El fiasco capitulativo de París o cómo culpar a Donald Trump del fracaso de un puñado de cantamañanas
Por Pelayo del Riego*.- La Conferencia celebrada en Paris (COP21/CMP11), en torno al cambio climático, durante las primeras dos semanas de diciembre del 2015, nos daba buenas vibraciones y parecía algo serio y definitivo ya que, al menos, se celebraba en Europa y habían pasado 23 años de Río92. Había cifradas esperanzas y era la última oportunidad de poner freno a un cambio climático evidente, anunciado –como una muerte de crónica- y que traerá consecuencias catastróficas. La conferencia y el acuerdo que abandona Trump ha sido un bluff indecente.
El no considerar este acuerdo, tan celebrado, y pasar por alto la contaminación, creciente, y perversa, de los más de 40.000.000 de vuelos anuales, en el más perjudicial de los escenarios, a la peor altura y con el peor y más nocivo de los combustibles, el JetA y JetA-1, tipo queroseno, para los aparatos de turbina y el avigas o gasolina de aviación 100-130, para los de hélice, con tetraetilo de plomo antidetonante, que, además, una vez cumplida su misión se dispersa en la atmósfera y terminamos –nosotros o los peces- respirando sus partículas, ni la contaminación del tráfico marítimo, con combustibles menos sofisticados aún, como el bunker –o heavy fuel- que en sí ya es un residuo, una espeso engrudo negro, cuasichapapote- y pura contaminación per se, para abaratar costes en marchas lentas de crucero de motores de más de 100.000 C.V. durante todas las horas del día y casi todos los días del año, porque las exigencias económicas y las amortizaciones así lo imponen por graves intereses económicos, es una auténtica barbaridad.
Como ejemplo de lo que significa lo que les digo, los quince barcos mercantes más grandes del mundo contaminan juntos lo que 760 millones de coches y encima con emisiones no sólo de Co2, sino óxidos de azufre y de nitrógeno a cascaporro y otras maravillas parecidas en ingentes cantidades, y en el planeta hoy día, hay un parque equivalente al doble de esta cantidad, unos 1.300.000.000 de coches y este parque crece un 4,5% anualmente.
¿Se hacen una idea de lo que supone una magnitud, una proporción y una progresión de estas características? Estimúlense –irresponsablemente- los cruceros, los vuelos baratos, los encargos a China para ganar un euro/Km y deduzcamos quién paga al final el pato y el plan que nos han montado en Paris estos detractores de Trump.
Así, en Paris, los cerebros mundiales, reunidos en hoteles de muchas estrellas, accediendo en jets, y dando de lado al plato del día y que dicen saber del asunto, no sé si Bilderbergs de pelo corto o simples oligofrénicos, asumieron admitir, como un hecho consumado, el incremento de 1,5º a 2º, en la temperatura media del planeta (donde los extremos van desde 55º C a -60º C) y que es de 15º C desde milenios –una de las causas que permiten el funcionamiento de la vida en la Tierra- y que había crecido en 1,5º desde el industrialismo europeo desde finales del XVIII y que supone de un +10% a +13,3% de incremento sobre esos 15º de temperatura media del planeta, lo que es más que suficiente para sospechar graves consecuencias. Eso es tirar la toalla, la esponja, las bragas o el fajín, ante un fenómeno climatológico inexorable y una irresponsabilidad que saben que nadie les va a exigir. El que venga detrás que arree. Todo lo más hacérselo sobre su sepultura o maldecirles de tú a tú, cuando les criogenicen.
Vaya cuajo el de estos sabios. ¡Ya veremos! La culpa no es de Trump – a quien tachan poco menos que de ignorante- han sido ellos en Paris, los que han cometido la fechoría para salvar el trasero a costa del cambio climático que ya es irreversible e inexorable y ahora van a echarle la culpa de lo que han hecho en su ausencia, contando una milonga, porque pueden hacerlo. Tienen los medios. Lo que no hace este hombre es admitir como artículo de fe lo que nos han hecho tragar a los de a pie una serie de cantamañanas a sueldo de las administraciones y de culo fácil a los requerimientos exigencias e imposiciones de sectores muy, muy poderosos y un falso bienestar social que propicia orden y estabilidad y “no problema”, tanto como mirar para otro lado mientras nos asesinan a los europeos los santos musulmanes, sin tomar medidas drásticas y contundentes, que están pidiendo todos los votantes, so pretexto de que son unos pocos pirados y que todavía cabemos unos novecientos millones más, puestos de canto. La resistencia comienza en el oriente europeo. Al final tendremos la vergüenza y el desastre, como Neville Chamberlain.
