Los índices de pobreza y España
Andrés Muñoz Machado.- Es conclusión muy antigua de los tratadistas en Economía que la pobreza no es habitualmente consecuencia de los comportamientos impropios de aquellos que la sufren, sino, más bien, del funcionamiento imperfecto de los sistemas económicos. Es un problema de carácter estructural y multidimensional.
La economía de mercado es el mejor modelo conocido para crear riqueza, pero no lo es para distribuirla. La distribución sigue siendo un problema cuya solución está latente en los sistemas económicos.
La reciente Exhortación del Papa León XIV, Sobre el amor hacia los pobres, glosa la relación, a lo largo de los siglos, entre cristianismo y pobreza. El cristianismo invita a utilizar lo necesario en las propias necesidades y emplear el resto de la riqueza que se posea en atender las necesidades ajenas; a promover instituciones, entre ellas la empresa y el empresariado, que aminoren o hagan desaparecer las causas estructurales de la pobreza. El primer Papa norteamericano recoge un juicio de su antecesor Benedicto XVI: «el hambre no depende tanto de la escasez material, cuanto de la insuficiencia de recursos sociales, el más importante de los cuales es de tipo institucional. Es decir, falta un sistema de instituciones económicas capaces, …..de afrontar las exigencias relacionadas con las necesidades primarias y con las emergencias de crisis alimentarias reales, provocadas por causas naturales o por la irresponsabilidad política, nacional e internacional».
La medida de los umbrales de pobreza y su medición viene siguiendo una doble orientación: de un lado, medir la carencia de dinero; y de otro, identificar las privaciones características de aquellos que la sufren.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Naciones Unidas) siguen esta doble orientación. Estiman como umbral (2017) de pobreza extrema unos ingresos de 2,15 $US /día e instan a las instituciones involucradas a reducir la carencia de otros componentes de la pobreza como los servicios básicos (salud, educación,..), la falta de trabajo, o la pérdida de derechos de los más pobres. Se espera que, en el mejor de los casos, si las tendencias actuales continúan, todavía habrá, en 2030, unos 622 millones de personas que sufran de pobreza extrema y 84 millones de niños que no puedan asistir a la escuela.
La Estrategia Europa 2020, establecida por la Comisión Europea, aprobó entre sus iniciativas emblemáticas, la lucha contra la pobreza y la exclusión social. Un tiempo después se constituyó la Red Europea Antipobreza (EAPN), una plataforma de entidades sociales que trabajan y luchan con este objetivo.
Eurostat, oficina de estadística de la Unión Europea, publica periódicamente resultados acerca de la pobreza en sus países miembros. Principalmente utiliza dos índices:
–El primero mide la tasa o riesgo de pobreza utilizando la renta mediana, que es aquella que divide las rentas de los hogares en dos grupos: las que están por encima y las que están por debajo. El Instituto Nacional de Estadística de España la ha establecido (2023) en 19.250€ por unidad de consumo y año.
Se considera que existe pobreza monetaria cuando la renta o ingresos de una persona es el 60% o menos de la mediana de los ingresos por unidad de consumo
El gráfico nº 1 recoge resultados para 2024 de la tasa de pobreza.
Puede observarse que la tasa de pobreza en España se sitúa bastante por encima de la estimada para la UE-27.
–El segundo es el Índice Arope (At Risk Of Poverty and/or Exclusion), resultado de la combinación de tres conjuntos de subíndices: riesgo de pobreza (medido por la renta mediana como se ha expuesto anteriormente); privación material severa (no poder permitirse siete de trece conceptos (privaciones) básicos definidos a nivel europeo, (se citan más abajo); baja intensidad de empleo en el hogar (las personas que lo componen en edad de trabajar trabajan menos del 20% del tiempo disponible).
Las privaciones básicas son las siguientes: No poder ir de vacaciones; no poder comer carne o pescado al menos cada dos días; no tener calefacción; no poder afrontar gastos imprevistos; tener atrasos en pagos referentes a su vivienda o en sus compras; no disponer de automóvil; no poder reponer los muebles; no poder comprar ropa nueva; o zapatos; no poder reunirse con sus amigos para comer o tomar algo; no poder participar en actividades de ocio; no poder gastar dinero en sí mismo; no poder conectar con internet.
El gráfico n º 2 recoge resultados para 2024 de la Tasa Arope.
Puede observarse que España aparece entre los países europeos con índice más alto, con mayor riesgo de pobreza y exclusión.
Los datos anteriores, que tienen como fuente Eurostat, muestran que las afirmaciones sobre la buena marcha de la economía de un país y de su bienestar ha de basarse en la publicación de un conjunto de índices y no solo en el PIB. Los valores de la tasa Arope y de la tasa de pobreza deben citarse entre los indicativos importantes de la situación socioeconómica.
La lucha contra un problema de carácter multidimensional y estructural como la pobreza requiere un planteamiento integral de las políticas sociales y redistributivas y una buena coordinación y armonización de las mismas.
No se trata de repartir o dar o entregar lo que sobra sino de crear y mantener instituciones mediante las que todos puedan colaborar a la producción de riqueza y obtener sus justas contraprestaciones.











