Os hace falta una guerra
Jorge Sanz Casillas.- Estimado lector, tengo una noticia buena y otra mala. La mala es que han condenado al fiscal general del Estado por revelación de secretos, lo que da buena medida del deterioro de nuestras instituciones desde que empezó el sanchismo. La buena es que la separación de poderes todavía funciona (no sin dificultad) y que aún se dan resoluciones del Poder Judicial que disgustan al Ejecutivo, que a cambio dispone del BOE, los indultos y alguna cosita más para imponer su voluntad.
Digo esto porque se han escuchado auténticas barbaridades desde que el Tribunal Supremo condenó a Álvaro García Ortiz a dos años de inhabilitación. Acusaciones de «golpismo judicial» y alusiones desde la izquierda al 50.º aniversario de la muerte de Franco, al que ellos mismos ‘resucitaron’ para mantener viva esa «tensión» que, según Zapatero, les convenía.
Todas estas burradas evidencian un pésimo sentido democrático, pero significan sobre todo dos cosas. En primer lugar, que el Estado de derecho todavía rige. Y en segundo término, que este país tiene la tripa llena de democracia, pues nunca antes se utilizaron los términos «fascista» y «golpismo» con tantísima ligereza. Todos estos bocachanclas, ayunos de lecturas en su mayoría, me recuerdan a cuando mi hermano y yo íbamos de pequeños a comer al pueblo. Allí había veces que dejábamos algún plato por la mitad o tirábamos comida sin aprovechar, a lo que nuestros mayores decían (medio en broma, medio en serio): «Ay, si hubierais pasado una guerra».
Pues algo parecido ocurre con esta España infantil que monopoliza las tribunas y las tertulias. Si hubieran pasado una dictadura, si hubieran sufrido el golpismo de verdad, no dirían lo que dicen con esa frivolidad.
Porque es facilísimo ser antifascista en una democracia de la Unión Europea, sometida a toda clase de vigilancias y contrapesos. Es facilísimo ser activista LGTBI en un país donde no cuelgan a los gais de las grúas. Y es facilísimo ser feminista aquí en España, donde el testimonio de una mujer, para según qué pleitos, vale más que el de un varón por el mero hecho de serlo. A todos estos me gustaría verlos protestando en Rusia, morreándose en Gaza o llevando bikini en Teherán. Sería todo un aprendizaje, pues aquí se comportan como esos alumnos que piensan constantemente que el profesor les tiene manía, con el agravante de que a muchos de ellos, como a Belarra y Montero, les pagamos la beca entre todos.












