Sindicatos y otras patrañas
Fraguas.- Amado lector, hoy se me cruza una conversación que como todo en España responde a la actitud del como sí. Esa forma de actuar que es una línea etérea sujeta sólo por la voluntad vigente de quien pretende autoegañarse para disfrutar de un logro no conseguido y de presumir de una forma de vida que no es la nuestra y que al forzarla, exige el gasto de energía a una sociedad ya apática que camina al ritmo de unos chasquidos de rodillas propios de una edad avanzada.
España forzó demasiado y apuró un régimen que empezó en el 39 y que se le dió gasolina en el 78. Todo tiene su fin.
La pátina de democracia moderna ya está descascarillada. Las instituciones funcionan cada vez menos y la postura del como sí ya no viste nada.
Hablaba con un sindicalista y me quedó claro que no hay ninguno en la piel de toro que sepa del significado de tan alta misión. La institucion de la defensa del trabajador, pilar principal de la sociedad civil, ha vivido cincuenta años como todo en la impostura. Y así creyéndose correctos, erraban y yerran.
Los sindicatos no representan al trabajador, nunca lo hicieron. Las asociaciones políticas deben ser independientes y las españolas actúan como si lo fueran; pero desconocen que si están subvencionadas responden al poder político y por tanto, ruedan alejadas de su objetivo, la sociedad civil, y la traicionan.
Ningún sindicalista español conoce la esencia del sindicalismo, todos van a pillar. Desconocen que la misión principal es la defensa de la libertad, de la propiedad, de la seguridad y la resistencia a la opresión. Son los Derechos Imprescriptibles Del Hombre. Y aunque éstas actúen para el trabajador, debe ser siempre bajo estas premisas.
¿Reconoce, amado lector ese comportamiento y compromiso en el sindicato español? No. Es una copia del sindicato fascista del Duce italiano con tintes modernos.
Esta semana hemos vivido cómo la sociedad política llama a la movilización contra la sociedad política y como Yolanda Díaz responde febril a ocupar la calle en contraposición a la derecha. No tardarán los sindicatos en oír la voz de la incoherencia y apoyarán ese oxímoron político de que el gobierno aliente a las masas a ocupar la calle, pervirtiendo la premisa de la libertad política (democracia) que supone que la sociedad civil grite en comunión siempre contra el poder.
En España se hace lo contrario y se vende como democracia. Inaudito, estúpido, incoherente y ridículo; pero como si fuera libertad.
Qué decir, qué opinar de esto, si ni un periodista siquiera ha afeado a la pazguata de bolso de marca. En fin…
Ave María Purísima











