López Simón indulta a “Pasmoso”, el último toro de la Feria de Fallas
A. Amorós.- La alegría festera se desborda al final, con el indulto del último toro de la Feria: «Pasmoso», de Domingo Hernández, colorado ojo de perdiz, de 532 kilos. Correspondía a López Simón, al que se otorgan trofeos simbólicos y sale a hombros con El Juli, que corta tres orejas. El indulto es benévolo pero aceptable. Absolutamente disparatado, en cambio, es que el presidente, sin que nadie se lo pida, en una de las decisiones más absurdas que recuerdo, conceda la vuelta al ruedo al cuarto, «Malagueño», castaño bocidorado, de la misma ganadería y 530 kilos. (Hasta este público acoge con asombro y pitos ese premio). Sin trofeos, Talavante da muestras claras de buen arte y de valor.
Con sol radiante y la ciudad abarrotada, todos hemos aprovechado las últimas horas para visitar Fallas. El «ninot» que despierta más cariño, con el que más gente se fotografía, es uno de Rita Barberá, con traje «rojo alcaldesa» y un delantal blanco: sonriente, como siempre. Debajo, un rótulo: «De Valencia al cel». También de Valencia al cielo ha salido el público de la Plaza, con este final feliz.
Sigue fiel El Juli a su concepto de mando y ambición. Ahorma bien por bajo al primero, algo incierto y gazapón (como serán sus hermanos). Baja la mano forzando la figura. Lo que más le aplauden es lo menos bueno, los circulares. Mata con el habitual salto: oreja. El cuarto flojea mucho, no se entrega al comienzo pero Julián, tan conocedor de esta ganadería, impone su dominio, en un afanoso empeño, con mucho oficio. Al final, liga muletazos invertidos con un arrimón que entusiasma. Nueva estocada con salto: dos orejas y sorprendente premio al toro.
Talavante muestra su calidad en varios quites. En el segundo, muy bien banderilleado por Trujillo, el comienzo de faena resulta espectacular: citando de lejos, con la izquierda, traza preciosos muletazos. De cerca, el toro va peor y acaba parándose. No mata bien. En el quinto, el más complicado, va dominando, con arte y valor, las descompuestas embestidas. Es una faena de mucho mérito, mal rematada con la espada. Queda en el recuerdo un comienzo muy brillante.
El año pasado, López Simón fue el que más toreó y más trofeos cortó pero –según ha dicho– lo pasó mal. ¡Misterios de la personalidad! En el tercero, que flaquea demasiado, comienza con muletazos de rodillas. La faena, embarullada y desigual, sí tiene eco en los tendidos. El último derriba en el primer encuentro, galopa en banderillas y no para de embestir, en la muleta. Visto el premio anterior, se presiente el indulto. Clavado en el centro, López Simón encadena pases cambiados, aguanta las embestidas vibrantes, torea vistoso y rápido, liga circulares (no sé cuántos, invertidos). En el último toro de la Feria, ¿quién va a frenar el entusiasmo de este público? Indulto, trofeos simbólicos y salida en hombros. Es bueno –diría Rita Barberá– que la gente salga feliz de una Plaza de toros.
Esta noche, mientras se queman las Fallas, yo también recordaré a Rita, con la que compartí tantas veces la «cremá», junto a otros inolvidables valencianos: Luis García Berlanga, Tip, Fernando Vizcaíno Casas… Es el gran rito de la primavera: hay que quemar lo viejo para que nazca lo nuevo. ¡Lástima que el fuego no se lleve, con los «ninots», los vicios de la Tauromaquia actual y los dislates de «esta España nuestra»!