El permanente sectarismo de la BBC
Ramón Pérez-Maura.- Algunos se enteran del sectarismo de la BBC ahora, cuando se ha forzado a dimitir al director general de la cadena, Tim Davie y a la directora de los informativos, Deborah Turness. El desencadenante de la salida de ambos fue un montaje con fragmentos de un discurso de Trump en el que parecía que él estaba alentando el asalto del Capitolio el 6 de enero de 2021.
Hay que reconocer que no se han dado mucha prisa en reaccionar a aquella manipulación informativa tan grave. Pero debo reconocer que yo creo que sí se da esa manipulación. Como también la que han protagonizado en Gaza o en la defensa de los transgénero. Yo sí creo que la BBC tiene una cobertura global inigualada y ahí admiro cómo los británicos mantienen ese servicio. Un servicio que sobrepasa con mucho los intereses directos del Reino Unido hoy. Y un servicio que se paga por un procedimiento único. El de la llamada licencia de televisión. Que no es más que un impuesto que teóricamente pagas por tener un aparato de televisión. Un impuesto de 174,50 libras anuales (casi 200 €)
Mi buen amigo Charles Moore, presidente hoy de The Spectator y antiguo director de esa revista y de The Daily Telegraph entre otros, decidió un buen día hace treinta años que se había cansado del sectarismo de esa cadena y que no iba a ver más la televisión. Se deshizo del aparato que tenía en casa y se negó a pagar la licencia por lo que fue perseguido en todas las instancias y llegó a ser multado en los tribunales. Pero la BBC no pudo demostrar que tuviera un aparato de televisión. Hoy en día en que se puede ver la televisión en el teléfono o el ordenador debe de ser casi imposible no pagar ese impuesto. Y él ha vuelto a pagarlo.
La gran diferencia entre lo que vivió Moore en los años 80 y 90 y lo que vivimos en España con RTVE, es que la BBC era una televisión pública que tenía un sesgo antigubernamental. Visto desde España parece inverosímil. Es fácil imaginar cómo debe sentirse el primer ministro Keir Starmer intuyendo la indignación de Trump ante las manipulaciones de la televisión estatal británica.
La BBC ha tenido un prestigio derivado de dos factores: por una parte, la calidad de su producción. ¿Quién no se ha maravillado ante la retransmisión de cualquier ceremonia de la Familia Real británica, de un funeral a una boda? Y qué decir de su cobertura internacional. No hay casi un país del planeta donde no tengan un corresponsal acreditado. Y eso, para servidor de ustedes que en su juventud fue corresponsal de guerra, produce una admiración que no pretendo ocultar.
Pero cuando se trata de la información política local, la BBC es casi tan sectaria como lo puede haber sido RTVE hace seis o siete años. Por supuesto que no se empata de ninguna manera con la televisión de José Pablo López porque esto que padecemos hoy solo lo iguala Tele Pionyang.
En la BBC al menos ha habido la dignidad de dimitir porque una manipulación tan grave no puede quedar sin respuesta en una sociedad en la que todavía se conjuga ese verbo. Pero en el socialismo español y sus dependencias varias no dimite nadie. Ni aunque te pillen robando el bolso a una anciana.











