El presidente fundador del Partido Popular Manuel Fraga ha fallecido sobre las 22.30 horas de este domingo a los 89 años en su domicilio de Madrid. El expresidente de la Xunta de Galicia ha muerto por una parada cardiaca al no recuperarse de una afección respiratoria que venía arrastrando desde hace algunos días, confirmaron fuentes próximas a la familia.

El pasado 2 de septiembre anunció que no repetiría como senador ni iría en las listas del PP de las elecciones del 20 de noviembre tras 60 años dedicados a la política en activo.

Tras una operación de cadera el pasado mes de abril, consecuencia de una caída doméstica, su estado de salud era delicado y el exsenador se desplazaba en silla de ruedas y seguía la actualidad política desde su domicilio madrileño.

El presidente fundador del PP había recibido este sábado un mensaje de afecto dirigido por el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, en el que le deseaba su pronta recuperación.

‘Padre fundador’ de la Constitución

El empeoramiento de su salud le impidió asistir al pleno celebrado el pasado septiembre en la Cámara Alta en la que se debatió la reforma de la Constitución que fijaba un techo al gasto público de las administraciones. Fraga fue ponente y ‘padre fundador’ de la Carta Magna de 1978.

Fraga es el tercero de los siete ponentes encargados de redactar la Constitución de 1978 que ha fallecido, después Gabriel Cisneros y Jordi Solé Tura, y el mayor de todos ellos.

Más de 50 años en política

Manuel Fraga comenzó su carrera política en 1951 llegando a ser ministro de Información y Turismo y embajador en el Reino Unido. También fue vicepresidente y ministro de gobernación en el primer gobierno bajo reinado de Juan Carlos I, presidido por Carlos Arias Navarro.

En 1976 fundó Alianza Popular y colaboró en la redacción de la Constitución Española. Años después, en 1989, refunda AP que pasa a ser Partido Popular y del que se haría cargo José María Aznar, que fue designado candidato a la presidencia del Gobierno. Además, presidió la Xunta de Galicia desde 1990 hasta 2005. Desde 1990 era presidente honorífico del Partido Popular y desde 2006 senador designado por el Parlamento gallego.

Numerosas condecoraciones

Fraga fue reconocido en vida con multitud de condecoraciones civiles, entre ellas con la Gran Cruz de Isabel la Católica, al igual que al resto de padres de la Constitución cuando terminaron con los trabajos de la Ponencia.

Además, también le fue concedida la Gran Cruz de Carlos III, la Gran Cruz y Collar del Mérito Civil, las grandes cruces del Mérito Naval, Militar y Aeronáutico, la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo así como la Medalla de Oro de Galicia, entre otras.

Su labor también fue reconocida con otras numerosas condecoraciones internacionales procedentes de Portugal, la Santa Sede y distintos países iberoamericanos, al tiempo que recibió muchos premios y reconocimientos académicos, tanto españoles como extranjeros.

60 AÑOS EN LA VIDA POLÍTICA

El 20 de noviembre no solo quedará en la historia de la democracia española como la fecha de unas elecciones anticipadas debido a la crisis económica que daban la mayoría absoluta al Partido Popular para gestionar con manos libres la salida del pozo en medio del vendaval. Ese mismo día su presidente de honor, Manuel Fraga, ponía punto final a sesenta años de vida política al renunciar a repetir como senador por designación autonómica.

Hacía meses que el veterano político había reducido sus apariciones públicas, sobre todo desde que en abril del 2011 fuera operado tras fracturarse una cadera al caerse en su domicilio. Fue el momento en que comenzaron los continuos problemas de salud de un político con sorprendente capacidad de trabajo y tesón hasta el último momento.

Antes de esa lesión, ‘don Manuel’, como le conocían en Génova, o Manolo para sus íntimos, había confesado a su entorno que todavía se sentía “con fuerzas” y se encontraba “bien” para seguir en la política. De hecho, les comunicó que no tenía pensado retirarse y que le esperaba “una etapa dura”. Sin embargo, su familia deseaba que se retirara y él accedió a esta petición.

