El ‘Mou Camp’, escenario del mayor espectáculo del mundo
Barcelona y Madrid, dos clubes, dos capitales, dos culturas, dos maneras de sentir y concebir la sociedad, la política, el fútbol y hasta la patria, se miden este lunes en el escaparate de un Camp Nou que se prevé pasado por agua. Un día atípico, por mor de las elecciones catalanas, la seguridad, y la ‘dictadura’ de las televisiones, para un duelo universal, con récord de campeones del mundo -hasta trece españoles podrían coincidir sobre el césped-, de presupuestos, de costes de plantillas y de goleadores en busca de la ‘Bota de Oro’.
Rivalidad rayana con el odio, alta tensión, riesgo elevado de incidentes, casi mil agentes desplegados y otros tantos periodistas acreditados de 159 medios de comunicación y 28 países. Pese a que el partido se ofrece en España a través de canales de pago, se calcula que unos 400 millones de personas seguirán a lo largo del planeta este duelo entre dos antagonistas que se necesitan. Una audiencia superlativa si se tiene en cuenta, por ejemplo, que la final del Mundial de Sudáfrica la vieron 700 millones de personas y la inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín unos 600 millones.
Ambas directivas llaman a la calma, a la mesura, a la concordia. Horas antes del choque, los presidentes Rosell y Florentino comparecerán juntos. Matrimonio de conveniencia. En la retina de los aficionados todavía aparece esa cabeza de cochinillo lanzado a Figo o el ‘mecherazo’ a Roberto Carlos. Hechos execrables, pésimos ejemplos para la Liga que vienen a la mente cuando se acerca la salida al césped de Cristiano y Mourinho, dos estrellas a las que les va la marcha. Dos personas ‘non gratas’ en el Camp Nou, dos ganadores natos que jamás se esconden ni amilanan.
Retos
Las diabluras y gambeteos de Messi contra la potencia descomunal de Ronaldo. Y dos retos pendientes, ya que el argentino suma siete goles en ocho partidos contra el Madrid pero todavía no le ha marcado a un equipo entrenado por ‘Mou’, y el portugués no sabe lo que es acertar con las redes del Barça. Piqué y Puyol le tienen comida la moral. Por mucho que Cristiano diga que es una “tontería” representar el partido como un choque entre las dos grandes estrellas del firmamento del fútbol, con permiso de Xavi e Iniesta, ambos lo focalizan.
Dos estereotipos, dos filosofías, dos estilos, dos caminos opuestos para llegar a la misma meta. El Barça representa el romanticismo, una manera de concebir el fútbol que valora lo diferente frente a lo común. Es un equipo original en el que cada futbolista debe mostrar lo que le hace único. La creatividad como obra de arte. La belleza es la verdad. Una hinchada sensiblera, fanática, enamorada, tierna, apasionada, delicada y tradicionalmente victimista.
El Madrid, en cambio, es el realismo hecho fútbol. Tradicionalmente presumió de sensatez, de armonía, de efectividad, practicidad y acierto. De una visión positiva de la vida. Históricamente fue un club más académico y equilibrado que el Barça, más conservador y materialista, más ajustado a los cánones clásicos de belleza. El madridista es un tipo ganador, ambicioso y exigente. Mourinho le representa como nadie en su fondo pero no en las formas. El Madrid no intenta rizar el rizo, no toca y toca hasta llegar al gol, no marea la perdiz. Robo, transición rápida y disparo letal.
Caminos de récord
Enésimo partido del siglo y, según los expertos, media Liga en juego. La otra media se jugará en el Bernabéu dentro de cinco meses. Entre un choque y otro, mucha bulla y poca chicha. Lo presumible es que apenas tropiecen. En la supuesta mejor Liga del mundo, su superioridad sobre el resto es abismal. En cada uno de sus partidos se da por hecho el triunfo. Sólo hay cierta expectación por saber cuándo llegará el primer gol y cómo será de holgada la victoria. Caminan hacia el récord de goles y de puntos.
Aparentemente, ambos llegan en su mejor momento, pletóricos de moral, de juego y de confianza. Culés y merengues tienen la autoestima por las nubes, las plantillas prácticamente al completo y los automatismos bien perfilados. Son dos bloques formidables, el del Barça más técnico y el del Madrid más físico. Guardiola presume de cuatro triunfos en otros tantos duelos contra los blancos y de un tanteador global de 11-2. Pero los de ‘Mou’ parecen mucho más fuertes que los de Juande y los de Pellegrini. Y ambos ya lo pusieron complicado en el Camp Nou, un escenario donde el técnico luso espera divertirse más que con el Chelsea y el Inter.
El Barça huye de la tensión. La ansiedad le perjudica. Por eso Guardiola contraprogramó a Mourinho y decidió hablar el último, cuando se cerraban los colegios electorales. El Barça quiere actuar con la cabeza muy fría, llevar la iniciativa y evitar los contragolpes sin pérdidas de balón con el equipo muy abierto. Concentración máxima atrás y movilidad para sacar de sitio a Pepe y Carvalho.
Mourinho, aquel ayudante y traductor de Robson que hace trece años aseguró que siempre llevaría al Barça en el corazón y ahora es el enemigo público número uno, también lo tiene claro. Presionar, dificultar la aparición de Xavi, cortocircuitar a Messi, robar y salir como flechas al contragolpe. Cristiano es la estrella y Xabi Alonso el jerarca en la zona de creación. Higuaín el encargado de generar espacios y Di María el gran tapado. Con el Inter, ‘Mou’ puso fin a la hegemonía europea de los catalanes. Y en esta Liga bipolar, no hay lugar para la bicefalia.