Mientras su población pasa hambre, el cerdo alauita cuenta con una fortuna personal de 2,5 billones de dólares
Al rey de Marruecos se le calcula una fortuna de 2,5 billones de dólares. Al contrario que otros reyes, el patrimonio del monarca alauita sigue subiendo año tras año gracias a que Marruecos es uno de los principales exportadores de fosfato, cuyo precio ha experimentado un importante ascenso. La revista «Forbes» lo coloca en el séptimo lugar de la lista de monarcas más ricos del mundo y asegura que sus propiedades inmobiliarias están repartidas por todo el mundo, aunque él trata de mantener un perfil bajo en cuanto a muestras de ostentación se refiere.
La llegada de Mohamed VI al trono alauí en 1999 levantó esperanzas de cambio en la empobrecida sociedad marroquí. Autoproclamado como «rey de los pobres», el monarca pronto olvidó su prometedor comienzo y en la década larga de reinado ha continuado incrementando su riqueza y, de paso, la enorme brecha que lo separa de los marroquíes, que hoy saldrán a manifestarse a la calle.
Según fuentes diplomáticas, el hijo de Hassan II ha continuado la línea abierta por su padre: «En Marruecos los que tienen acceso a las oportunidades y privilegios son los mismos de siempre». Esta camarilla de poder que rodea al rey, conocida como «majzén», le gestiona el patrimonio y, de paso, se lleva una buena parte del pastel. «Mohamed VI es el primer accionista de las principales empresas del país. Es público y notorio», continúa la misma fuente. Los dos principales «holding» empresariales del país son de su propiedad y acapara el primer banco, la primera aseguradora de la nación y una de las mayores operadoras de telecomunicaciones, según el ex director de la publicación independiente «Le Journal Hebdomadaire». Además, sus numerosas fincas copan la producción del sector agrícola.
Según los analistas, la protesta social que comenzaron el domingo en el país magrebí tiene su raíz en un reparto muy desigual de la riqueza. Se calcula que apenas un millón de habitantes, de los 31,6 que componen Marruecos, tiene alguna posibilidad de prosperar en la vida con el actual panorama.
La última palabra la tendrá el monarca alauí, reconocido por la Constitución como el «Comendador de los Creyentes» y máximo representante de la nación. Las fuentes consultadas consideran que «lo que ocurra va a depender en gran medida de su voluntad. Si se pone al frente de las demandas va a barrer en popularidad, pero tiene que estar dispuesto a perder ciertos privilegios». La apertura política que se esperaba con el relevo real ha quedado en agua de borrajas. Mohamed VI sigue reinando y gobernando. Es él quien nombra al primer ministro y a los titulares de las carteras de Interior, Justicia, Exteriores y Asuntos Islámicos. Si bien es cierto que permitió desenterrar los «años de plomo» de su padre, rehabilitando a las víctimas, y permitió la vuelta de viejos enemigos de Hassan II, sus casi doce años de reinado han sido doce años de decepciones para la mayoría de los marroquíes, muchos de los cuales aún lo veneran y hoy miran a Palacio.
Marruecos no está preparado para ser estado independiente. Hay que volver al colonialismo para acabar con el hambre en África.
Trayendo moros a España lo único que se consigue es cambiar la pobreza de sitio y aliviar las posibles protestas de la población marroquí contra el amigo del Borbón.