La gruta de los neandertales
La ley del más fuerte rige en la naturaleza, lo que explica que unas especies sobrevivan y otras se extingan. Sin embargo, el más poderoso de todos los seres vivos, el ser humano, solo tiene hoy un antepasado común, el llamado Homo Antecessor, aunque todos pertenecemos a la especie cromagnón u homo sapiens. Sin embargo, hasta hace unos 35.000 años, hubo sobre la faz de la Tierra otra especie de homínido, los hombres de Neandertal.
Las causas de su extinción siguen siendo uno de los grandes misterios de la humanidad, y en este debate científico ha entrado de lleno ahora la Cueva de Nerja, uno de los yacimientos arqueológicos más desconocidos e inexplorados del mundo, pues apenas se ha excavado hasta la fecha el 25% de sus sedimentos. Hasta hace apenas unos años se pensaba que los pobladores más antiguos de esta gruta, situada en un lugar privilegiado, en una atalaya sobre el mar, vivieron en torno al 24.000 antes de nuestra era.
Sin embargo, los últimos estudios de restos encontrados en las excavaciones que se llevan a cabo desde hace dos años, dentro de un proyecto de investigación multidisciplinar pionero, han permitido constatar la presencia de piezas de hace 35.000 años, cuando aún vivían los neandertales, que se extinguieron en torno al 30.000 antes de cristo. En concreto, hay unas veinte piezas que están siendo investigadas por los especialistas del grupo multidisciplinar que coordina José Luis Sanchidrián, profesor de Prehistoria de la Universidad de Córdoba. Pero de entre todas ellas sobresale una raedera, un trozo de piedra de sílex de hace unos 35.000 años, que los hombres de Neandertal debían usar como herramienta multiusos de trabajo, ya fuera para cortar la carne o trocear la leña.
Como una navaja multiusos
«Era algo así como una navaja multiusos de las de hoy en día», apunta el conservador de la Cueva de Nerja, Antonio Garrido, quien reconoce que el hallazgo de esta pieza abre la puerta a la resolución de una de las grandes cuestiones que esconde en sus entrañas la enorme cavidad nerjeña, si los neandertales realmente habitaron esta gruta antes de su extinción, y lo más importante, si se pudieron mezclar con los sapiens.
«No se sabe con exactitud, porque el ADN que se puede investigar es el mitocondrial, el de las madres, y de momento, con los avances científicos, no se ha podido constatar que hubiera cruces entre ambas especies. Las hipótesis apuntan a que los neandertales desaparecieron, no se sabe si por el empuje de los sapiens, como una guerra abierta entre las dos especies, o por su incapacidad para adaptarse a los cambios climáticos que ocurrieron en esa época», dice.
«Todo apunta a que sí, a que los últimos ejemplares de esta especie debieron refugiarse en la franja que discurre desde Gibraltar hasta Nerja, en cuevas como las del Peñón, El Bajondillo en Torremolinos o la del Tesoro de Rincón de la Victoria», continúa este especialista, quien recuerda que esta pieza de sílex forma parte del inventario de casi un millón de objetos, entre restos de cerámicas, huesos, conchas, espinas y herramientas, que conforman el catálogo en cuya clasificación está trabajando en estos momentos el equipo de investigación de la Cueva de Nerja, después de las excavaciones realizadas a lo largo de los últimos años.
«Un proceso muy lento»
Llegar hasta un nivel más bajo de los yacimientos es otro de los retos que tienen por delante estos profesionales. «No es cuestión solo de excavar, sino que hay que ir poco a poco, consolidando los perfiles, y haciendo pruebas de datación cronológica en laboratorios. Es un proceso muy lento», señala el conservador de la gruta, quien confía en que en los próximos años se puedan seguir dando pasos para descifrar estas cuestiones y en la respuesta a la gran pregunta de por qué se extinguieron los neandertales. «Ojalá encontremos restos humanos en la gruta, sería la bomba», añade Garrido.
La gruta es objeto desde hace dos años de un proyecto interdisciplinar de investigación aplicada a su conservación, que aúna geología, biología y arqueología. El gerente de la Fundación Cueva de Nerja, Ángel Ramírez, considera que las excavaciones realizadas han logrado «indicios o evidencias» de que los neandertales y los cromañones coexistieron en la gruta, «aunque de momento no tenemos ninguna certeza, más allá de esa pieza de sílex que ya está datada en torno al 35.000 antes de nuestra era», insiste Ramírez.
El gerente remarca que, al margen del atractivo turístico que supone este monumento natural -el más visitado de la provincia, con una media de casi 400.000 personas al año-, nunca se ha dejado de trabajar en el aspecto científico, y ha destacado que «la cavidad puede dar muchas respuestas sobre los primeros pobladores de la Costa del Sol». Desde hace casi 25 años no se trabaja en profundizar en nuevos yacimientos en el interior de la cueva y las actuaciones se centran en las salas de La Mina, La Torca y El Vestíbulo, las más próximas a la zona por donde se adentraron los cinco descubridores, un grupo de chavales de Maro, el 12 de enero de 1959.
El objetivo, la conservación
José Luis Sanchidrián destaca que la Cueva de Nerja es «única en el mundo» por la cantidad y la calidad del material que encierra, «puesto que estuvo habitada desde hace unos 40.000 años hasta hace solo 3.000». «La imagen que se ha transmitido de los neandertales es equivocada, ya que ahora podrían convivir entre nosotros, y lo cierto es que no se puede hablar de fracaso de una especie que ha habitado tantos miles de años el planeta, ya que nosotros llevamos menos tiempo y no sabemos si seremos más longevos», añade.
La principal finalidad de este proyecto es la conservación de la gruta y por ello, tras el estudio de los yacimientos, éstos se van a rellenar con una grava especial, con el objetivo de consolidar el terreno y evitar derrumbes en caso de lluvias o filtraciones. Además, en el ámbito geológico, se pretende conseguir un modelo de gestión para todas las cuevas visitables, y en materia de conservación la aplicación novedosa de un sistema por el que se introducirá un gen en la secuencia del ADN de los hongos que dan origen al conocido como ‘mal verde’, para su autodestrucción natural.