Pablo Iglesias, el nuevo líder de la kale borroka (Video comentario de Joaquín Abad)
Tras darse a conocer la histórica condena del Tribunal Supremo contra el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, el fundador de Podemos, Pablo Iglesias, alimenta un clima de tensión que España difícilmente puede permitirse.
En las últimas intervenciones públicas del exvicepresidente —y, en realidad, desde sus primeros pasos en la política institucional— Iglesias ha recurrido a un discurso vehemente, cargado de imágenes bélicas y metáforas de confrontación. No son pocos los ciudadanos que interpretan ese estilo como una normalización del enfrentamiento y una incitación implícita a la hostilidad política.
El problema no es únicamente el fondo ideológico, sino la forma. En un contexto donde la crispación se ha convertido en un combustible constante, cualquier figura pública tiene la responsabilidad de medir el impacto de sus palabras. Cuando los líderes políticos recurren a un tono agresivo, el mensaje que llega a la sociedad no es solamente su posición ideológica, sino también una legitimación del antagonismo como herramienta cotidiana. Esta estrategia guerracivilista ya la puso en práctica la izquierda durante la II República y las consecuencias para ella son harto conocidas,
La izquierda española, ante la inevitable llegada de la derecha al poder, quiere convertir la política en un terreno donde importa más el choque que la negociación, más la emoción que la razón, más el enemigo que el adversario. Y si algo necesita España —tras años de polarización creciente— es precisamente lo contrario: una cultura política que desactive tensiones, no que las alimenta.
La gravedad del momento político la sintetiza la figura de todo un ex vicepresidente del gobierno promoviendo comportamientos violentos. Cuando el lenguaje político se envuelve de épica confrontativa, cuando la agresividad retórica se convierte en recurso habitual, se corre el riesgo de ensanchar la brecha social que ya divide al país. Así fue como la izquierda condujo a España a una guerra civil hace 89 años.
Pablo Iglesias, como buena parte de la izquierda, se ha convertido ya en símbolo del frentismo entre españoles al apoyar sus ideas en un lenguaje que, para parte de la sociedad, suena peligrosamente cercano al aliento del conflicto.













Que nadie olvide que este personaje fue vicepresidente del gobierno y controlaba la seguridad del Estado y por tanto conoce muy bien como funciona incluido los asuntos reservados
Mucho cuidado con ese tipo
Este personajillo semianafabeto, de profesión odiador de de la bandera y del himno nacionales fue encumbrado nada menos que a la vicepresidencia del gobierno español después de decir que el himno nacional de España es una “cutre pachanga fachosa”. ¿Alguien puede explicar semejante aberración rebosante de odio a dos de los símbolos más sagrados de España?
Ese delincuente exigio el puesto para el y el Ministerio para su compañera a lo que el ocupa de La Moncloa acepto con tal de ser presidente lo mismo que acepto que terroristas formen parte del gobierno junto a miles de enchufados
¿ Y ese comportamiento no debería tipificarse como delito de incitación al odio, y por tanto ser merecedor de que se le aplique lo legislado para estos casos ?
No se puede aplicar porque la delincuencia esta muy nien vista es lo que llaman progre
El ocupa de La Moncloa si quiere seguir tiene que tragarselas de canto
Habría que hacer cambios, ya muy necesarios, limpiando de hojarasca seca y estéril algunos conceptos. Lo cutre ya nos asfixia, demasiado buenismo.