Es comprensible que todas las medidas posibles afectarían al empleo, a la economía global y particular y al modus vivendi que nos traemos y que desencadenaría problemas enormes, pero eso no justifica que no se ponga en conocimiento de los perjudicados. Mientras, la población crece en los últimos 17 años -del 2000 al 2017- un 25%, de 6.000.000.000 a 7.500.000.000 y lleva una evolución creciente de unos 75.000.000/año, acumulativos.
¿Cómo se arregla esto? ¿No fumando? ¿Con tofú? ¿Aumentando la esperanza de vida? ¿Jubilándose a poquitos? ¿Con la dieta mediterránea? No lo sé, lo que sí creo es que ocultar esta realidad es mucho más grave que provocarla. Vamos de cabeza y nos andan con paños calientes.
Y se echa la culpa a las empresas y ¡ay! de la que contamina un gramo de carbono, ¡ay! del que no emite vapor de wáter, se le cae el pelo, y no te digo si es autónomo y además fuma o es hetero. ¡Pero no miremos al cielo o a la mar! No vale hacerlo. ¡Verboten!
Ahora se empieza a pensar en los diesel -en los turismos diesel, no en los miles de camiones y autobuses de alto tonelaje- y no se miran las calefacciones que no son de carbón, como si nada, como si fuesen del gas de la señorita Pepis y muera la energía nuclear ¡¡¡que es la única esperanza blanca en forma de fusión deutérica, si llega a tiempo!!!
El 9 de mayo del 2012, el Club de Roma publicó un nuevo informe titulado 2052, Un vaticinio global para los próximos cuarenta años (editado por Chelsea Green). Su autor es Jorgen Randers, uno de los coautores del primer informe al Club de Roma, Los límites del crecimiento, de 1972 y trata de vaticinar, cómo será el mundo dentro de cuarenta años. Este atestado, ha sido aceptado como informe al Club de Roma, en su calidad de análisis prospectivo, dentro de una campaña más amplia emprendida por el Club, con vistas al año 2052 y que se ha denominado 2052: Modelando Nuestro Futuro. Con este informe, el Club de Roma prosigue su tradicional función de dar la voz de aviso, la alarma, sobre la problemática fundamental que tendrá que afrontar la Humanidad, de un modo sistémico, holístico y a largo plazo (ver para prever, prever para proveer). Este informe revisa los temas tratados hace cuarenta años, en Los límites del crecimiento, que produjo un gran impacto cuando se publicó. Aquel informe no hizo predicciones, sino que expuso diferentes escenarios posibles, basados en las tendencias y las decisiones políticas.
El informe 2052, como aquel, es pragmático. Se atreve a ofrecer conjeturas muy precisas, datos combinados, que suponen conocimiento serio y adecuado a la naturaleza humana, con sus sistemas e intuiciones. Sus veredictos, son lo suficientemente inquietantes y alarmantes, como para que se emprenda ya, un debate sobre la inminente necesidad de un cambio medular, una metanoia cierta. La respuesta europea y del resto del planeta desde su publicación (resultado de cientos de artículos y reportajes) ha demostrado que es llegado el tiempo, de sentarse a analizar seriamente, lo que puede depararnos el futuro, en las próximas cuatro décadas. Los sistemas humanos que mantienen los criterios de toda la vida, son muy resistentes al cambio real. El cambio rápido, requerido, no se produce hasta que las efectivas consecuencias de esos criterios, nos sorprenden y nos afectan directamente (efectos visibles del cambio climático, reducción de recursos, injusticia, iniquidad). Las grandes instituciones sociales: la democracia y la economía, se basan en el cortoplacismo y retrasan la debida respuesta social, ese cambio que precisa inversiones y soluciones, a largo plazo. Los límites del crecimiento, planteó una importante pregunta: ¿está el planeta excedido, sobreexplotado? Y si es así ¿qué tipo de consecuencias cabe temer?