La salud de Fraga se resintió poco a poco en la última década. La dolencia más grave se le detectó el 1 de octubre de 2003, cuando en una revisión rutinaria el cardiólogo le descubrió un “trastorno eléctrico” del corazón. Ese mismo día se le implantó un marcapasos. En febrero de 2001 ya se había operado de una hernia discal que le provocaba fuertes dolores de espalda y un año más tarde fue intervenido de otra inguinal.

El veterano político también sufrió varios desmayos en actos públicos. Uno de ellos el 23 de enero de 2003 durante la inauguración de la feria de turismo de Madrid, Fitur, y otro el 5 de octubre de 2004 en el debate sobre el estado de la autonomía mientras leía su discurso. Solo un año después, en Génova, en el transcurso de una reunión del comité permanente también se desvanecía, un día después de que se cayera al suelo tras un resbalón al final de una comida con el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

BUENO ERA FRAGA

Su famoso baño en Palomares.

Ana Luisa Pombo.- Le han buscado todas las vueltas para ver cómo podían desprestigiarlo, pero nunca lo consiguieron. En ese farragoso terreno de la política en el que tantos salen embarrados, Manuel Fraga pasó con matrícula de honor el test de limpieza y honestidad. Hasta sus mayores detractores tuvieron que reconocer su valentía cuando, en pleno golpe de estado del 23f, mientras la mayoría de diputados se encogía en sus escaños, Fraga se plantó en el centro del hemiciclo frente a Tejero y, como recogen las actas correspondientes, en medio del chasquido de las armas al cargarse, preguntó “¿puede la guardia civil tenernos como a una pandilla de forajidos a tantos hombres indefensos? Yo ya no puedo más, disparen contra mi”, le dijo mientras se abría la chaqueta. Cuando Tejero lo sacó a empujones, Fraga le espetó “le hago notar que me ha puesto la mano encima” a lo que el golpista respondió “la mano no, las dos”. Que no lograron doblegarlo en ningún momento lo demuestra el que declarase que “fui el único que salió de allí afeitado”, algo que lo llenaba de orgullo.

Llevaba tantos años en la política, que algunos ni habíamos nacido cuando él ya estaba dándole perdigonadas en el trasero a la hija de Franco, involuntarias, eso sí, porque de haberlo hecho de manera intencionada seguro que la cosa no se habría quedado en una perdigonada. Tal era su fama de buen tirador, que cuando siendo embajador en Londres, le montaron una trifulca delante de la embajada, la cosa duró menos que canta un gallo ya que, como él mismo contaba, “les hice saber que tenía dos escopetas del doce cargadas con perdigones del cuatro, y a lo mejor algo tuvo que ver eso”.

Pero Manuel Fraga fue mucho más que esas anécdotas que hoy recordamos con cariño; fue el creador e impulsor de la España turística; su Ley Fraga, acabó con la censura; Ministro, vicepresidente, presidente de la Xunta, embajador, diputado y senador, autor de medio centenar de libros y trabajador incansable. Siendo Presidente de la Xunta, llegó a participar en 875 actos, recorrer 48.000 kilómetros, trabajar 33 fines de semana y recibir 420 audiencias y visitas en solo 300 días y aún así, siempre encontraba tiempo para su afición a la lectura, el dominó, al que nadie lo recuerda perdiendo, y la caza.

Su memoria prodigiosa, además de permitirle aprobar con el número uno de su promoción las oposiciones a letrado en Cortes y a la Carrera Diplomática, fue terror de funcionarios de los ministerios en los que estuvo porque no solo era el primero en llegar, sino que, periódicamente, se dejaba caer por los distintos departamentos. Si alguien no estaba en su sitio, él preguntaba por la señorita Pilar o el señor García, como si llevara su ficha en la cabeza y la señorita o el señor echados en falta, al día siguiente estaban en su puesto de trabajo incluso con fiebre.

