El Real Madrid se da un baño de masas para celebrar la decimotercera Champions
Eran las 18.30 horas cuando la fiesta de la decimotercera se ponía en marcha. Cuatro paradas y sarao final en el Bernabéu, con el centro de Madrid invadido por decenas de miles de camisetas blancas y aficionados merengues orgullosos de un equipo de leyenda.
El primer alto fue en la Catedral de la Almudena para ofrecer la Champions a la patrona de la ciudad. El monseñor Jesús Vidal ejerció de anfitrión y se mostró muy cariñoso con el equipo, especialmente con la figura de Zidane: «Ha trabajado siempre desde la humildad para convertirse en el mejor».
El obispo auxiliar de Madrid estaba encantado con la visita del trece veces campeón de Europa, y agradeció el gesto a la expedición blanca con unas emotivas palabras: «Esta victoria no se puede lograr sin un grandísimo esfuerzo actual y a lo largo de vuestra vida. Muchos chavales os miran y es importante vuestro ejemplo de vida. Hay que esforzarse.
Hay que darles un buen ejemplo y juntos hay que construir un mundo más solidario. La virgen María comparte todas estas alegrías».
Tras los ruegos, leídos por Vallejo, la plantilla ofreció la Copa de Europa número trece a los pies de la Virgen de la Almudena, se hizo una foto de familia y puso rumbo a la Comunidad de Madrid, donde le esperaba el recién estrenado presidente Ángel Garrido, confeso aficionado atlético, pero rendido al equipo blanco: «Estamos muy felices de recibir al que es sin lugar a dudas el mejor club del mundo. Venís mucho aquí y sabéis que esta es vuestra casa. Es un orgullo, algo heroico, hacéis posible lo imposible. Un club de pasado, presente y futuro. Marca Madrid y marca España». Fue allí, en la Puerta del Sol, donde se escucharon las primeras palabras de Cristiano Ronaldo, cambiado de tono y de look, ya sin mechas y con el pelo rapado: «Gracias por estar aquí esta tarde. Es un momento inolvidable. Hicimos un trabajo espectacular e hicimos historia, que es lo que buscábamos. Gracias a los madridistas. Este es un momento de felicidad, estamos muy contentos. Gracias otras vez y ¡Hala Madrid!», alentaba el futbolista portugués mientras su afición le gritaba insistentemente «¡Cristiano, quédate!, ¡Cristiano, quédate!».
Pasaban las 20.00 horas cuando llegó el turno del Ayuntamiento, un momento siempre entrañable con Manuela Carmena y sus medallas de chocolate: «Como alcaldesa de Madrid, debo decirles a todos estos jugadores, a su entrenador, a su presidente y a toda la estructura que hace posible este milagro, que han hecho de nuevo una gesta maravillosa. Sentimos el orgullo de tener un club genial e insuperable que es el Real Madrid».
Cibeles motiva a Ronaldo
Tras las visitas institucionales, llegó el primer plato fuerte de la noche, la celebración en Cibeles. Allí, Sergio Ramos, Marcelo y Cristiano se apoderaron del micrófono, iniciando los clásicos cánticos blancos, acordándose de su vecino, el Atlético, y engalanando a la Diosa con bandera y bufanda tras ofrecerle la orejona.
Y fue allí, justo en el sitio con más mística, el momento y el lugar elegido por Cristiano para lanzar ese guiño que tanto ansiaba el madridismo después de su polémico mensaje en Kiev: «Gracias afición, nos vemos el próximo año».
El mensaje continuó ya en Santiago Bernabéu, durante el fin de fiesta. Ronaldo saltó al verde emocionado, y dedicó un largo beso al escudo de la camiseta. Después, cerró los parlamentos con palabras muy cariñosas para la afición y los compañeros: «Me siento muy a gusto. Gracias por todo vuestro cariño y pasión. Es imposible no ganar Champions con estos jugadores», un mensaje cortado por plantilla y grada para gritar de manera atronadora «¡Cristiano, quédate!».
Madrid es una fiesta…