Terremoto en la Iglesia española: José Ignacio Munilla a Madrid y el cardenal José Cobo al carajo
La Iglesia española ha amanecido hoy con un cambio de enorme calado. La Santa Sede ha anunciado el nombramiento de monseñor José Ignacio Munilla como nuevo arzobispo de Madrid, apenas unas horas después de hacerse pública la dimisión del cardenal José Cobo, quien deja el cargo de forma anticipada y sin que, por el momento, se hayan ofrecido explicaciones detalladas sobre las razones de su renuncia. Aunque alguna de ellas puede haberla aportado, hace unos días, Federico Jiménez Losantos en su programa “La mañana”.
El relevo, rápido y contundente, marca un punto de inflexión en la principal diócesis de la nación y abre una nueva etapa en la que se prevé un estilo pastoral muy distinto al de su predecesor. Piero Pippo, el nuevo nuncio, parece haber cogido el toro por los cuernos desde el minuto uno.
La renuncia del cardenal Cobo, presentada y aceptada por el Papa, ha sorprendido incluso a sectores eclesiales que daban por sentado que su mandato se prolongaría durante años. Su paso por la archidiócesis madrileña ha estado marcado por un perfil woke-globalista muy acentuado y por una agenda que algunos consideraban alineada con la agenda rosa dentro de la Iglesia. Su salida, abrupta y sin un relato oficial claro, a no ser el del padre Josete, deja abiertas numerosas interpretaciones sobre las tensiones internas y los equilibrios que se han movido en los últimos meses.
En este turbio contexto irrumpe con fuerza la figura de José Ignacio Munilla, hasta ahora obispo de Orihuela-Alicante y anteriormente obispo de San Sebastián. Conocido por su claridad doctrinal, su presencia mediática y su capacidad para conectar con amplios sectores del laicado más conservador, Munilla representa un perfil muy diferente al de Cobo. Su nombramiento para la sede de Madrid —la más relevante de España por peso institucional, visibilidad pública y capacidad de influencia— supone un giro estratégico que no pasará desapercibido ni dentro ni fuera de la Iglesia.
El nuevo arzobispo llega con una trayectoria marcada por la defensa explícita de la doctrina católica en las cuestiones morales, antropológicas y sociales más polémicas, así como por una intensa actividad evangelizadora en medios digitales. Su estilo directo, su habilidad comunicativa y su firmeza en temas sensibles han generado adhesiones entusiastas y también críticas, pero nadie discute su capacidad para liderar con determinación.
El relevo en Madrid no es un simple cambio administrativo: es un movimiento que reconfigura el mapa eclesial español. La capital es la diócesis que marca tendencia, la que proyecta imagen internacional y la que actúa como termómetro del rumbo pastoral del país. Con Munilla al frente, se abre una etapa en la que cabe esperar una mayor visibilidad pública de la Iglesia, un discurso teologico y moral más definido y una recuperación de espacios sociopolíticos que muchos fieles consideraban hasta ahora abandonados.
Queda por ver cómo se articulará la transición, qué explicaciones ofrecerá finalmente el cardenal Cobo sobre su renuncia y cómo recibirá el episcopado español este nombramiento. Lo que sí parece claro es que la Iglesia en España entra en una fase nueva, con un liderazgo en Madrid que promete intensidad, claridad y una presencia más nítida en el debate público. El tiempo dirá si este giro responde a una estrategia de fondo o a la necesidad de reconducir una etapa que, para algunos, había perdido cohesión interna y fuerza evangelizadora.












