Dominique Venner.- Estoy sano de cuerpo y de espíritu, y me encuentro colmado de amor por mi esposa y mis hijos. Amo la vida y no espero nada más allá de ella, si no es la perpetuación de mi raza y de mi espíritu. Sin embargo, en el atardecer de esta vida, ante los peligros inmensos para mi patria francesa y europea, siento el deber de actuar mientras todavía tengo fuerzas. Creo necesario sacrificarme para romper el letargo que nos agobia. Ofrezco lo que me queda de vida en un intento de protesta y de ejemplo sobre el cual fundar una toma de conciencia. Elijo un lugar altamente simbólico, la catedral de Notre Dame de París que respeto y admiro, ella que fue edificada por el genio de mis antepasados, sobre el lugar de cultos más antiguos que recuerdan nuestros orígenes inmemoriales.

En estos momentos en que tantos hombres son esclavos de su vida, mi gesto encarna una ética de la voluntad. Me doy muerte para despertar las conciencias adormecidas. Me rebelo contra los venenos del alma y contra los deseos individuales invasores que destruyen nuestras raíces identitarias, sobre todo la familia, base íntima de nuestra civilización multimilenaria. Así como defiendo la identidad de todos los pueblos en sus países, también me sublevo contra el crimen que busca la substitución de nuestras poblaciones.

Ya que el discurso dominante no puede salir de sus ambigüedades tóxicas, le corresponde entonces a los europeos sacar de ello las consecuencias. Si no tenemos una religión identitaria a la cual amarrarnos, en cambio compartimos desde Homero una memoria propia, depósito de todos los valores sobre los cuales refundar nuestro renacimiento rompiendo con la metafísica de lo ilimitado, fuente nefasta de todas las derivas modernas.

Le pido perdón por adelantado a todos aquellos a los que mi muerte causará sufrimiento, en primer lugar a mi esposa, a mis hijos y nietos, así como también a mis amigos y compañeros. Pero, una vez desvanecido el choque del dolor, no tengo dudas de que los unos y los otros comprenderán el sentido de mi gesto y transcenderán su pena en orgullo. A estos les deseo que se unan para seguir adelante y perdurar. Encontrarán en mis escritos recientes la prefiguración y la explicación de mi gesto.