Una nueva exhibición de Messi, que hizo un doblete cuando su equipo más lo necesitaba, dio este sábado el triunfo al Barça en Granada, lo que permite a los azulgrana mantener, como poco, y a la espera de lo que hagan el Madrid y el Atlético, las distancias en la Liga. El Barça, que empezó perdiendo y remontó en la segunda parte, se tomó muy en serio la jornada previa a las etapas de gran montaña que le esperan en los próximos días: el miércoles viaja a Milan, luego recibe al Sevilla y con posterioridad se enfrentará al Madrid de forma consecutiva en Copa y Liga.

El Barça encara las citas alpinas con la tranquilidad de que su jugador franquicia, Leo Messi, está en racha. En Los Cármenes superó los 300 goles como futbolista profesional con el Barça y demostró que domina todos los registros: el primer tanto fue un gol de pillo, de saber estar y de intuición para aprovechar el rechace del portero, mientras que el segundo (el 301º de su carrera como culé) fue un golazo de falta , desde el lado malo para los zurdos. Si por algo Messi es muy grande es porque es un jugador muy regular: brilla con luz propia tanto en los grandes teatros como en los escenarios menos glamourosos. Lleva 37 tantos en esta Liga, ha marcado en las catorce últimas jornadas consecutivamente y sus números asustan. Da la impresión de que pasarán décadas hasta que alguien pueda superar sus registros

No obstante, el partido, antes de que Messi cogiera el toro por los cuernos, se le puso muy cuesta arriba al Barça, que se fue al descanso con desventaja en el y dando la sensación de que no sabía como hincarle el diente al rival. El cuadro catalán llegaba, sobre todo por la banda derecha, en la que Alves recordaba al de los buenos tiempos, pero a los culés les faltaba el último pase y algo de tranquilidad dentro del área. Messi, Alexis y Thiago dispusieron de ocasiones claras en la primera mitad pero no fueron capaces de acertar en el remate. El Barça dominaba el juego, aunque era un control ficticio, porque los granadinos también llegaban con peligro. Se dejaban dominar y luego salían con Aranda, Nolito, Torje e Ighalo como balas. El 1-0 llegó tras una contra del Barça. Alexis marró ante Toño y en pocos segundos, el balón ya lo tenía Aranda en el lado opuesto, que puso un balón muy bueno al segundo palo para Nolito, que tocó de primera y se la dejó a Ighalo para batir a placer.

El efecto Lucas Alcaraz se imponía una tarde más: hace quince días, el Granada derrotó al Madrid y en la jornada siguiente los andaluces golearon en Riazor. Un dos de dos desde la llegada del técnico andaluz que iba para tres de tres. El gol dio confianza al Granada, que se sintió cómodo jugando agazapado y saliendo rápido a la contra. Y si no contragolpeaba, botaba un balonazo al segundo palo y ahí la defensa del Barça sufría. Piqué y Mascherano eran incapaces de levantar un muro infranqueable y las dudas en defensa se hacían notar. Más aún con la losa de que los culés han encajado al menos un tanto en los últimos nueve partidos. Una vez más se cumplía la maldición de que cuando faltan Iniesta y Xavi en el once, el equipo sufre. Roura quiso hacer algunas rotaciones, pensando en San Siro, y dejó a Alba, Iniesta y Puyol (Xavi sigue lesionado) en el banquillo.

Tras la reanudación, el panorama cambió bien pronto. Messi cazó el rechace del lanzamiento de Cesc, que Toño no pudo blocar y con más de media hora por delante el Barça se puso las pilas. Empezó a tocar con más tranquilidad, avanzó su defensa hasta el centro del campo, ahogó al Granada y se fue a por el partido, en parte favorecido porque a los andaluces se les fundieron los plomos. Lo intentó con Pedro en dos ocasiones, hasta que llegó Messi y desequilibró la balanza.