Inteligente, tan culto y cosmopolita que hablaba con fluidez siete idiomas, comprometido, responsable y honesto como pocos, es parte incuestionable de la historia de España, en la que ha dejado su impronta de muchas maneras, pero especialmente, como uno de los padres de la Constitución, garante de nuestros derechos y deberes democráticos.

Se labró una merecida fama de soberbio, que lo fue; de gruñón con mal genio, que lo tenía; de mandón, arrogante y orgulloso, que también lo era, pero algunos siempre hemos albergado la duda, hoy ya no despejable, de si todo eso no sería un escudo, una cortina para ocultar su parte menos fraguista y más humana, porque la tenía aunque solo la dejara aflorar, casi exclusivamente en su reducto más personal, en “la Dorna”, su casa de Perbes.

En esa ladera de la ría de Betanzos, con Sada enfrente y el mar perdiéndose en el interminable horizonte de gris amenazante en días de tormenta y de rojos encendidos cuando el tiempo era propicio; en esa ría de aguas tranquilas en las que se bañaba cada amanecer y cada tarde, nadando muchas veces hasta la Pena Fresa, un islote que se levanta frente a su casa; en esa casa que, más que un chalet, es un mosaico de ampliaciones hechas a medida que conseguía ahorrar algo de dinero; en Perbes, Fraga era otro.

Fue un lujo descubrir a ese don Manuel; entrevistarlo, como tuve la oportunidad de hacer muchos veranos, sin temor a que soltara un exabrupto, aunque de vez en cuando le saliera la vena y posara rezongando para las fotografías, mientras se bañaba en la playa, malhumorado, porque el cielo encapotando lloraba “miudiño”.

El hombre que recibía al visitante al pié de una escalera llena de cornamentas y trofeos de caza; que alardeaba de su arte culinario peleando con una paella que él mismo, bajo la mirada divertida y tierna de su esposa, cocinaba en la parcela trasera de la casa; el hombre que se empeñaba en hacernos probar a sus visitas, aunque nos declarásemos abstemias, el vino de sus parras o el aguardiente de frambuesas con la que se regaban las partidas de dominó en las siestas del estío, nada tenía que ver con el Manuel Fraga mal encarado y protestón al que estábamos acostumbrados, ni siquiera con el que asistía a las cenas del Club de Periodistas Gallegos en Madrid, en las que se zampaba bandejas enteras de pasteles aprovechando que no lo veía su hija “la médico” y a las 12 en punto, cual cenicienta intransigente, se levantaba y cerraba la velada.

Hoy, haciéndole un quite al tiempo como sólo él sabía hacerlo, es posible que, en ese cielo en el que creía firmemente, esté practicando con el violín que tocaba de pequeño y siempre se le dio mal. Puede que, para resarcirse del mal sabor de boca que le dejó una señora con la que intentó bailar una salsa con tan poco éxito que la buena mujer le preguntó si lo suyo era bailar o arrastrar los pies, hoy esté recibiendo lecciones de la mismísima Celia Cruz. Es probable que hoy, se haya plantado en medio de la eternidad preguntando ¿cuánto dura esto? ó ¿cuántos metros cuadrados tiene este lugar?, como hizo siendo ministro de la gobernación. Ocurrió que desde la DGT debían computarse los datos de una consulta pública, así que decidió visitar el centro de control de datos. Porque era el ministro, pero sobre todo porque era Fraga y todos conocían su fuerte carácter, se habían estudiado a fondo las respuestas para cualquier posible pregunta, pero no contaban con que él, de pié en medio de la sala lo primero que preguntaría era que cuántos metros cuadrados tenía aquél recinto.

