El colista fue presa fácil para el Madrid (1-3)
El ‘gato’ Benzema no arañó en La Romareda después de ese ‘hat trick’ ante el Auxerre que se vendió como su transformación en un animal letal, pero el Madrid tampoco necesitó mucho perro de presa para dar buena cuenta de un Zaragoza sin fútbol, sin físico y sin alma suficientes para poder poner en apuros al club con mayor presupuesto del mundo.
Sólo en el arranque sufrieron ligeramente los de Mourinho, dueños y señores del campo desde que Özil desequilibró la contienda al cuarto de hora. El choque, en el que el Madrid pudo permitirse el lujo de sestear la última media hora, evidenció la abismal diferencia que en esta Liga de tres velocidades existe entre el segundo y el colista.
Fue una batalla sencilla para el Madrid pero el portugués dejó claro que no confía en la cantera. Sólo concedió un par de minutos al chaval Morata, quien puede presumir ya de haberse estrenado en el mismo escenario que vio el nacimiento y despedida en España de Raúl, un mito blanco. Estuvo a punto de marcar en su primer balón tocado, pero lo impidió Leo Franco.
Acuciado por su condición de colista y arengado por Aguirre, que si por algo destaca es por su capacidad de persuasión, el Zaragoza salió a toda mecha. Presionó muy arriba al Madrid e intentó intimidarle. Juego rápido, ritmo vertiginoso, búsqueda por banda de Lafita y Bertolo, faltas tácticas a la menor pérdida de balón, y afanosa búsqueda de la cabeza de Jarosik, el gigante checo, en la estrategia. Bertolo, en un testarazo que desvió Arbeloa, y Lafita, en un tiro cruzado, pudieron abrir el marcador, lo que hubiera dibujado otro partido.
Espejismo en el arranque
Pero los maños no marcaron y, enseguida, en apenas diez minutos, quedaron a merced de los merengues, mejores, más confiados y con mucha más pegada. El Zaragoza evidenció ser un equipo con poco fuelle, enormes dudas y lagunas técnicas y tácticas impropias de un club que ansía asentarse en la elite. Un once con Leo Franco, ya en la cuesta debajo de su carrera, bajo los palos, el agotado Edmilson de medio centro, y Sinama Pongolle en punta, está condenado a sufrir.
El Madrid se adueñó del balón, de los espacios y pasó a controlar el duelo con suma suficiencia. Sobre todo después de que Özil acertase en la primera ocasión visitante. Un extraordinario contragolpe, con dejada de Cristiano, gran pase de Marcelo y sobresaliente definición del turco-alemán, bajo las piernas de Leo Franco. Acierto blanco y pésimo balance de un adversario roto por la mitad en sólo un cuarto de hora.
Lass se gustaba incluso en la construcción, por lo que no se echaba para nada de menos a Khedira, y Marcelo encontraba una autopista en la que Diogo apenas cobraba peaje. Benzema se mostraba, combinaba bien con Cristiano pero no estaba resolutivo.
Se mostraba blando en la definición, lo que indignaba a Mourinho, al menos a tenor de sus gestos. Fue Cristiano quien certificó la enorme diferencia en una magnífica ejecución de golpe franco al borde del descanso. Leo Franco dejó una estatua para la foto.
Los blancos salieron más enchufados en la reanudación que el principio. Y cerraron el triunfo tras un gran envío largo de Xabi Alonso que dejó en evidencia a los centrales y portero maños. Di María les ganó por velocidad y elevó sobre la tímida salida del guardameta. Para evitar males mayores, Aguirre movió ficha por partida doble y acertó. Retiró a Edmilson y Sinama, desaparecidos en combate, y dio entrada a Ponzio, más aguerrido, y al colombiano Marco Pérez, mucho más veloz que el francés. El penalti de Carvalho, tan claro como innecesario, dio vidilla a los locales.
Acertó Gabi y maquilló una derrota cantada. ‘Mou’ se fue contento pero con un buen golpe en la cabeza. Se lo dio contra el banquillo.