Pedro Sánchez no gobierna España en plena autonomía. Gobierna condicionado, vigilado y atado a una estructura de poder heredada del zapaterismo que nunca se disolvió. Al contrario: se fortaleció, se profesionalizó y hoy actúa como un gobierno en la sombra con ramificaciones nacionales e internacionales. Al frente de esa estructura está José Luis Rodríguez Zapatero.

Zapatero no es un expresidente retirado ni un mediador desinteresado. Es el principal operador político del PSOE, el hombre que conserva las claves del partido, los contactos internacionales y la información sensible que no llega nunca a La Moncloa por los cauces oficiales. Su influencia no es ideológica, es orgánica. Y se apoya en una red muy concreta: el lobby gay socialista, una estructura cerrada de lealtades personales que opera tanto en España como en Venezuela.