Qué significa decir Feliz Navidad
Fraguas. – Felices fiestas es el saludo más común, vacío y cobarde que uno puede recibir durante esta época. Mientras tomamos las cañas en el bar o entramos en el super, se nos espeta con ignorante generosidad el plástico felices fiestas. Lo llamo plástico porque es una pátina impermeable que cubre a la tradición y esconde a la verdad. Es el guante blanco usado para robar una forma de vida, una idea piadosa y una tradición familiar cristiana. Felices fiestas es cobardía o ignorancia. El felices fiestas nos aparta de la nostalgia. Nos aparta del sentido correcto de Navidad y nos viste de insustancia. Como ceras frías sin mecha incapaces de brillar cuando la ocasión de la Natividad te invita a ello.
Recordar que la Natividad Santa del Señor es el origen de estas celebraciones casi le posiciona a uno al ridículo, al menos lo posiciona a la nota discordante; al verso suelto que nadie desea oír.
Es más fácil entregarse a lo vanal, a lo facilón, a lo estético y vacío de contenido; es decir a lo plástico.
Son momentos, estos años ya, que la esencia católica, el sentimiento cristiano ha desaparecido.
La reserva espiritual de Europa, España, ya no es reserva, es fuente agotada. Y eso nos debería hacer pensar; pues en ello va nuestra forma de ser.
España ya forma parte de la gran apostasía, el hecho anunciado. Ya es uno más.
Todo es una consecuencia de la expulsión del ciudadano de la circunstancia espiritual.
El Estado o aquellos que lo dirigen (no sé desde donde) encamina a la sociedad a la sumisión inmediata. Y para eso necesita que la sociedad civil deje de ser espiritual. Saben perfectamente que creer en Jesús es creer en la libertad y en la elección.
Ahora ya no sólo España, sino Europa o quizás todo el occidente Cristiano ha caído en la Gran Apostasía anunciada en ‘El Libro De Las Revelaciones’ por no decir ‘El Apocalipsis’ qué ese acojona más.
¿Recuerda, amado lector, el espectáculo de inauguración de los Juegos Olímpicos?
Se lo refresco:
En él, personajes trans estrambóticos y otros LGTB y obesos grotescos de actitud lasciva, presentaban La Última Cena de Nuestro Señor Jesucristo como espinas a los ojos de un seguidor de Jesús. Sólo una persona que sea de plástico, insustancial y felicite las fiestas puede verlo como libertad de expresión o artística.
El gran problema de aquella celebración no es que se representara. La tristeza es el fin de los valores que evidenció, la cobardía mundial. Si algo salió como vencedor fue el reinado de los tibios, otro hecho anunciado.
Ni una sola representación nacional, ni un sólo país, ni un sólo equipo, ni un sólo deportista se fue.
Era el momento para decir soy un colectivo decente y con valores milenarios y no permitiré que insulten mi cultura. O soy un hombre de convicciones tradicionales amarradas al respeto tanto como los demás y eso está por encima de mis logros deportivos. O están insultando a Mi Señor, me voy.
Solo la empresa useña de telecomunicaciones C-Spire se retiró como espónsor en un acto de coraje y de dignidad. Por encima de los tibios siempre aparece algún héroe ¡Gloria eterna a esa empresa!
Y eso es lo que significa decir Feliz Navidad, amado lector. Significa poner la mano en la frente a quienes quieren robarnos lo que somos. A quienes quieren moldearnos como siervos, a quienes quieren inventarse otro pasado y otros valores, otra religión, otro futuro… otro mundo.
A mi me gustaba el mundo de los belenes, la España cristiana la Europa con la bandera de Las Estrellas de Nuestra Señora; pero debo responder “¡Igualmente!” A ese infame “¡Felices Fiestas!”
Feliz Navidad, amado lector.
Hoy cabe mejor que nunca la firma final del…
Ave María Purísima.











