Los administradores del Betis se convierten en entrenadores
Que el surrealismo forma parte del mundo del fútbol es algo que muchos ya conocen. Pero lo que han deparado las últimas horas en el entorno del Real Betis roza lo esperpéntico. Las razones por las que Pepe Mel sigue siendo a día de hoy entrenador verdiblanco son dos: resulta muy caro despedirlo y ha antepuesto el dinero a sus ideales.
Los verdiblancos, en Ley Concursal, no pueden permitirse una indemnización de unos dos millones para después pagar otro sueldo. Como todo equipo, el cuadro heliopolitano puede destituir a su técnico cuando quiera. Pero según diversas cláusulas del contrato, deponer a Mel puede costar mucho o muy poco.
Un ejemplo de este absurdo sería si el Betis no va a un ritmo de 12 puntos cada 10 jornadas. Precisamente logró esa cantidad en los cuatro primeros partidos, pero desde entonces sólo ha cosechado un empate. Por ello los verdiblancos tendrían que sumar once puntos en las siete próximas jornadas para cumplir el objetivo.
Si tras 20 partidos (hasta el 28 de enero) no se alcanzan los 24 puntos, el club sólo pagaría lo trabajado. El margen de estos siete encuentros se reduce aún más si se cae en descenso. En dicho caso el cese se sigue abaratando. De ahí que se vaya a sentar ante Osasuna, ya que es el lugar señalado por los propios dirigentes para ver a los suyos en el pozo de la Segunda.
El caos judicial que vive la entidad desemboca en situaciones propias del pasado. Mientras el domingo el presidente no daba por hecha la presencia de Mel en Pamplona, ayer Bosch le desdijo. El administrador se reunió con el técnico para «aconsejarle» que renovara el sistema de juego. «No es lógico cambiar al entrenador cuando los jugadores van a ser los mismos», aseveró, además de reconocer que ha conminado a Mel a «usar otra manera de jugar, no tan atacante». El dirigente hace de entrenador y éste lo acepta.