Lo que sí es seguro es que Manuel Fraga, que lo único que quería es ser recordado como un hombre de bien y lo logró porque, mal que le pese a algunos, además de un gran hombre fue un hombre bueno, acostumbrado a papeletear sus libros señalando lo importante, estará hoy reabriendo el de su vida para rendir cuentas, en positivo, ante Dios. También a los padres de Amalia, la huérfana que dejaron unos amigos y que terminó adoptando, les dirá orgulloso que su hija es una gran mujer; disfrutará, con ternura concienzudamente comedida del reencuentro con Carmen, la añorada esposa que se sumará, como siempre, a sus planes interminables y cuando se encuentra con Curros Enríquez, su autor gallego más admirado, más vale que desde dónde estén, se pueda contemplar un amplio “verdor derramado de castaños” que escribió el poeta, porque como no sea así, seguro que él, consigue abrir una ventana que le permita seguir disfrutando de esa Galicia que siempre llevó en el alma. Bueno es Fraga.

LA MUERTE DE FRAGA COPA TWITTER

La muerte de Manuel Fraga ha copado esta noche la red social Twitter, en la que políticos, periodistas y ciudadanos han recordado su trayectoria política desde múltiples puntos de vista, desde los agradecimientos por ser el fundador del ahora PP hasta los reproches por su pasado franquista.

“#Fraga” y “#graciasFraga” son, en este orden, las dos etiquetas que encabezan la lista de temas del momento en España en esta red social, donde se suceden sin descanso los mensajes sobre el expresidente de la Xunta.

Son varios los dirigentes del PP que han utilizado esta vía para alabar la figura de su presidente fundador, y la cuenta oficial del partido ha expresado, al poco de conocerse la noticia, su pésame a la familia de Fraga. El PP ha colgado más tarde una frase del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy: “Manuel Fraga actuó guiado por el amor a España y el entendimiento de la política como servicio público”.

“Fraga, ejemplo de honestidad, preparación intelectual, capacidad de trabajo y servicio al Estado. Su familia y los populares estamos tristes”, ha dicho el presidente de los populares andaluces, Javier Arenas, quien antes la “gran deuda” que todos los miembros de su partido tienen con Fraga.

El presidente del gobierno balear, José Manuel Bauzá, ha enviado también sus condolencias a la familia de Fraga y a “la familia Popular”, y también la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, ha dejado en Twitter su mensaje: “Nos ha dejado Manuel Fraga. Mi más sentido pésame por tan importante perdida a toda la familia”.

También ha habido representantes de otros partidos como el PSOE, UPyD, CiU o IU que han comentado el fallecimiento. “Descanse Fraga… En paz”, con esta frase ha comentado la noticia el secretario general del grupo socialista en el Congreso, Eduardo Madina.

Mientras, el diputado de IU por Málaga, Alberto Garzón, ha señalado: “Muere un importante ex cargo de la dictadura franquista, pero el franquismo como modelo de sociedad y valores sigue existiendo”, un tuit que ha recibido alguna que otra crítica entre usuarios de la red.

También en UPyD se han hecho eco de la noticia sus diputados Toni Cantó e Irene Lozano. Lozano ha recomendado unas memorias de otro exministro franquista, José María de Areilza, “para ver qué pocas ganas de democracia tenía Fraga en 1976”.

Perbes, la localidad coruñesa donde Fraga tiene su casa y será enterrado, también es uno de los temas del momento en la red.
El portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida, ha enviado desde Twitter sus condolencias a la familia de Fraga y al PP.

“La calle es mía”, una de las frases más conocidas de Fraga, así como numerosos momentos de su vida política como su ley de prensa y su baño en Palomares están presentes en innumerables comentarios de la red de los micromensajes, que también ha colocado otro nombre propio entre los temas más comentados, el de uno de sus mayores enemigos políticos, Santiago Carrillo.

Entre los comentarios de los ciudadanos hay muchas críticas a la trayectoria de Fraga, y destacan también las múltiples vivencias de periodistas que le han seguido en algún momento de su carrera, y que recuerdan su duro carácter e incluso el miedo que les causaba aventurarse a hacerle una pregunta.