Randers cree que la humanidad se ha excedido, sobre todo en materia climática y que las consecuencias serán temibles. Considera que: 1) La humanidad tiene por delante cuarenta años –muy generoso a mí juicio– para evitar las más serias consecuencias negativas derivadas de las traídas décadas de despilfarro; 2) Los procesos de adaptación de la humanidad, a las limitaciones planetarias, pueden ser demasiado lentas para frenar el colapso. La demanda humana, sobrepasa un 40% la capacidad global de la biosfera; 3) La población global, crecerá hasta alcanzar los 8.100.000.000 de habitantes en 2042 gracias a la rápida caída de natalidad urbana; 4) El PIB global, crecerá aunque mucho más lentamente de lo esperado, a causa del lento crecimiento de productividad, en las economías maduras y la falta de vigor de los 186 países más pobres; 5) El PIB global llegará a su máximo después de 2052 y la inversión social se verá forzada a dedicarse gradualmente, más a afrontar las consecuencias de la escasez, contaminación, pérdida de la biodiversidad, cambio climático y pobreza, disminuyendo el crecimiento del consumo, que se irá reduciendo por falta de ingresos, en algunos lugares; 6) El consumo de energía global, alcanzará su máximo hacia 2040, como consecuencia del incremento de eficiencia energética; 7) Las emisiones de CO2 culminarán su punto de inflexión hacia 2030, en virtud del uso de fuentes energéticas de bajas emisiones. Jamás las concentraciones de CO2 volverán a crecer y la temperatura media global no sobrepasará el peligroso límite de los +2ºC de incremento hacia 2050.
No obstante, por inercia llegará a +2,8ºC hacia 2080 lo que podría desencadenar un aceleramiento del recalentamiento y un posible colapso en la segunda mitad del siglo XXI; 8) Los Estados Unidos, experimentarán el mayor estancamiento, mientras que este será más gradual en otros países de la OCDE. China constituirá una excepción a causa de su talento y las absurdas facilidades comerciales -¿miedo?- que le presta occidente propiciando su expansión parasitaria a costa del propio empleo. Brasil, Rusia, India, Sudáfrica y otras diez economías emergentes progresarán, mientras 3.000.000.000 de habitantes, casi el 40% de la población mundial, persistirán en la más extrema pobreza, dejando bien clara la carísima inutilidad de la ONU, la FAO y otras instituciones saprofitarias, las del cumplir y mentir.
Los efectos catastróficos climáticos, demuestran que la desconsideración, de la exitosa sociedad moderna, nos pueden estar encaminado, a un proceso descontrolado. Lo fundamental es determinar: ¿Hacia donde se dirige el mundo? ¿En qué mundo queremos vivir y como conseguirlo, en el tiempo del que disponemos? ¿Es capaz y adecuado verdaderamente, nuestro sistema capitalista democrático, tal como se produce en nuestra realidad, de dirigirnos a un mundo equitativo y sostenible? Es evidente, a mi juicio que la participación directa de los ciudadanos y la aplicación del principio de subsidiariedad son esenciales para salir adelante a nivel global y poder acometer la verdadera problemática. Mecanismos que vienen siendo reivindicados por el Proyecto DEYNA desde 1992 y negadas y burladas reiteradamente por los gobiernos a la vista de la ONU -a su ciencia y conciencia- pese a que en Río92, hace veinticinco años de reloj, se prescribió muy certeramente por el Programa 21 la institución ad hoc para ello, la Agenda 21 Local, que cumple con la participación y la verdadera subsidiariedad.
*Secretario general y fundador de DEYNA. Miembro del Capítulo español del Club de Roma desde 1993
Culpar al CO2 de lo que pasa porque la secta satánica de los globalistas así lo dice es de traca. He aquí decenas de miles de científicos incluidos premios Nobel denunciando el fraude saqueador de esta escoria para reducirnos a un nuevo feudalismo tercermundista. Occidente no tiene la culpa de que el Tercer Mundo en la miseria se reproduzca como langostas de manera irresponsable.
http://www.petitionproject.org
¿La participación ciudadana es esencial para la solución? Todavía no conozco al ciudadano de a pie que esté dispuesto a que le bajen el sueldo para proteger el medio ambiente, ya no digamos los accionistas de las multinacionales. Me voy a poner irónico (un poco más)… El ser humano no sólo se ha demostrado que Dios no existe, sino que encima no lo necesita para nada; con nuestros talentos derivados de millones de años de evolución (involución diría yo) y la tecnología y los avances sociales alcanzados… somos ya capaces no solo de vivir una época idílica de progreso y… Leer más »
Déjense de tonterías ustedes tienen fabricas de coches son incapaces de que saquen coches que no contaminen” porque no los obligan hacer” si un país no contamina pagan a terceros para que lo hagan, las fabricas usen otro tipo de filtros.