba una respuesta más fría como diciendo: ‘de estos tenemos muchos casos’, pero me sorprendió porque puso que estaba muy afectada», cuenta Francisco. Por lo menos, subraya, la reina tuvo «un gesto» que no tuvieron otros. Y es que también escribió por lo mismo «a Ana Rosa Quintana, a Carlos Herrera…».
Ayuda y negocio
Francisco recurrió a los reyes harto del silencio institucional. Y así llegan muchas cartas a La Zarzuela. «Creen que los reyes tienen una varita mágica. Hay gente que les considera la última tabla de salvación»… O una excelente oportunidad de negocio. «Las industrias de alimentación escriben preguntando cómo hacerse proveedores, porque eso es un marchamo importante de calidad. También les hace ilusión que la Casa Real acepte sus regalos. Una vez enviaron un jamón carísimo, pero no se lo quedaron y se llevó a Patrimonio Nacional. Otra chica hizo llegar un producto y quería incluso que la Casa Real lo recomendase por las buenas propiedades que tenía», recuerda Carlos Redondo, experto en cuestiones de Protocolo y responsable de la web www.protocolo.org.
Mucha gente recurre a él en busca de asesoramiento, que uno no sabe muy bien cómo dirigirse a los reyes.
– ¿Mejor una carta formal o ir al grano sin rodeos?
– «Se suele utilizar la fórmula de ‘Excelentísimo Jefe de la Casa Real’ pero las redacciones suelen ser muy cercanas. Con formalidad pero sin pompa, como si estuvieran escribiendo a un concejal del ayuntamiento, por ejemplo», explica Redondo.
Y por pedir que no quede, que si uno se puede colgar el título de conde, pues bienvenido: «Una señora detallaba en su carta, como si de un curriculum vitae se tratase, todos sus méritos: antecedentes nobles por su apellido, obras de caridad que había hecho, aportaciones a la comunidad, incluso hacía referencia a sus valores morales y cristianos… Otro se ahorró las justificaciones: ‘Mi padre trabajó mucho y se merece ser marqués o conde’». Ahí queda eso. Menos ambiciosa pero más práctica fue la petición que remitió un grupo de amas de casa: Habían perdido su sede, donde jugaban a las cartas, bailaban, veían la televisión… y pedían a los reyes su apoyo ante el ayuntamiento. Y un pequeño equipo de fútbol andaluz escribió porque quería tener la denominación de ‘Real Club’.
También hay dramas
Estas son las excepciones curiosas, la cara amable. Porque otras veces, debajo de un folio mecanografiado, se esconden «auténticos dramas». «Recuerdo un caso de una señora que relataba con pelos y señales todo el proceso de rehabilitación de su hijo, que era toxicómano y estaba en la cárcel. Contaba que había llegado a curarse y que la prisión podría perjudicar este proceso tan duro. Decía con todo el dolor de su corazón lo mal que lo había pasado y pedía el indulto de su hijo».
De estas cartas, asegura Redondo, «suelen llegar pocas». Porque las peticiones habituales son otras. Les piden fotos de familia (se pueden descargar en la página web de la Casa Real), que les dé audiencia, también hay peticiones para presidir entregas de premios, para apoyar causas humanitarias y ONGs, para visitar empresas que inauguran nuevas instalaciones y para presidir congresos…
Alguna de estas cartas se acaba colando en forma de cita en la apretada agenda real -«cuando visitan una ciudad aprovechan para cubrir varios actos»-. No sin antes examinar el asunto con lupa. «Se pide a los organizadores informes de quién avala el evento, se les pregunta si asistirán otras instituciones… Porque la gente enseguida llama congreso a una reunión de amigos. Otras veces simplemente piden permiso para decir que el rey es el presidente de honor. Entonces no se pide asistencia, solo la autorización para el nombramiento», cuenta un antiguo responsable de Protocolo de La Zarzuela.
Que el rey dé o no la autorización ya es otro cantar. Y un misterio, porque si en La Zarzuela no dan mucho detalle de las cartas que entran, menos aún de las que salen con el sello real.
Me parece lamentable,que yo siendo victima de violencia de genero,sin trabajo,sin ningun tipo de auda social,teniendo a mi cargo un hijo enfermo y que el rey de españa,diga que tenemos que areglar esto.Yo para eso no quiero a ningun rey que no esta haciendo nada por mi pais,que consienta todo lo que esta pasando,el deberia darnos ejmplo y lo unico que veo es sus paseos en barcos,y sus comiditas con sus amigos zp y bono entre otros.Dejaros ya de tonterias y hacer algo por ESPAÑA,que nos estais llevando a una guerra que no nos va allevar a ninguna parte.