Ana Rosa Quintana, en tela de juicio
Ana Rosa Quintana vuelve a estar en boca de todos y con un montón de dedos señalándola. La presentadora de Telecinco está imputada en el caso abierto por la confesión de Isabel García en televisión. La mujer de Santiago del Valle acusó a su marido del asesinato de la niña Mariluz. Fue un testimonio en directo. ¿Con luces y taquígrafos? Eso anda dirimiendo la jueza, porque el Ministerio Fiscal tiene dudas de cómo se consiguió la exclusiva, tantas que es la primera vez que actúa de oficio en un caso así. Ante la sospecha de que la mujer pudiera haber sido coaccionada de alguna forma, ordenó la apertura de diligencias e imputó a nueve periodistas. Si la jueza entiende que la coaccionaron, habrá castigo. No cárcel, pero sí una buena multa.
Al margen de la sentencia, el ‘caso de Ana Rosa’ ya ha marcado un antes y un después en el tratamiento de la crónica negra en televisión. Hasta ahora se había dado alguna que otra reprimenda pública a un periodista (Nieves Herrero o Pepe Navarro por los crímenes de Alcácer), pero de ahí a sentarlos delante del juez… «Ha sido un salto cualitativo importante. No es solo una cuestión de morbo, es que ha podido haber menoscabo en los derechos de una persona», coinciden expertos de la judicatura y las asociaciones de espectadores. Como una sola voz, denuncian los «juicios paralelos en televisión» y el «abuso de los contenidos morbosos, en una línea cada vez más agresiva y sensacionalista».
Mercedes Milá salía hace unos días en defensa de Ana Rosa: «El periodismo es esto». Y la propia Quintana se felicitaba por «dar la noticia que cualquier periodista hubiera querido dar». Pero que no espere muchos aplausos. La Asociación de Jueces Francisco de Vitoria entiende que «se han sobrepasado los límites de la decencia periodística». «Es canallesco y una tropelía violentar la libertad de una disminuida psíquica para sacar una noticia espectacular. Esto en otro país hubiera sido indecente», critica Marcelino Sesmero, portavoz del colectivo.
A la confesión (el 25 de febrero) de la mujer de Santiago del Valle, se añade un segundo vídeo en el que se ve a la reportera grabar a Isabel cuando pide que le retiren la cámara y decir ‘no me la va a quitar nadie’ (en referencia a otros medios). Hasta llegar a este punto, el recorrido ha sido largo.
«No ha valido para nada»
«Alcácer (1992) fue el detonante. En ese momento los programas empezaron a pasarse», con episodios especialmente llamativos como el de Rocío Wanninkhof. «Las pruebas contra Dolores Vázquez eran mínimas, pero a esta señora se le hizo un juicio paralelo en la tele poniéndola como una energúmena. No se garantizó la presunción de inocencia. El jurado popular llegaba a la sala habiendo visto la televisión y la condenó. Pero luego un tribunal profesional la absolvió», recuerda Sesmero. Sin ser comparables los casos, hay algo común: «Aquí también ha habido un juicio paralelo totalmente orientado hacia una línea».
Ana Rosa y su equipo insisten en que quieren «colaborar con la justicia», pero a efectos prácticos su aportación va a quedar en nada. «La declaración de Isabel (que ha sido acusada de falso testimonio por cambiar la versión que dio en el juicio) no tiene ningún valor para el caso. No ha valido para nada, porque las únicas declaraciones que valora el tribunal son las que se obtienen en el proceso judicial», apunta José Luis Ramírez, portavoz de Jueces para la Democracia.
No cambiará el curso del caso, pero la confesión de Isabel García por televisión y la posterior investigación contra Telecinco por parte del Ministerio Fiscal sí ha reabierto el debate. Los expertos consultados advierten de un repunte de estos contenidos, «que cada vez tienen más espacio en los telediarios» y, lo que creen más grave, de un «incremento del sensacionalismo». «La pelea por la audiencia es cada vez más dura y estos programas son muy baratos», apunta Alejandro Perales, presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación.
Y no vale la excusa de la audiencia. «La crónica negra debe existir, pero cuando se convierte en espectáculo y no se respeta a las víctimas y a los familiares no tiene cabida», reprende el colectivo de espectadores iCmedia.
No es la primera vez que Ana Rosa Quintana (Madrid, 1956) está en el punto de mira. La que sucediera en el reinado matinal a María Teresa Campos es una estrella televisiva (cobra más de millón de euros anuales) que se ha apagado más de una vez. Hace diez años publicó un libro, ‘Sabor a hiel’. Vendió 100.000 ejemplares, pero protagonizó un escándalo por plagio. Ella acusó a «un colaborador» (al parecer, su ex cuñado) de las partes copiadas. La novela fue retirada, pero un año después sacó la cabeza con la creación de su productora, Cuarzo, responsable de su programa en Telecinco. Tiene 3 hijos.
quería decir unio las dos bolsas
Tony King ,en el caso Wanninnkhof,solo tenia en contra la colilla,no había nada mas,y no supieron defenderlo,que King envolvió las dos bolsas de basura con 223 cm de flexo donde apareció el cuerpo de Rocio,no se lo cree ni el que aso la manteca